En un escenario político igual o más complicado que en 2012, el Gobierno vuelve a la carga con su intento de modificar la Constitución (la reelección de cargo de gobernador sigue en la lista de temas a discutir) con encuesta en la mano y con la convicción de que en la Legislatura le falta obtener cuatro votos de la oposición para lograr su objetivo.

La semana pasada, antes de viajar a la India y a China, Francisco Pérez se reunió con el vicegobernador Carlos Ciurca y le planteó, al menos, tres misiones: una, reordenar al PJ; dos, unificar los bloques del oficialismo en la Casa de las Leyes, que está partido como consecuencia de las disputas internas y, por último, volver a intentar que se apruebe la ley que declara la necesidad de la reforma.

La primera tarea difícilmente se concrete, la segunda está en vías de poder cumplirse y la tercera está porverse.

Ciurca le planteó al gobernador un escenario optimista en cuanto a la cantidad de votos opositores que faltarían para lograr la sanción de la ley que habilitaría el proceso de reforma y permitiría avanzar durante el 2014.

En este sentido, le aseguró que los votos en el Senado ya están –el oficialismo precisa, al menos, 26 senadores que respalden el proyecto de Pérez– y la clave estaría en Diputados.

Allí, para alcanzar los dos tercios necesarios, a Pérez le harían falta, por lo menos, cuatro votos más de los que ya contaría, una misión que hasta el momento parece imposible.

En la Cámara Baja, Paco depende de que algún diputado radical de los que responden a la conducción partidaria de Alfredo Cornejo (los diputados de Roberto Iglesias votarán a favor de la reforma) levanten la mano, hecho que el propio Ciurca aún no puede garantizar.

Pérez, la semana anterior, jugaba con un par de variables. Una de ellas era que la elección interna de la UCR mellara un poco la posición de Cornejo dentro del partido, cosa que no sucedió.

Es más, el intendente de Godoy Cruz le ganó en su territorio al capitalino Víctor Fayad, otro de los aliados de Paco en su cruzada reformista.

Y también el gobernador sigue con atención el recambio de autoridades partidarias que se dará en los próximos meses en el radicalismo. Cornejo le cederá su lugar en el Comité Provincia a Sergio Pinto, que será secundado por el ex titular de OSEP y referente del cobismo Marcelino Iglesias. El propio Marcelino se encargó de sepultar hace unas semanas cualquier ablandamiento en la posición de su partido. “Si hay un tipo antirreformista, ese soy yo. No hay dudas de que me opongo a este intento piloto de Pérez“, dijo públicamente.

No se baja de la reelección

El pedido para una vuelta a la discusión política entre Gobierno y oposición por la reforma de la Constitución, Pérez lo hará en su discurso del 1 de mayo ante la Asamblea Legislativa y es un reflejo de que la vía rápida que el gobernador había encarado para lograr la reforma se paralizó.

Esto es, llamar a una elección constituyente tomando la convocatoria trunca del proceso de reforma encarado en 2001 por el entonces gobernador Iglesias.

Luego de que Mario Adaro, ministro de la Suprema Corte, les dijera a sus pares y al propio Pérez que respaldaría un eventual pedido de inconstitucionalidad ante ese atajo institucional, Paco desaceleró. “La verdad es que esa idea siempre fue una maniobra para mandarle el mensaje a la oposición de que íbamos a avanzar en la reforma con o sin ellos. Pero Paco se entusiasmó demasiado y llegó muy lejos con ese tema”, se sinceró un legislador del PJ.

Él, como Ciurca, compartieron la estrategia de provocar a los radicales, pero nunca estuvieron de acuerdo en que esa maniobra se llevara a la práctica.

Pérez apuesta también a las encuestas que le acerca Mario Riorda, su asesor principal en estas cuestiones de sondeos a la opinión pública. Según dice, el 60% está a favor de cambiar la Constitución y más de la mitad no cree que el plan del gobernador sea un globo de ensayo para la reelección de la presidenta Cristina Fernández.

Más allá de esto, el gobernador no descarta la posibilidad de lograr su propia reelección, punto que se trabó en la discusión con la UCR y el PD el año pasado. Su argumento es que, si resigna la posibilidad de ser reelecto, se vaciará de poder al otro día.