“Este parto fue muy distinto a los otros cinco, fue hermoso. Llamé a la ambulancia a las 4 de la mañana, a las 4.30 llegó y a las 5 nació ella. Esta vez me trataron muy bien los doctores”, dice Rosana Ponce del Milagro, mamá de una beba de apenas 4 días bautizada Yoselín Abril.

Rosana detalló las diferencias en el trato que recibió durante este parto en la maternidad del Lagomaggiore: “La partera me sobaba la panza en las contracciones, no sé..., fue distinto, ¿cómo lo explico?, en los otros partos los médicos eran mal hablados, me decían cosas como ‘si te gustó hacerlo, ahora aguántate el dolor’, me decían que me callara. En este parto eso no pasó, pero yo igual tuve tanto miedo que me quedé callada, me dolía pero no dije nada para no tener problemas como me pasó antes. Yo sabía que mi marido podía entrar, pero preferí que no, por las dudas. Los vine a ver a él y a mi hija al otro día del parto porque tuve una complicación, una hemorragia luego del nacimiento. Y una vez que me repuse, pedí verlos y me trajeron la nena, él la vistió y todo”.

Esta mamá vive con sus hijos y su marido, Javier Jenapa, en el Pozo de Godoy Cruz y su relato refleja un lento cambio en la forma de parir un bebé, no sólo en ella como mujer sino también en el equipo médico que la asistió durante el alumbramiento.

Como ella, la idea es que miles de mujeres tengan la oportunidad de vivir una experiencia positiva en el parto, al ser protagonistas porque les permitan pujar cuando sientan que deben hacerlo, de pedir que no la acuesten en la camilla sino lo desean, de esperar junto con un ser querido ese momento y cortar luego su cordón umbilical si eso es lo que quieren. De esto se trata un parto respetado, en volver a confiar en la capacidad natural de una mujer para dar a luz y el derecho de ser acompañada por la familia.

Este simple concepto quedó devaluado a través del tiempo por la medicalización del parto en los hospitales con el objetivo válido de bajar la mortalidad materna e infantil.

Pero a la vez, esa medicalización se transformó en un avasallamiento de los derechos de la madre que pare. Por eso, y porque en los hospitales se puede ofrecer seguridad si el parto se complica y respeto al proceso natural de nacer es que se hizo la ley de parto respetado en la Nación y luego la siguió la provincia con la sanción de la norma Nº8.130.

Esta ley no ha sido reglamentada aún, pero desde el Ministerio de Salud se comprometieron a terminar con dicha reglamentación en breve, a propósito de la Semana Mundial del Parto Respetado. Además, fue anunciada una refuncionalización de la sala de parto del Lagomaggiore.

Mientras esto sucede, muchos médicos ya están trabajando el concepto de parto respetado. Susana Lucero de Gaetano, una de las impulsoras de la ley junto con otros profesionales, explicó que “el parto se institucionalizó en la década del '40 porque los médicos temían a las infecciones, claro, no tenían antibióticos. Pero esto ya no sirve, hoy el paradigma es una inclusión intercultural, pensando en el otro, porque se vio que alejar a la familia significa realmente aumentar el riesgo de morbi-mortalidad”.

El lema

Mirella Pizzuolo, jefa del Departamento de Obstetricia de la provincia, dijo que el lema de esta Semana del Parto Respetado es “Silencio: mamá pariendo, niño naciendo” y hace referencia al proceso natural del parto. La oxitocina se inhibe cuando hay estrés, tal vez porque todo el mundo da indicaciones a la mamá y en realidad no se deben dar indicaciones porque la mujer sola, si puede hacer su proceso de introspección y escuchar a su cuerpo, sabe qué hacer, cuándo pujar, es algo espontáneo”.

El plan Nacer financiará los cambios

El plan Nacer financiará la refuncionalización de la maternidad del hospital Lagomaggiore para dar cumplimiento a la ley de parto respetado y centrado en la familia.

Serán $2.000.000 para transformar la camilla quirúrgica en una cama que le permita a la mamá dar a luz con más comodidad estando sentada en lugar de acostarse, por ejemplo, y acompañada por sus familiares.

Esto significa la ampliación de la sala de partos para colocar un baño privado para los familiares, donde pueden bañarse o cambiarse, colocar biombos para separar una mamá de otra y transformar las salas en unidades de preparto, parto y recuperación, en las cuales se puedan tomar el tiempo necesario para esperar el alumbramiento.

Según el director del hospital, Edgardo Pérez, dichos cambios edilicios deberían estar terminados a fin de año.
De todos modos, el cambio más profundo es el cultural, entre los médicos y entre las mujeres, empoderándolas para que sepan pedir por sus derechos al momento de parir y por el derecho de sus bebés al nacer.

Susana Lucero dijo: “Además de contar con los cambios de infraestructura para darle espacio a la familia, hace falta que los médicos tengan espacio mental para lograr el cambio, tanto en el ámbito público como privado. Y para esto, estamos informando a la comunidad de forma transversal, para que ella sepa que tiene derecho a un parto respetado y todos puedan empoderarse en el autocuidado de su salud”.

La Ley de Parto Respetado fue aprobada en 2009, tuvo varias promesas gubernamentales para ser reglamentada, aplicada y exigida en todas las maternidades mendocinas, pero recién este mes la asesoría letrada del Ministerio de Salud envió el decreto correspondiente para que sea firmado por el gobernador.
Estiman que antes de fin de mes estará listo y promulgado.