Página 12 - Lunes 1 de julio de 2013
La posibilidad de exteriorizar dólares no declarados arranca hoy con los Cedin. El instrumento se podrá usar para la compra de inmuebles, para construcción y refacción, pero también como medio de pago para cualquier fin.
Por David Cufré
“En sesenta días el mercado inmobiliario vuela”, pronosticó el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, el día de la presentación oficial del proyecto de ley para la exteriorización de divisas. Eso fue a principios de mayo. Luego siguieron un rápido debate parlamentario, con aprobación holgada para el oficialismo, cuatro decretos para la reglamentación de la norma y numerosas reuniones con banqueros, inmobiliarias y desarrolladores. Hoy es el día del debut. Dentro de dos meses se verá si la estimación del funcionario resultó acertada o si la iniciativa con la que el Gobierno persigue objetivos a tres bandas se encamina a una frustración. El polémico blanqueo de capitales, como los que sancionaron en los últimos años Estados Unidos, Alemania, España, Suiza, Italia y Portugal, fue pensado por el Poder Ejecutivo como una respuesta a la disparada especulativa que exhibía por entonces el dólar ilegal –la burbuja se desinfló desde la aprobación de la ley, desde 10,45 a 8,05 pesos–, como un intento por reactivar el mercado inmobiliario y la construcción –dejando en suspenso la apuesta previa por la pesificación– y como una alternativa para incorporar dólares a las reservas del Banco Central, aunque sea de manera transitoria, en un año con declives. También es una invitación a quienes fugaron dólares los últimos años a incorporarlos a la actividad productiva, por ejemplo aportando financiamiento a inversiones de YPF.
El blanqueo quedó estructurado en tres instrumentos. Los dos primeros son títulos de deuda tradicionales, con una tasa de interés del 4 por ciento anual y vencimiento en 2016. Se trata del Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (Baade) y del Pagaré de Ahorro para el Desarrollo Económico (Pade). El destino de los fondos que se capten por esa vía será financiar obras de infraestructura y energía (básicamente de YPF). La suscripción de estos títulos empezará el próximo día 17. El otro instrumento es el Certificado de Depósito de Inversión (Cedin), que hoy sale a escena. El Cedin es en su origen una cédula hipotecaria que podrá utilizarse para la compra de terrenos, lotes o parcelas urbanas y rurales, galpones, locales, oficinas, cocheras, viviendas construidas, construcción de nuevas viviendas y refacción, ampliación y mejora de inmuebles, así como adquisición de materiales para la construcción. Quien aplique el Cedin para cualquiera de esos fines podrá canjear el certificado por dólares billete. Es la única forma de transformar el certificado en dinero contante y sonante.
Sin embargo, antes de eso el Cedin puede tener un largo recorrido. La razón es que el instrumento fue habilitado al mismo tiempo como un nuevo medio de pago. Se lo puede utilizar para comprar cualquier bien o pagar cualquier servicio, siempre y cuando el vendedor o prestador lo acepte. Ya sea un auto, una computadora, una heladera o un service. Los Cedin tendrán nominaciones de 100 a 100 mil dólares. Su fisonomía es como la de un cheque y su uso también se asemeja, sin límite en los endosos, con registración voluntaria de esos pases de mano, y sin fecha de vencimiento.
Accederán primero a los certificados las personas físicas o sociedades que blanqueen divisas. Tendrán plazo desde hoy hasta el 30 de septiembre, aunque el Gobierno se dejó abierta la posibilidad de una prórroga por otros tres meses. Podrán hacerlo mediante la entrega de dólares físicos en el país –en el banco donde operan habitualmente– o mediante una transferencia electrónica desde el exterior –también con su banco de cabecera–. Con los Cedin en la mano, podrán realizar cualquiera de aquellas operaciones inmobiliarias o de construcción citadas más arriba o venderlos en el mercado secundario: a través de la Bolsa de Comercio, bancos y casas de cambio. Aún es una incógnita la cotización que le asignará el mercado, pero las estimaciones previas indican que se ubicaría levemente por debajo del dólar blue. Sin embargo, también están apareciendo ofertas de desarrolladores inmobiliarios dispuestos a tomarlos hasta un 20 por ciento por arriba de su valor. Es decir, si el Cedin dice 1000, esos constructores lo aceptarán como si fueran 1200. Lo mismo empieza a mencionarse en el segmento automotor, con un diferencial del 10 por ciento.
Si el Cedin lo recibe el vendedor de un inmueble usado, podrá transformar el instrumento en billetes verdes en el mismo momento de la escritura. El único requisito es que el escribano interviniente comunique al banco que en la operación se usarán certificados, con un plazo mínimo de 48 horas, a fin de que la entidad financiera cuente con los dólares para el día indicado. Las otras opciones para ese vendedor son poner a circular el instrumento mediante la compra de otro inmueble, lote o materiales para la construcción (o el resto de los usos de ese tipo mencionados antes), pagar cualquier otro bien o servicio o vender el Cedin en el mercado secundario.
En bancos, en la Bolsa y en casas de cambio, o también de manera directa al poseedor del Cedin, se podrá comprar el instrumento en pesos. En ese sentido, el certificado operará como si fuera cualquier moneda extranjera: con una cotización y la posibilidad de comprarlo o venderlo como una inversión financiera. La zanahoria del Gobierno para que se desarrolle un mercado secundario con los Cedin es que se podrá “timbear” en blanco, mientras que con las operaciones con el dólar ilegal se ingresa en el circuito negro. Al mismo tiempo, el Gobierno les advirtió a los cambistas de la city que reforzará las inspecciones para castigar a quienes participen de la compraventa ilegal de dólares, y que dejará el campo abierto para las transacciones de Cedin. La jugada busca reducir las operaciones cambiarias ilegales a su mínima expresión, y con ello también su influencia sobre el resto de la economía.
El Gobierno aspira a que los actores grandes y medianos del sector de la construcción sean los primeros en blanquear, y que lo hagan por cifras importantes, y que luego pongan a circular los Cedin en el mercado secundario para que éste tenga profundidad. En la medida en que haya muchos Cedin dando vueltas, su utilización masiva puede prosperar. De lo contrario, será más difícil que tenga éxito. Hasta ahora, desarrolladores e inmobiliarias importantes vienen mostrando su disposición a hacer su aporte. Necesitan que el sistema se imponga para reactivar ventas y proyectos.
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