ENTREVISTAS // Justicia y seguridad
Marcelo Saín es doctor en Ciencias Sociales en la Universidad de Campinas (Brasil). Tiene una dilatada trayectoria en temas de seguridad, ya que ha sido subsecretario de Planificación del Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria y director de la Oficina de Información Financiera del SEDRONAR. Tiene experiencias en reformas de seguridad en varios países de América Latina, en los que ha trabajado tanto para gobiernos como para organismos internacionales. Aquí da un panorama sobre la gestión pública en seguridad.
Publicada el 20 DE ABRIL 2012
¿De qué hablamos cuándo hablamos de Gobierno de la Seguridad?
El concepto es un concepto antiguo, nosotros lo acuñamos más para señalar la capacidad de las instituciones públicas, o de los agrupamientos sociales, para gestionar conflictos. Gobernar la seguridad significa gestionar conflictos, intentar atenuarlos, prevenirlos, moderarlos.
Extinguirlos no porque sociológicamente toda sociedad tiene conflictividades, esas conflictividades pueden suponer o tener manifestaciones violentas, o también al mismo tiempo configurar problemáticas delictivas. Entonces gestionar el conflicto significa intentar que las conflictividades alcancen un nivel y una envergadura que sea tolerable política y socialmente, porque toda sociedad tiene un margen de conflicto, el tema es que esos conflictos no se constituyan en hechos sociales de una envergadura, de una relevancia social que obstruyan de alguna manera, colectivamente, el ejercicio de la autonomía individual.
Entonces hay tres grandes tareas que los gobiernos, que las estructuras de gestión o de gobierno de la seguridad pública tienen que llevar a cabo:
Usted tiene una visión crítica acerca del funcionamiento de la policía en nuestro país. Habla de una modernización de las estructuras de mando y de la profesión policial ¿por qué es necesaria tal modernización?
Históricamente lo que se ha planteado aquí es manejar las reformas de la policía y adaptarlas a la democracia y, como instrumento eficiente, a la gestión de los conflictos a través de modificaciones que han sido siempre parciales y periféricas como la reforma de la educación policial y la creación de mecanismos de control externo de la policía.
Ambas cosas son importantes, pero no son determinantes. Si no se modifican las funciones de la policía, las estructuras organizativas, las estructuras operativas, el sistema de inteligencia, la logística, la profesión policial y las condiciones de trabajo de los policías (la mayoría de los policías operativos vive en la miseria y en la pobreza, están en el doble empleo y encima son estigmatizados socialmente como delincuentes y como represores), y sólo se modifican estructuras educativas y sistemas de control, entonces no hay reforma policial.
Entonces, la mirada que nosotros tenemos es una mirada más de cambio organizacional. Si se hace una reforma modificando ciertos parámetros educativos y ciertos mecanismos de control y no se toca todo lo demás que señalamos anteriormente, no estás reformando nada. Esto es así, es como que decir “vamos a hacer una reforma en la universidad”, pero no tocamos los claustros, ni las estructuras curriculares, ni el sistema de investigación, ni los mecanismos de extensión, y lo único que modificamos es el buffet y la librería ¿eso es una reforma universitaria? En la policía pensar que se está haciendo una reforma modificando la educación y el control, es lo mismo.
¿Hoy en día el sistema policial es selectivo socialmente a la hora de combatir el crimen?
Todo el sistema institucional de seguridad, en su escalón político, en el escalón judicial y en el sistema policial, está sólo para atender masivamente a los delincuentes pobres que se dedican a robos y hurtos y en flagrancia, nada más. Este sistema no resiste ir por organizaciones criminales complejas, que casi siempre tienen protección del propio poder, es un sistema selectivo y clasista. Es un sistema que está abocado al disciplinamiento de los sectores populares y a la regulación de las actividades delictivas de los sectores medios y altos, no me cabe ninguna duda de eso.
Como política pública ¿la creación del Ministerio de Seguridad es un buen comienzo?
Es un buen comienzo. Ahora tiene que construir capacidad de gestión política y tener una mirada estratégica. Creo que la tiene, y habrá que construir esto. El gran problema es que hay que ir mejorando los estándares de seguridad al mismo tiempo que se va construyendo un estado nuevo para hacerlo. Entonces es una coyuntura crítica, los errores acá se pagan con costos políticos muy severos para el gobierno que lo lleva adelante, entonces hay que ser sagaz pero inteligente también, atrevido en el cambio pero inteligente también en las condiciones políticas del cambio.
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