Hacia fin de año prometen iniciar la construcción de la sede andina de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) en Bariloche. El campus universitario se extenderá en un terreno de 25 hectáreas en un área de futuro crecimiento de la ciudad. Se levantará a partir del resultado de un concurso nacional de anteproyectos que abarcó un master plan y varios edificios planificados en etapas por razones de presupuesto.

El plan maestro contempla una superficie cubierta total de casi 27 mil m2, subdivididos en tres etapas de construcción, de las cuales la primera y la segunda corresponden a este llamado a concurso, que generó no pocas polémicas (ver Un concurso... en la pág. 10). La primera etapa contempla la construcción de las aulas, oficina de alumnos, sala de profesores y laboratorios de docencia e investigación; unos 3.500 m2.

Según el jurado, el primer premio fue adjudicado a la propuesta de los arquitectos Gastón Flores, Leandro Barreiro y Mariano Albornoz, que aprovecha el valor paisajístico del sitio y su topografía en todas las escalas de resolución y resuelve eficazmente la envolvente con criterios bioambientales.

Los proyectistas enfrentaron un doble desafío: acomodar un programa complejo en un terreno con características climáticas y topográficas muy determinantes. Desde las primeras decisiones de implantación, el equipo de Flores (autor del CMD y de la reforma del CPAU) tuvo en cuenta el acceso al sol, la protección frente al viento predominante del oeste y la compacidad de las envolventes edilicias.

Con esas premisas dispusieron tres cuerpos edilicios en forma de arco cerrado al Sur y abierto a las vistas y al asoleamiento al Norte, Noreste y Noroeste, que contienen las aulas y laboratorios. “Los bloques estarán emplazados en un punto alto del terreno y recostados sobre la pendiente. De esa forma se logró un adecuado acceso al sol y una buena protección del viento en los espacios exteriores inmediatos y en las fachadas con predominio de superficie vidriada, optimizando de esta forma la captación solar y reduciendo las pérdidas de energía”, detalla la memoria descriptiva.

Frente a este conjunto, el proyecto plantea el uso de la ladera norte como espacio de expansión y recorrido de acceso peatonal, incorporando senderos y zonas de permanencia al aire libre.

En cuanto a la implantación propuesta, el fallo del jurado destacó la conectividad con el acceso peatonal previsto al Norte, como también posibles ingresos a la zona deportiva y residencial. Además ponderó que la ubicación de las construcciones en los bordes del terreno reconoce la futura trama en desarrollo.

La disposición de los diferentes cuerpos edilicios aprovecha la topografía del terreno natural utilizando las pendientes, zonas elevadas y depresiones existentes para reducir el impacto en el sitio y minimizar el movimiento de suelos. El acceso principal al conjunto se plantea desde la calle que bordea el predio por detrás y a mayor altura. “En esta zona central y elevada se genera una suerte de plaza que concentra los accesos y vinculaciones a los edificios del auditorio, aulas y laboratorios y biblioteca”, dicen los autores.

El edificio destinado a biblioteca posee una cubierta verde y está emplazado sobre una olla natural. Esta depresión genera un espacio exterior acotado y protegido del viento, que puede ser utilizado para su propia expansión. Para el edificio de dormis y hotel, los proyectistas eligieron un emplazamiento más alejado, aprovechando otro punto elevado con excelentes vistas. La zona deportiva se localiza hacia el extremo oeste del predio, con un edificio lineal cubierto (canchas, gimnasio y vestuarios) para bloquear los vientos fuertes del oeste.

Acordeón solar

El proyecto ganador del segundo premio, de los arquitectos Faivre, Faivre, Raichi y Viterbo, propone una serie de edificios con una envolvente plegada, similar al fuelle de un acordeón, que responde a un estricto criterio de diseño bioclimático.

El jurado ha destacado “la imponente imagen institucional” lograda por este proyecto al plantear una galería semicubierta de acceso que vincula las funciones de los tres pabellones en una cabecera que incluye todas las funciones convocantes. Pero en cuanto a la implantación y orientación de los pabellones, el jurado sostuvo que se fuerza la solución tecnológica para lograr captación solar. En efecto, este equipo fue el único de los premiados que no orientó los edificios en el eje este-oeste.

Juego morfológico

Con un esquema de circuitos bien diferenciados, la propuesta que se adjudicó el tercer premio, de los arquitectos Alonso, Crippa y Jinchuk, divide el terreno en cinco sectores con características particulares.

El proyecto plantea un sistema circulatorio plano y de ancho variable, siguiendo una cota natural que atraviesa el sitio en sentido Norte-Sur conectando todas las áreas del programa: edificios, plazas e infraestructura. Sin embargo, según el jurado, la propuesta no consigue adecuar la implantación edilicia a los accidentes topográficos naturales.

Un acierto de este proyecto fue la sencillez del sistema constructivo planteado: columnas y tabiques de hormigón, cerramientos prefabricados, madera en estructura y carpinterías y cubierta de chapa.

Todas las propuestas debían garantizar la economía y facilidad de construcción, operación y mantenimiento. En las bases se establecía concretamente un costo máximo de construcción de 4 mil pesos el metro cuadrado cubierto y de mil el descubierto.

http://www.clarin.com/arquitectura/campus-incrusto-barda_0_469753044.html