“El problema del ausentismo lo tienen todas las áreas, en especial en las entidades públicas. La Dirección General de Escuelas (DGE) ha logrado bajar bastante ese porcentaje. Cuando ingresamos, por fuentes informales, sabíamos que estábamos arriba del 30 o 32% y ahora en épocas pico llegamos al 16 o 17%, con un promedio mensual del 12%”. La frase pertenece a Ricardo Bologna, contador de la clínica Schweizer, la empresa que desde hace casi tres años presta el servicio de control de ausentismo al gobierno escolar.

La semana pasada, el Ministerio de Educación de la Nación presentó un informe sobre ausentismo docente en el marco de la Asamblea del Consejo Federal de Educación que reúne anualmente a las 24 jurisdicciones del país. Allí, Alberto Sileoni, titular de la cartera, recurrió al eufemismo de la sintonía fina y luego de recordar que tras 8 años de gestión “hay cuestiones que ya han quedado como logros de la gestión educativa: el valor del 6,47% del PBI en educación, los 45 millones de libros y 2.000.000 netbooks distribuidas en todo el país”, y advirtió de que: “Todos sabemos qué hicimos bien, qué no volveríamos a hacer y qué nos falta hacer. En la escuela pública argentina, sobre todo en la secundaria, el ausentismo es un problema serio”.

Según el informe, las principales causas del fenómeno son las enfermedades psíquicas, la atención a familiares enfermos y la dispersión de la carga horaria en varios establecimientos, por nombrar sólo las tres primeras. El reporte menciona, además, que las licencias cortas más solicitadas por los docentes son las correspondientes a enfermedades infectocontagiosas, las de la voz y las osteoarticulares, y en el caso de las enfermedades por largo tratamiento son en su mayoría de índole psiquiátrica.

Sin ranking local

Héctor Schweizer, socio gerente de la compañía, explicó: “Recibimos el llamado, lo procesamos y mandamos la información a la DGE. No hacemos estadísticas porque nuestra infraestructura está para otra cosa. No descarto que pueda hacerse y que sería una excelente herramienta, en especial si se encararan tareas de prevención”, y de esta manera eludió armar un ranking mendocino de patologías.

Por su parte, si bien Bologna admitió que las afecciones psiquiátricas son una de las principales causas, recalcó: “Las estacionales son las más fuertes, como las faringitis y los síndromes gripales. Las psiquiátricas son importantes, pero no son las más importantes”. De la misma manera, el contador explicó que no se puede trazar un promedio de días de licencia. “Según nos instruyó la DGE, si la licencia por este tipo de patologías es mayor a 10 días, debe pasar a una Junta Médica de la DGE. Nosotros las verificamos, constatamos que el docente esté en su domicilio y las derivamos”, detalló.

“Somos críticos al ver las licencias. No somos meros escribientes o verificadores de lo que dice el certificado médico. Chequeamos el estado de salud y vemos si podemos bajar la licencia, sin criticar si le dieron de más. Supongamos que recibimos una licencia de 15 días por gripe, controlamos a los 5 si ya está bien y se puede levantar la licencia. Lo hacemos con sentido común”, agregó Schweizer.

La empresa de medicina laboral presta el servicio desde agosto de 2009. Para ello recurre a 40 médicos distribuidos en todo el territorio mendocino para atender a los 50.000 docentes y no docentes alcanzados por el control. “Para cualquier entidad estatal o empresa privada el control es bueno porque en la relación costo-beneficio entre los días caídos y los días que se recuperan, el control del ausentismo le sale prácticamente gratis. Es decir, con los días que no se justifican y los que no se pagan de más, el servicio le sale gratis”, opinó Bologna.

A control realizado

Consultado acerca de las razones por las cuales cree que bajó el ausentismo, el contador respondió que se debe a que “se controla casi el 100% de los llamados, cuando antes se verificaba nada más que el 30% de las licencias cortas y las mayores de 10 días se derivaban a la Junta Médica. Entonces ahora hay más control”, y agregó: “Superamos el 90% de los controles de los llamados recibidos. Si hiciéramos menos, seríamos sancionados. Además, no nos pagan un canon mensual, sino que cobramos por lo que hacemos. La persona que no atiendo es plata menos. Lejos de no querer atender, hemos ampliado el horario de porque mientras más controlemos, para nosotros significa mayor facturación. Transpiramos en enero porque desde diciembre no pasa nada hasta marzo. Pero es parte del ciclo de negocios”, cerró.

Sin respuesta oficial

Diario UNO intentó desde el miércoles contactar a María Inés Abril de Vollmer, titular de la DGE. Primero se informó que respondería tras su regreso de la asamblea y luego que demoraría un tiempo más para reunir los datos requeridos para la entrevista periodística. Sin embargo, pese a haber sido gestionada con suficiente antelación, la entrevista nunca pudo concretarse.