Economía, trabajo y producción
José Luis Rodríguez, ex ministro de Economía de Cuba, analiza la crisis que afecta primordialmente a los países desarrollados, apelando a antecedentes históricos para contextualizar la actualidad. Además, asegura que este capitalismo no se parece para nada al de los últimos dos siglos.
Publicada el 15 DE NOVIEMBRE 2011
Estamos ante una situación muy complicada, inédita en términos de crisis si comparamos las crisis cíclicas que se produjeron después de la década del 30. La que se atraviesa en este momento es la crisis más profunda desde la gran depresión del 29 al 33.
Y aunque se manifiesta como una crisis financiera, en mi opinión más que una crisis financiera está manifestándose como una crisis de sistema, del sistema capitalista que ha llegado a un punto en el cual ya no responde a los patrones que originalmente le dieron avance en la historia.
Recientemente la presidenta argentina, Cristina Fernández, afirmaba que esto no es capitalismo. Pero ante esta afirmación yo digo que sí, que esto sí es capitalismo, pero ya no se parece para nada a aquel capitalismo que logró avances en la historia durante los siglos XVIII, XIX y XX.
Antecedentes y primeras causas
Antes que nada debemos tener en cuenta que desde hace unos 15 años aproximadamente se ha estado produciendo crecientemente una expresión de desequilibrios en el sistema, a partir de un crecimiento desmedido de la esfera financiera.
Cuando me refiero a ese crecimiento desmedido tengo en cuenta que desde el siglo XIX el capital que se movía en las primeras bolsas de valores podía denominarse capital ficticio, porque se desprendía del valor real de los medios de producción, de la actividad económica industrial y de los activos que tenían las empresas, y se empezaba a ver un nivel de independencia a partir del valor al que se cotizaba ese capital en forma de acciones.
Se creó así el concepto de Capital Ficticio, y ese valor mantuvo un nivel de distanciamiento que cada vez fue creciendo más en relación a las condiciones reales de la producción. La crisis del 30 tuvo una ruptura fundamental en ese aspecto, que le da rasgos parecidos a lo que está pasando actualmente. Aquél significó el desfasaje total que hay en el movimiento financiero a finales de la década de 1920 y el movimiento real de la economía.
El martes negro marcó un antes y un después en la política económica de todo el sistema. Vino la gran depresión y eso llevó a introducir cambios en la política económica, que permitieran lo que en su momento se lo llamó una corrección a las fallas del mercado, y encontró su paradigma teórico en Keynes, quien propugnaba una cierta intervención del Estado en la economía para corregir ese desequilibrio. El rango de los desequilibrios en aquel entonces pareció enorme pero no sería casi nada si se lo compara con lo que vendría después.
La Segunda Guerra Mundial y después
Hubo una etapa intermedia que crea las bases para un cambio sustancial en la economía: la Segunda Guerra Mundial, en la que hubo una destrucción de los medios de producción. Y consecuentemente hay un cambio por elevación de fuerzas, después de la Guerra, que elevaría a EEUU como potencia fundamental.
Por otra parte hay un largo círculo de recuperación y crecimiento económico hasta que se empiezan a expresar diferencias sustanciales entre los diferentes polos que han emergido de ese capitalismo recuperado de la Segunda Guerra Mundial. Si bien EEUU continuó siendo la potencia dominante, la emergencia de Japón por un lado, y la emergencia de lo que es hoy la Unión Europea, creó unas condiciones de competitividad de grandes dimensiones. Y fue necesario dinamizar ese movimiento de capital saltándose las regulaciones que dieron lugar al sistema financiero de posguerra: los acuerdos de Bretton Woods por un lado, y los acuerdos del GATT por otro, en la escala comercial.
Y empieza en la década del 60 a producirse un cambio, un proceso de desregulación de aquellas regulaciones que previamente se habían acordado, que tienen un punto de ruptura con la decisión norteamericana de romper la ecuación del dólar y el oro en 1971, y finalmente la desaparición de las tasas de cambio fijo en 1973.
