La presidenta Cristina Kirchner lanzó anoche un nuevo mecanismo para incentivar las siembra de trigo, que se encuentra en su nivel más bajo en 100 años.

En adelante, el Estado renunciará a cobrar derechos a la exportación de ese cereal (entre US$ 200 y 500 millones, según el año) y cederá ese dinero a un fondo administrado por los exportadores, quienes luego lo repartirán entre los productores del emblemático cultivo. Si todo funciona como está previsto, los chacareros podrían recuperar unos 15 puntos porcentuales del 23% que hoy ceden por retenciones.

En la Casa de Gobierno, flanqueada por ministros y empresarios, Cristina aseguró que la creación de un Certificado de Estímulo para la Producción Agropecuaria, cuya sigla se pensó con dudoso gusto: CEPAGA.

Y es que los productores de trigo seguirán pagando retenciones como hasta ahora (en realidad, el 23% se les descuenta del precio), pero con dicho certificado, y luego de declarar su cosecha ante la UCESCI (el organismo que reemplazó a la ONCCA y que maneja Guillermo Moreno), podrán recuperar una parte de ese tributo. ¿Cuánto?

Dependerá de la cosecha de cada año.

“Todo lo que se recaude (en el fideicomiso) se va a distribuir entre todos los que producen trigo en la Argentina”, endulzó Cristina a quienes producen un grano que está en caída libre desde 2007, cuando comenzó su primer gobierno. La propia presidenta reconoció que en aquel momento la Argentina sembró 6 millones de hectáreas y logró una cosecha récord de 16,3 millones de toneladas, y que ahora se retrocedió a solo 3,1 millones de hectáreas (el área más baja de la historia) con una producción de apenas 9 millones. Pero entre las causas del desplome mencionó solo a la sequía. No dijo que desde 2007 comenzaron las desafortunadas intervenciones de Moreno en el mercado triguero.

Como sea, ahora el Gobierno pretende que se incremente la producción y utiliza como anzuelo una probable devolución de retenciones. La Presidenta aclaró que ese incentivo nunca llegará a ser el 23% que tributa el productor, porque una parte de la cosecha (7 millones de toneladas) se consume en el mercado local y no paga retenciones: los molinos compran el trigo con un descuento semejante al de los exportadores, que actúa como subsidio. Así, el fideicomiso comenzará a recaudar solamente cuando haya saldo exportable.

Cristina arriesgó que podrá haber 600 millones de dólares para repartir en caso de que la cosecha de trigo (al que confundió con una olegainosa) llegue a 21 millones de toneladas. Pero para el próximo verano, los especialistas esperan apenas 12 millones.