Justicia y seguridad

Vivienda, ciudades, diseño urbano y seguridad

Las tasas más altas de criminalidad se concentran en las aglomeraciones urbanas. La gestión de la seguridad implica reducir el riesgo objetivo de ser víctima de un delito y el temor a ser victimizado. El diseño urbano puede contribuir a estos objetivos a partir de la inclusión, el reconocimiento de la diversidad y la participación.

Publicada el 29 DE AGOSTO 2011

Las estadísticas policiales y las encuestas de victimización a nivel mundial muestran que los niveles de criminalidad son más elevados en las ciudades que en las zonas rurales. El territorio urbano es un escenario permanente de conflictos y tensiones, en él coexisten el delito común, el crimen organizado y los distintos tipos de violencia. Esta complejidad está arraigada en los históricos problemas económicos, sociales y políticos de nuestra región. En este sentido, la década del 90 marcó un importante punto de inflexión, no sólo en cuanto a la profundización de las políticas de exclusión y empeoramiento de los indicadores sociales, sino también en el aumento desmedido de las tasas de criminalidad.

La respuesta estatal frente a esto ha sido variada, pero en general se han ensayado estrategias tendientes a fortalecer la capacidad de acción policial e incrementar las medidas de control sobre la población. A pesar de que a principios del nuevo siglo se impulsó una serie de reformas en los sistemas de seguridad, en general las políticas de seguridad urbana han quedado circunscriptas al dominio de las fuerzas policiales. Pero la idea de seguridad urbana es mucho más amplia. Por un lado, es seguridad urbana el problema objetivo del riesgo de ser víctima de un delito y, por otro, también lo es el problema subjetivo de la sensación personal y colectiva del temor a ser víctima de un delito (Sozzo, 2000) Por ello, la producción de seguridad en contextos urbanos opera mayormente en el plano de la prevención, y es aquí en donde el diseño y la planificación urbana pueden efectuar importantes aportes para alcanzar el objetivo de reducir los delitos y la sensación de inseguridad.

Según Van Dijk la prevención del delito puede ser definido como “todas las políticas, medidas y técnicas, fuera de los límites de sistema de justicia penal, dirigidas a la reducción de las diversas clases de daños producidos por actos definidos como delitos por el estado” (Van Dijk, 1990:205). Dentro de este concepto se han propuesto tres tácticas alternativas de prevención del delito: la táctica situacional ambiental tiene por objetivo reducir las oportunidades situacionales y ambientales de que se produzcan delitos; la táctica social está orientada a incidir sobre las causas sociales del delito; y, por último, la táctica comunitaria busca involucrar a la comunidad como un actor protagonista de la construcción de la seguridad (Crawford, 1998; Pavarini, 1992, y 1995; Selmini, 1996; Baratta, 1998).

En general, los enfoques tradicionales de diseño urbano y seguridad han estado centrados en las tácticas de prevención situacional ambiental. Un conjunto de teorías desarrolladas en los Estados Unidos en la década del 70 trabajó en esta línea, indagando en la vinculación entre criminalidad y desarrollo ambiental o urbano. Una de las conclusiones de estos estudios fue que el diseño urbano influye en la tasa de delitos, promoviendo o alentando la criminalidad, de tal manera que podría convertirse en una forma efectiva de prevención del delito. De aquí surgieron conceptos como el de “defensible space”, un modelo de ambientes de viviendas populares que inhiben el delito al ser expresión física de una comunidad que se defiende a sí misma (Newman, 1973). Una de las derivaciones de esta propuesta fue el desarrollo de prácticas de “crime prevention through environmental design” (CPTED: prevención del delito a través del diseño ambiental), que impulsó el gobierno de Estados Unidos. Una de las principales críticas a estos enfoques ha sido que albergan un “determinismo arquitectónico,” ya que ignora el papel que juegan variables sociales y de comportamiento individual y colectivo como mediación con respecto a los espacios arquitectónicos y, por lo tanto, no son efectivas (Sozzo, 2000:109).

Por otro lado, el divorcio entre el diseño urbano y seguridad ha sido evidente en la proliferación de las comunidades cerradas (también llamados “countries” o barrios privados). Este tipo de respuestas privadas al problema de la seguridad ha complejizado aún más la situación. En primer lugar, porque profundizan los procesos sociales de exclusión y estigmatización ejercida desde ciertos sectores de la población hacia otros. Pero además no constituyen una solución de fondo al problema, ya que generan un desplazamiento de la criminalidad hacia otros sectores y contribuyen a exacerbar el miedo a la existencia de un “otro” del cual hay que defenderse. En el informe Estado de las Ciudades del Mundo 2006-2007, ONU HABITAT, se sostiene que la planificación urbana privada y de baja densidad es contraria a los principios de desarrollo urbano sostenible.