La entrada de nuevos actores, que jugarán un papel determinante en el salto gigantesco y trasnacional de la década del 70, llevó a que en 1975 se procurara la teoría de la trasnacionalización como forma de gobierno del mundo. Así el centro de decisiones más se va internacionalizando cada vez más y se empieza a configurar lo que hoy llamamos globalización.
En los 80, la desaparición del bloque socialista abre un enorme espacio de mercado que hasta ese entonces no había sido penetrado por las grandes trasnacionales, y se produce un cambio, apoyado por factores de orden tecnológico y de orden de interrelación entre los grandes polos de desarrollo capitalista, que modificará toda la ecuación a favor de una financiarización de la economía.
Se crea por lo tanto, en ese momento, un ambiente de desequilibrio a partir de la forma en que se mueven los factores financieros y la forma en que se van a mover los factores de la economía real. Esto llevará a que el movimiento de capitales en la esfera de las finanzas vaya ganando cada vez más en velocidad, y vaya generando posibilidades de enriquecimiento, esto es: tasas de ganancia más rápidas y crecientes en relación a la economía real.
El capital especulativo global
Ese desplazamiento del capital de la economía real a la economía financiera, de esa forma y con esos factores, no se había visto con anterioridad. Tengamos presente que ya en los años 2000 las operaciones de bolsa diarias, en el mundo, son de 7 billones de dólares. Pero, a diferencia de lo que podía haber ocurrido en la época inicial del capital por acciones, el 95% de ese movimiento es capital especulativo.
La pregunta es ¿esto a qué obedeció? No es que hay capitalistas buenos viviendo de la producción y capitalistas malos que son los que especulan, los que roban o los que malversan fondos y se embolsan el dinero de los ahorristas. No, es una tendencia normal dentro del sistema sin la cual no sería posible entender lo que está pasando hoy.
Se dice que el capital especulativo global ha alcanzado una cifra de entre 600 y 1.000 billones de dólares, que no se corresponde con el valor real del producto interno bruto del mundo que hoy es de 57 billones, de los cuales EEUU provee alrededor de 14 ó 15 billones. Cuando uno ve esa cifra y dice “esta es la economía real”, y por otro lado observa esa enorme masa de dinero moviéndose en esa esfera especulativa, tiene que llegar a la conclusión de que eso no se puede sostener en el tiempo. Y eso es lo que ocurrió, se produjo la chispa.
El gran chispazo se produjo con la expansión del capital especulativo en la economía norteamericana, lo que se conoce como la burbuja inmobiliaria, que estalla en el 2007. Estalla simplemente porque se gana la noción de que hay un enorme capital en valor hipotecario, que a su vez se ha convertido en activo de un grupo de bancos. Y en la misma medida en que comienzan a ser impagables esas hipotecas, que se expandieron enormemente como parte de ese proceso especulativo, empiezan a quebrar los bancos hipotecarios hasta que llega el gran golpe con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008.
Se da un proceso contractivo en el crédito e inmediatamente la economía real se resiente porque el crédito se reduce prácticamente a niveles mínimos. Y así estalla la crisis en el último trimestre del 2008, primer semestre del 2009, donde por primera vez hay una contracción mundial del 0,6% del producto y los países desarrollados decaen un 3,4%; EEUU 2,6%; la Euro zona 4,2%; y los que salen más golpeados son los que entraron al final al sistema, los antiguos países socialistas por ejemplo.
Hay sin embargo un elemento importante que ha salido de ese ciclo de reproducción con características propias, aunque está integrado a esa economía de mercado, que es el caso de China, y en alguna medida también la India, y en general los BRICs (Brasil, Rusia, India y China). China tiene tasas de crecimiento del orden del 10% en el periodo 1980-2008, y en medio de la crisis reduce su ritmo de crecimiento, pero nada más y nada menos que al 9,2%. Para el modelo chino 9,2% presenta algunas dificultades para ellos, para el resto del mundo es una cosa completamente inusitada.
