Clarín - Martes 19 de febrero de 2013
Son datos de los últimos 10 años del Ministerio de Salud. De 1991 a 2001 habían descendido 22%. La mala alimentación, el sedentarismo y el cigarrillo, entre otros hábitos nocivos, explican el freno.
La muerte por enfermedades cardiovasculares sigue golpeando fuerte en la Argentina. Durante la última década, la tasa de mortalidad por esos trastornos, que incluyen infartos, ataques cerebrovasculares, hipertensión y arritmias, sólo bajó el 6%, según el registro de estadísticas vitales del Ministerio de Salud de la Nación. En la década anterior, esa tasa en baja fue más pronunciada: se redujo en un 22%. Una diferencia que marca una tendencia hacia el achatamiento en la reducción de las muertes, a pesar de que durante la misma época se desarrollaron y mejoraron diversas tecnologías para el diagnóstico y se amplió la batería de tratamientos.
En números brutos, en 2011 fallecieron 96.494 argentinos por algún problema cardiovascular. Esto representa una tasa de 236 muertes por cada 100.000 habitantes. “La tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares tiende hacia el achatamiento, y esto se debe una multiplicidad de factores de riesgo que operaron durante las cuatro décadas anteriores”, explicó a Clarín el cardiólogo Daniel Ferrante, coordinador del programa de Prevención y Control Cardiovascular de la cartera de salud.
El consumo de alimentos con mucha grasas no saludables y de bebidas azucaradas (como las gaseosas), el escaso consumo de frutas y verduras y la ingesta excesiva de sal son los problemas que desde el rubro de la alimentación contribuyen a más enfermedad cardiovascular. También Ferrante mencionó el aumento del parque automotor que llevó a que la gente se volviera más sedentaria y las urbanizaciones que dejaron pocos espacios para la actividad física. Todo repercutió en más casos de obesidad y diabetes tipo 2, que también pueden llevar a la muerte cardiovascular.
“El consumo del tabaco bajó un poco, pero aún su efecto es limitado”, agregó.
De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (se hizo en 2009 y se haría de nuevo este año) el 53,4% de la población adulta de la Argentina tiene exceso de peso u obesidad, el 34,8% tiene presión arterial elevada, el 54,9% no realiza suficiente actividad física y sólo el 4,8% ingiere diariamente la cantidad recomendada de frutas y verduras. El 25,4% agregaba siempre sal a las comidas, con un incremento significativo en relación con 2005, cuando lo hacía el 23,1%. “Se trata de una situación preocupante porque la encuesta señaló que los factores de riesgo empeoraron”, sostuvo Jorge Lerman, presidente de la Fundación Cardiológica Argentina, que es el brazo hacia la comunidad de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Lo interesante es que se puede esquivar a la muerte cardiovascular.
Desde lo individual, y desde lo colectivo. “Desde la Sociedad Argentina de Cardiología nos comprometimos a bajar la mortalidad en un 20% para el año 2020, y damos charlas y talleres en empresas, clubes barriales y deportivos, e instalamos carpas en plazas, entre otros lugares, para que la comunidad conozca su salud cardiovascular: es básico que cada uno sepa cuál es su presión arterial y sus niveles de colesterol y glucemia. También damos cursos de resucitación cardiopulmonar, que permiten salvar la vida de otras personas ”, contó Lerman.
Desde el Ministerio de Salud, el secretario de promoción y programas sanitarios, Máximo Diosque, comentó: “La Argentina está atravesando la transición epidemiológica, que significa menos casos de enfermedades infecciosas y más casos de enfermedades cardiovasculares. Frente a eso, ahora hay mejor información e intervenciones, como los convenios con las empresas para bajar la sal en alimentos procesados y en panaderías. Otras medidas son la modificación del Código Alimentario –que hará que en 2014 los alimentos no tengan grasas trans– y los programas que alientan la actividad física”.
También la reglamentación de la ley nacional de control tabaco ayudaría mucho. Un estudio publicado en la revista Tobacco Control y realizado por investigadores del Centro de Estudios de Estado y Sociedad, de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad de California, demostró que si la ley (que fue sancionada por el Congreso argentino en junio de 2011) fuese reglamentada y entrase completamente en vigencia se evitarían 7.500 muertes por enfermedades cardiovasculares, 16.900 infartos y 4.300 accidentes cerebrovasculares en los próximos 8 años.
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