El cáncer de mama que la popular Angelina Jolie pretende evitar al haberse sometido a una mastectomía de reducción de riesgo afecta cada año a 1,5 millón de mujeres. La actriz se anticipó al posible desarrollo de un tipo de cáncer hereditario en base a los resultados de pruebas genéticas y tras sufrir la pérdida de su madre a los 56 años por esa enfermedad. Pero el 90% de las mujeres padecen cánceres de mama que no son hereditarios. Por lo cual, la mamografía –que es una radiografía de las mamas– sigue siendo la mejor estrategia para la detección precoz del cáncer y para reducir su mortalidad, complementado con el autoexamen.

Hace 50 años empezaron en los Estados Unidos los primeros ensayos que demostraron la utilidad de las mamografías para detectar cáncer en mujeres que no presentaban signos o síntomas. Pasó el tiempo y la tecnología se fue desarrollando desde los mamógrafos analógicos hasta los digitales, pero aún en la Argentina hay barreras en el acceso. Aún el 45 % de las mujeres mayores de 40 años no se hace la mamografía, según la última encuesta nacional de factores de riesgo del Ministerio de Salud de la Nación, que realizó a 9500 mujeres. Las mujeres que más se la hacen son las que tienen entre 50 y 64 años y viven en Capital y provincia de Buenos Aires. Son también las que tienen mayor nivel educativo y cuentan con obras sociales y prepagas.

Las mujeres deben hacerse la mamografía a partir de los 50 años y repetirla anualmente, según la recomendación del Instituto Nacional del Cáncer. “Aunque es muy importante tener en cuenta que tanto en las mujeres de entre 40 y 50 años como en las mayores de 70 la decisión de hacer o no una mamografía debe ser personalizada”, aclaró a Clarín la oncóloga María Viniegra, coordinadora técnica del Instituto.

Sea a los 40 o a los 50 años, igual hay una gran cantidad de mujeres en la Argentina que aún no accede al método de diagnóstico. Y las razones son varias. “Todavía hay médicos de cabecera que no indican la mamografía –comentó Viniegra–. Deberían tener presente que las mujeres tienen que hacerse un Pap a partir de los 25 años y una mamografía y un test de sangre oculta en materia fecal a partir de los 50. Esos procedimientos detectan el cáncer en mujeres asintomáticas”.

Hay mujeres que tienen miedo a sufrir dolor por hacerse la mamografía o sienten temor a encontrar algo “malo”. Aunque se sabe que el beneficio potencial de la mamografía consiste en diagnosticar tempranamente la enfermedad y acceder a mejores oportunidades de tratamiento. Otras barreras están en el modo de funcionar de los centros de salud y hospitales. “A veces los servicios de salud no están organizados para proveer atención a gente que, sana o no, trabaja o tiene tareas del hogar que le cuesta postergar y tiene poco tiempo para ir al hospital. Los horarios son rígidos y los turnos se dan alejados”. La funcionaria comentó que se está trabajando para mejorar fundamentalmente la calidad de la atención de los servicios de salud. En la actualidad, hay 300 mamógrafos en hospitales públicos.

“La mamografía produjo un cambio histórico en la prevención del cáncer hace 50 años. Sin dudas, la mortalidad por cáncer de mama se redujo. Sin embargo, aún no se ha logrado que las mujeres accedan a una educación adecuada. Deberían tener en cuenta que la actividad física y la alimentación saludable reducen el riesgo, y que la mamografía a tiempo también permite decidir un tratamiento tempranamente”, afirmó Roberto Elizalde, vicepresidente de la Sociedad Argentina de Mastología y jefe de la división ginecología y mastología del Hospital Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires.

A nivel regional, la Unión Latinoamericana Contra el Cáncer de la Mujer –una coalición de organizaciones no gubernamentales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México y Venezuela– impulsa la concientización por los derechos de las mujeres. Juntan firmas en su página web (www.ulaccam.org) para intentar fomentar cada vez más el acceso a la mamografía de todas las mujeres de Latinoamérica.


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