Estudiar en las facultades privadas de la provincia es cada vez más caro, y esta situación la dejaron entrever hace algunos días los alumnos de la Universidad del Aconcagua, quienes, en repudio a los aumentos arancelarios, realizaron protestas públicas. Por los índices de inflación, por el costo de vida o por el nivel académico que afirman brindar, los montos de las cuotas de estas instituciones aumentan dos veces por año, incrementos que en algunos casos significan hasta 30 por ciento anual, cuando incluso las consultoras privadas contrarias al Gobierno nacional estiman una inflación por año en casi 25 por ciento.

Lo cierto es que este tema ya comenzó a generar malestar e incertidumbre en un número importante de estudiantes. Según afirmaron las autoridades de las diferentes universidades, excepto de la Aconcagua, que no quisieron brindar información, no sólo aumentan las cuotas, sino también las matrículas, aunque en un modo proporcional se busca mejorar el sueldo de los docentes y del personal en general de cada institución. Los alumnos explicaron que esos aumentos salariales, en el mejor de los casos, no alcanzan el porcentaje de los incrementos arancelarios que se generan cada año.

Sin embargo, los responsables académicos negaron la falta de mejoras en el personal docente y administrativo, al tiempo que desestimaron que los ajustes generen un elevado porcentaje de deserción estudiantil, otra de las denuncias de los alumnos.

Reacomodo de tarifas. La verdad es que algunas más, otras menos, las instituciones aumentan las cuotas durante los primeros meses de cada año y repiten el ajuste terminando cada ciclo lectivo, respetando así una política propia. En el caso puntual de la Universidad Maza, la responsable del área de Comunicación, Fernanda Rivarola, indicó que "el último incremento fue en octubre del año pasado", el cual implicó tener que pagar 8 por ciento más por mes, mientras que este año el incremento de la cuota mensual será de 20 por ciento en abril y de 7 por ciento en octubre.

Esto significa unos 120 pesos más en el valor de la cuota, dependiendo de cada carrera. Algo similar ocurre en la Universidad de Congreso, considerada relativamente económica en cuanto a los costos globales a pagar y en comparación con el resto de las instituciones educativas privadas. En este caso, el incremento del primer semestre ya fue aplicado durante febrero, dejando la cuota mínima en 550 pesos y la más elevada en 630, según comentó la contadora Irene Casatti, quien agregó que el arancel volverá a subir durante la segunda parte de este año hasta alcanzar 30 por ciento anual. De esta manera, los alumnos de la UC terminarán el 2011 pagando una cuota mínima de 595 pesos, mientras que la más alta se irá a 685 pesos.

Una excepción. No pasa lo mismo en la Universidad de Mendoza. Su secretario administrativo, Carlos Picighelli, aclaró que si bien pueden aumentar el valor de las cuotas dos veces al año, el personal académico en conjunto con los alumnos tomó la decisión de dejar sin efecto el incremento correspondiente al segundo semestre, para evitar un impacto mayor en el bolsillo de los estudiantes. Esta casa de estudios cuenta con una cuota única y general para todas las carreras, que fue modificada por última vez en julio del año pasado, quedando en 690 pesos.

Asimismo, durante marzo de este año, ese valor volvió a subir, quedando en 850 pesos para lo que resta del ciclo lectivo. Ahora bien, según especificó Picighelli, el hecho de no volver a tocar los valores económicos implica que haya que dejar de lado ciertas obras edilicias y de infraestructura, pero aclaró que los sueldos del personal de la universidad sí serán mejorados a lo largo del año en una proporción más o menos equivalente al incremento de la cuota. 

Aumentos inevitables y beneficios

Si bien es política de las instituciones privadas realizar los aumentos de las cuotas y matrículas, los porcentajes y los nuevos costos de las mismas deben estar contenidos en una serie de parámetros que cada universidad contempla. Es decir, se realiza un análisis de la situación económica y académica del universo estudiantil en relación con el índice de inflación, pero el otro factor que juega en el análisis semestral es el rendimiento educativo y académico.

Es que sólo a los alumnos que siguen con sus estudios y llevan con cierto equilibrio sus carreras se les proporciona la beca completa o parcial, dependiendo de cada caso. Ahora bien, desde las instituciones afirmaron que es imprescindible efectivizar los incrementos arancelarios, porque es alto el costo de mantenimiento de una universidad privada, donde apuestan a tener todo tipo de equipamiento académico y tecnológico que fomente el desarrollo y el crecimiento intelectual de los chicos.

Pero son ellos, justamente, los más perjudicados. Hay muchos alumnos que no tienen apoyo económico de sus padres y deben sostener sus estudios con sus propios recursos, según coinciden las autoridades de las instituciones. Son estos los estudiantes más afectados a la hora de afrontar los aumentos semestrales.

Como consecuencia de este último factor, se estima que 20 por ciento decide abandonar los estudios, cuestión que cada facultad debe tratar de solucionar a través del otorgamiento de los beneficios de becas o reducción de arancel. En contraposición a lo afirmado por varios estudiantes, desde la Universidad de Mendoza se descartó de plano que tengan alumnos que decidan abandonar sus estudios por falta de dinero, aunque también reconocen que no tienen un sistema de becas que pueda ayudar a la contención de los más vulnerables a los aumentos. 

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