El impacto social de la crisis
EEUU llegó a tener una tasa de desempleo del 10% en el 2009 y no logra bajarla más allá del 9,1%. Esta cifra hace imposible generar una recuperación, con ritmos de crecimiento insuficiente en la economía norteamericana. Se le ha tratado de dar solución a esto, por ejemplo con un programa de empleo de infraestructura de corte keynesiano que trató de introducir Obama, pero los republicanos se lo bloquearon, una vez más, en el congreso.
Lo esencial es que no hay inversión en la producción, y así las tasas de desempleo han alcanzado niveles altísimos. Y la pobreza, que es el escalón que sucede a la falta de empleo, ha llegado a niveles inusitados en EEUU: 14,3% de pobreza son 43 millones de habitantes, no es ninguna broma.
Y en general en el mundo la calidad del empleo se ha deteriorado, no es ya la tasa de desempleo. El 50% del empleo en el mundo es empleo precario, es decir economía sumergida, economía informal, y además se están dando procesos que incluso están profundizando esa informalización del empleo.
¿Surgen respuestas desde los centros económicos del sistema?
Las respuestas que se les ocurran responden a la interpretación que se le da a la crisis. La interpretación es que en EEUU hubo políticas irresponsables aplicadas por los bancos, que han cometido determinados excesos especulativos y se han quedado sin dinero. Por lo tanto es una crisis de liquidez y lo que corresponde es transmitir fondos públicos para reflotar o recapitalizar la banca, con la intención de producir un fenómeno anticiclíco que generara una dinámica positiva y por lo tanto se aminoraran los efectos de la crisis. Y además se habla de la necesidad de establecer nuevas regulaciones que eviten que se repitan esos excesos especulativos.
Pero lo que realmente ocurrió fue que se acabaron los fondos de estimulación que generaban un nivel de recuperación de la banca, y el destino final de esos fondo no fue la producción, no fue la economía real, sino que fue a parar adonde simplemente darían las máximas ganancias, en ausencia de un marco regulatorio que nunca lo ha impedido porque la reforma fiscal que hizo EEUU en 2010 no tocó los derivados financieros en esencia. Esto no hizo más que reciclar otra vez la esfera especulativa, y esto explica las gigantescas ganancias de los monopolios en medio de la crisis, pero no en la esfera de la producción, sino en la esfera de la especulación.
¿Qué ha sucedido en el 2011? Se acabaron los fondos de estímulo, volvió la banca a invertir en el mismo lugar pero el efecto que trae la crisis ya no puede pararse con la receta del 2009. Muy simple: si alguien se pregunta hoy si Obama puede sacar un paquete de estímulo de cientos de miles de millones de dólares, seguramente la respuesta es no, porque EEUU pasó de un déficit de 400.000 millones de dólares cuando entra Obama, a 1.900.000 millones de dólares actuales, entonces ahí está el dinero que sacaron para ponérselo a los banqueros.
¿Se puede repetir la receta? Hay quienes dicen que sí, porque EEUU tiene la peculiaridad de que puede emitir el dinero con el que se mueve el mundo, y la decisión más reciente de inyectar 600 millones en tres años indica que siguen en esa receta. Pero siguen creciendo las deudas por la vía principal y por ahí van las cosas: la deuda pública norteamericana llegó a 14,3 billones de dólares, y ya no se puede estirar eso tranquilamente porque esa deuda tendrá que pagarse en algún momento.
Se habla en este momento de la responsabilidad social, pero la gente no resuelve nada. Nadie ha hablado de reducir la especulación, yo diría que sí pueden hacerlo, pero el tema es que cada vez que tratan de abordar el problema sólo han adoptado medidas que son un chiste al lado de la situación.
