Memoria, verdad y justicia. No son tres palabras cualesquiera. Son tres consignas, tres máximas, tres conceptos. Son también tres banderas que movilizan a miles y miles de argentinos que se multiplican y proyectan en las nuevas generaciones.

Memoria, verdad y justicia comenzarán a vivir en Mendoza su cuarto capítulo el lunes, cuando comience un nuevo juicio por delitos de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983, cuando el país fue gobernado por una dictadura cívico-militar que dejó como peor saldo la desaparición de 30 mil personas.

De a poco, con paciencia, luego de una larguísima espera que incluyó la obediencia debida, el indulto y el punto final, la lucha de Madres, de Abuelas, de Familiares, de ex presos políticos, de HIJOS, de abogados comprometidos y de todos quienes acompañaron la búsqueda de la verdad comenzó a tener respuestas. Justo es decirlo: el Estado que antes había mirado para otro lado dejó de hacer la vista gorda y (sin olvidar ni justificar que avaló el ascenso del sospechado militar César Milani) dio impulso en todo el país a los juicios por los crímenes de la dictadura. También el compromiso y la valentía de fiscales y jueces permitió avanzar en esta cruzada histórica, que ahora se apresta a vivir un apartado trascendente en nuestra provincia.

Son 41 los imputados en esta megacausa, que arranca en apenas tres días y que involucra a cerca de 200 víctimas, entre ellas, más de 50 desaparecidos.

Los delitos por los que deberán responder quienes están acusados no son menores. Desapariciones, asesinatos, detenciones ilegales en centros clandestinos, torturas, violaciones, apropiación de niños, robos de bienes, omisión de investigaciones…

Hombres y mujeres (incluso embarazadas), ancianos, jóvenes y hasta niños son parte de la lista de quienes sufrieron el terrorismo de estado. Bancarios, periodistas, obreros, deportistas, representantes gremiales, estudiantes, profesionales, docentes, amas de casa, jubilados, políticos, militantes sociales… desaparecieron, fueron asesinados, o torturados, o violados, o detenidos en mazmorras clandestinas, o condenados por consejos de guerra en los que los propios verdugos fueron acusadores, defensores y jueces.

Del genocidio hubo responsables. Muchos están condenados y presos, otros también están condenados pero (por razones de salud) con prisión domiciliaria, algunos murieron y unos cuantos están imputados e investigados, como los que desde el lunes serán enjuiciados en Mendoza. Y entre ellos hay cinco ex integrantes de la Justicia federal, cuyas actuaciones en aquellos años grises, sospechadas de complicidad, serán revisadas ahora.

El valor que tienen estos juicios de lesa humanidad es incomparable y excede la sentencia, que podrá ser condenatoria o absolutoria, según cada caso. Estos juicios son reparadores, porque reconstruyen historias, porque permiten que los desaparecidos aparezcan –no en vida, claro– y porque cuentan con todas las garantías de la ley, las garantías que negaron los que hoy son juzgados.

Memoria, verdad y justicia en Mendoza, otra vez, desde el lunes. Memoria, verdad y justicia por los 30 mil. Sin rencores y como manda la ley.