Estas restricciones conceptuales han desplazado la visión integral de la idea de prevención. También han pasado por alto las múltiples maneras en las que el diseño y la planificación urbana pueden servir de base para una convivencia más pacífica en las ciudades. En general se ha gestionado de forma inadecuada el proceso de urbanización, se han excluido los problemas de seguridad de las políticas de gestión urbana, y se han desprotegido y mal administrado los espacios abiertos.

El Programa Ciudades más seguras, UN-HABITAT, reconoce que la inclusión y el empoderamiento de los habitantes menos favorecidos de las zonas urbana con respecto al diseño, la planificación y la gestión espacial de la ciudad, es un componente importante del principio de la inclusión y la buena gobernanza. También sostiene la importancia de garantizar que las decisiones que se tomen tengan como objetivo el bien común y que los ciudadanos tradicionalmente excluidos participen en los procesos de urbanización. Distintas experiencias indican que la planificación, el diseño y la gestión urbana pueden contribuir a la prevención del delito desde un enfoque inclusivo, es decir, teniendo en cuenta el peso de las variables sociales y comunitarias. Esto implica hacer foco en la equidad y la calidad de vida de las personas, y aquí el espacio público cobra un rol fundamental. Este incluye parques, plazas, calles, paseos, centros comunitarios, mercados, bibliotecas, construcciones religiosas, galerías, entre otros. También es importante la ocupación de los espacios ociosos para la realización de actividades deportivas, artísticas y recreativas. La recuperación del sentido de pertenencia a estos lugares, como así también su apertura para todos los sectores poblacionales, constituye un camino necesario hacia una convivencia pacífica. Desde esta mirada, la planificación y la administración del espacio urbano deberían articularse en torno a dos objetivos fundamentales: otorgar seguridad sin controlar y pacificar sin excluir (Manon, J. y otros, 2008:123). Estas directrices conducen a la inclusión, el reconocimiento de la diversidad y la participación como elementos fundamentales a la hora de articular diseño urbano y seguridad.  

Bibliografía  

Baratta, Alesandro: "Entre la Política Social y la Política de Seguridad", en: El Cotidiano, México DF., 1998.

Crawford, Adam: Crime Prevention and Community Safety. Politics, Policies and Practices, Longman, Harlow, 1998.

Manon Jendly (coord.) y otros. Informe internacional sobre la prevención de la criminalidad y la seguridad cotidiana. Tendencias y perspectivas. Centro Internacional de Prevención de la Criminalidad, Canadá, 2008.  

Pavarini, Massimo: “Historia de la Idea de Pena. Entre Justicia y Utilidad. La Justificación Imposible?”, en Delito y Sociedad, N. 1, Bs. As., 1992. 

Pavarini, Massimo: “Introduzione a Primo Rapporto Annuale 1995: La 136 Seguridad Urbana y Tácticas de Prevención del Delito Sicurezza in Emilia Romagna”, en Quaderni di Citta Sicure, 2, 1995. 

Selmini, Rosella: “Nuovi Azioni: Sicurezza e Prevenzione nel Sistema delle Autonomie Locali in Italia”, en Quaderni di Citta Sicure, 5, Settembre1996. 

Sozzo, Máximo. Seguridad urbana y tácticas de prevención del delito. Cuadernos de Jurisprudencia y Doctrina Penal, Ad-Hoc, bsas, N. 10, 2000. 

UN-Habitat. State of the World’s Cities 2006/7. United Nations Human Settlements Programme, 2007. 

Van Dijk, J.: “Crime Prevention Policy: Current State and Prospects”, en Kaiser, G. y Albrecht, HJ: Crime and criminal policy in Europe, Criminological research report, Vol. 43, Max Planck Institute, Freiburg, 1990.  

Sitios WEB

International CPTED Association: http://www.cpted.net/

Programa «Ciudades más Seguras» de UN-Habitat: www.unhabitat.org

Link permanente:
http://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/articulos/index/vivienda-ciudades-diseno-urbano-y-seguridad

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Vivienda, ciudades, diseño urbano y seguridad

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Appiolaza, Martín ; Ávila, Javier (29 de agosto 2011) "Vivienda, ciudades, diseño urbano y seguridad".
Publicado en la Plataforma de información para políticas públicas de la Universidad Nacional de Cuyo.
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Fecha de consulta: 04/11/2024

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