martes, 5 de noviembre de 2019
La biodiversidad podemos definirla como la diversidad de vida, es decir, la variedad de seres vivos que existen en el planeta y las relaciones que establecen entre sí y con el medio que los rodea. Para ello, es necesario conservar y utilizar sustentablemente la biodiversidad como una forma de preservar la estabilidad de los ecosistemas de los cuales obtenemos los servicios esenciales para el desarrollo humano.
“Todavía la sociedad necesita trabajar bastante en cuanto a lo que significa diversidad biológica o biodiversidad, ya que normalmente estamos acostumbrados a tratar a la biodiversidad como entes separados y esto es un error. Es necesario integrar cada componente para relacionarlo como un todo y así establecer las políticas necesarias para su conservación”, destacó a Unidiversidad Ricardo Ojeda, investigador del Iadiza (Conicet).
“Es muy importante que la sociedad y el Estado entiendan qué políticas o lineamientos vamos a seguir como región o país, para, de esta manera, establecer cuánta biodiversidad estamos dispuestos a perder o mantener en lo que refiere a los conflictos que ocurren respecto a las distintas actividades económicas del lugar”, enfatizó.
En efecto, hablar sobre el uso sustentable de la biodiversidad parte de una estrategia de conservación, donde la gestión de recursos vaya de la mano con los beneficios que se obtengan, ya sean sociales, culturales o económicos.
Biodiversidad y cultura
El ser humano y su relación con la cultura ha emergido de la adaptación al medio que lo rodea, como así también de la utilización y el conocimiento del mismo. A raíz de esta situación, se puede definir que la biodiversidad tiene dos dimensiones: la biológica y la cultural.
“Es importante definir la integración entre biodiversidad biológica y biodiversidad cultural, para de esta manera, vincularlos con los intereses económicos que se suscitan en nuestra región. Para ello, es muy importante establecer un desarrollo sustentable específico para integrar el ambiente, la sociedad y la economía de la región, y para ello, se necesitan políticas de estado que se apliquen rápidamente”, afirmó Ojeda.
Luego de que se conociera a través de un informe auspiciado por la ONU que un millón de especies está en peligro de extinción, Unidiversidad dialogó con Jennifer Ibarra, veterinaria y responsable de Fundación Cullunche. Actualmente, en nuestra provincia existen seis especies en peligro por razones de cacería.
En este sentido, para el investigador del Conicet es imprescindible entender cómo parte de la comunidad científica está dejando de pensar solamente en el tema académico y se está volcando a la integración de las estrategias necesarias para resolver los problemas que originan en nuestra región.
Principales amenazas en Mendoza
“En nuestra provincia hablamos de invasiones biológicas, de las especies exóticas introducidas en el territorio, que después se expanden teniendo distintos impactos en la vegetación, en el suelo o con otros animales”, remarcó el investigador.
“En Mendoza tenemos la introducción ajena de la ‘ardilla de vientre rojo’ en Tupungato, la cual se alimenta de frutos y nogales, lo que perjudica a toda la economía frutal de la zona; el ‘jabalí’ es otra de las especies que se han introducido en nuestro ecosistema sin revisar fehacientemente los pro y contra que podría tener este animal; y por último, podemos referirnos al ‘conejo europeo’, el cual ingresó por la zona de Barbas Blancas y proviene de la zona del sur de Chile, continuó.”
Cada vez se encuentran más poblaciones, caminos y zonas de nuestro país dañados por la degradación del suelo. Esto significa que hay más zonas áridas en nuestro territorio debido a las consecuencias climáticas y, sobre todo, al mal manejo de tierras que ha producido la mano del hombre.
Las pérdidas de biodiversidad más grandes de nuestra provincia
Para Ojeda es de vital importancia recordar que hasta el siglo pasado habitaba en Mendoza el Yaguareté o el Aguará Guazú, y que estas dos especies al día de hoy desaparecieron.
“Tenemos que recordar fundamentalmente la perdida de la laguna de Guanacache ha sido una de las grandes catástrofes o pérdidas de biodiversidad en la región cuyana. Lamentablemente, no sólo se perdió la parte biológica de esta área, sino que también resultó una importante pérdida patrimonial, relacionada con la cultura Huarpe que habitaba en la zona”, subrayó Ojeda.
Finalmente, el investigador del Conicet destacó: “Estas pérdidas están asociadas con el avance del hombre y sobre todo con lo relacionado a la agricultura, al avance de la tala de árboles -que perjudica ampliamente la fauna y la flora cada vez que se realiza un desmonte-, a la ganadería y a la plantación de soja”.
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