Los países más desarrollados que antes del 2005 tenían una deuda externa pública equivalente al 30% de su producto, hoy llegaron al 100%. El fenómeno es un problema general con expresiones concretas de gravedad, no en función de indicadores sino en función del poderío del país, EEUU está llegando al 100% de su PIB como deuda pública externa, y si no estalla es por el poderío que tiene a la hora de emitir moneda.
No es el caso de Italia, que llegó al 120% pero no tiene el poderío norteamericano, entonces la crisis estalla en Italia detrás de Grecia. Y el otro caso similar fuera del sistema del Euro es Inglaterra, que tiene un déficit fiscal cercano al 11%. Hay escándalo en cualquier país que sobrepase el 3% según las reglas del FMI, pero Inglaterra tiene el 11% y aparentemente no pasa nada. Pero además tiene una deuda del 91% de su Producto Interno Bruto, pero insisto, es Inglaterra, uno de los poderes económicos más importantes del mundo.
Factores a tener en cuenta
En todo esto hay una serie de factores que llevarán a una nueva recaída, o a una recesión continuada hasta el 2012 por lo menos:
La situación en América Latina
En Latinoamérica se da una serie de circunstancias peculiares que hacen que sea menos vulnerable esta coyuntura.
Consideraciones generales
Lo primero que hay que decir es que esta crisis es la más grande y la más grave desde 1929. No hay una salida en estos momentos, y se está manifestando como una recesión continuada con posibilidades de una recaída. Se habla de que la economía podría caer en picada en el 2012, en un 50 ó 60 por ciento.
Por otro lado, la crisis ha puesto de manifiesto un fallo orgánico del sistema: hay una crisis energética, hay una crisis alimentaria, hay una crisis de impacto negativo en el medio ambiente por la forma en que el hombre se relaciona con la naturaleza, que está vinculado con todos estos procesos.
Los papeles de financiamiento han tenido un efecto dual: Por un lado inyectaron y levantaron el crecimiento en el 2010, pero impidieron una de las cosas más interesantes que había sido hasta ahora elemento de regulación de la recuperación en las crisis cambiarias, y es que impidieron una destrucción masiva de los medios de producción, que ha sido el elemento que ha marcado el inicio de la recuperación en todas las crisis características del capitalismo, sea por la guerra o sea por una liquidación de activos importante.
La política económica apuntó a una reaparición del keynesianismo, sobre todo en la etapa más crítica de la crisis, pero el neoliberalismo ha vuelto a imponerse. Lo vemos en EEUU, quisieron poner énfasis en la regulación financiera pero a la larga se impusieron los criterios neoliberales y no se regula lo que está en el centro de funcionamiento del sistema.
Surge también, como expresión de todo esto, la enorme fuerza que tiene la oligarquía financiera a nivel internacional. Cuando uno ve la capacidad de movimiento de capitales, la capacidad de imponer decisiones a gobiernos, o incluso a bloques de gobiernos, detrás de todo eso no hay simplemente un Estado, el Estado es la forma de expresión pública de esa tendencia, pero cuando EEUU impone una política a Europa, detrás de eso están las multinacionales norteamericanas.
El sistema monetario internacional evidentemente ha recibido un golpe tremendo, hoy se habla de si habrá Euro o no habrá Euro en el futuro. Pero recuerdo que en el 2009 se comenzó a hablar de una moneda internacional sustituta del dólar y eso no progresó. Si bien el sistema está golpeado no se percibe una salida del sistema por la vía de eliminar el dólar y poner una nueva moneda en medio.
Finalmente, la reacción política frente a la crisis se parece a la de los años '30. No ha ocurrido una tendencia a corrientes más progresistas, sino que hay una derechización en la política bastante visible en la mayoría de los países (el caso de América Latina es distinto), pero analizando qué pasa en Europa, y sobre todo en Europa Oriental, todos los gobiernos que hay son de derecha y ultra derecha después de la transición al capitalismo.
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