Por primera vez el Instituto Nacional de Vitivinicultura tendrá la capacidad de fiscalizar a nivel molecular el origen de un vino, desde el momento de su nacimiento en la viña hasta cierto punto del proceso de elaboración. Esto es posible gracias a la llegada de un equipo para identificar el ADN de las plantas, el cual garantizará la correspondencia total con vides certificadas de origen indudable. Es decir que si un empresario desea comprar una producción de uvas Malbec, con este análisis tendrá la absoluta certeza de que las cepas son 100% de dicha variedad.

Además, será útil para conocer hasta qué punto del proceso de elaboración de un vino pueden encontrarse rastros de ADN, a los efectos de poder controlar con mayor precisión si la producción es genuina.

La novedad será presentada hoy a las 9 en una conferencia de prensa en la sede del INV, junto con otros tres aparatos nuevos para la detección de aromas: uno para control de anhídrido sulfuroso, un cromatógrafo gaseoso y un autoanalizador de componentes orgánicos del vino.

La inversión supera el millón de pesos, pero es parte de un plan quinquenal de modernización de equipos para las 17 delegaciones de todo el país, que ya sumó un total de $32 millones.

Más allá de los costos, estas incorporaciones le permiten al INV tener la misma capacidad de fiscalización e investigación que los principales productores de vino del mundo.

Guillermo García, el titular del INV, dijo que “se compraron estos equipos para mejorar el control de los vinos previo a su exportación y para que la fiscalización esté al servicio de cuidar la genuinidad de lo producido. Esta estrategia tiene varias partes: una de investigación, por eso la incorporación de laboratorios; otra, el avance de las plantas de microvinificación dentro del propio instituto; el laboratorio de biología molecular, para la enología del detalle, y el control sanitario que garantiza la autenticidad de los vinos”.

El 50% del financiamiento de la adquisición se hizo a través del programa de Servicios Agrícolas Provinciales (PROSAP) y el resto con fondos propios del INV.

Un estudio preciso

Luciana García, responsable del incipiente laboratorio de biología molecular –aún están esperando algunos de los aparatos– explicó que para poner en marcha este laboratorio lo primero es poner a punto la técnica para registrar los datos. Luego hay que ir hasta la planta, en algunos lugares ya seleccionados, y se tomarán muestras de las hojas cuando recién estén brotando, porque es el momento de mayor presencia de ADN, ya que hay menor interferencia del resto de las sustancias que se encuentran en una célula.

Con el registro de ese primer momento se hará un banco de datos, con plantas certificadas de origen indudable. “Esto nos permitirá comparar con las muestras que nos vayan llegando posteriormente y el resultado del análisis debe tener una correspondencia entre los marcadores característicos de la variedad del 100%, si no no se puede decir que una planta es Malbec”, añadió.

La profesional también detalló que el INV podrá estudiar con exactitud “hasta cuándo podemos encontrar rastros de ADN en un vino ya elaborado, para determinar si el varietal declarado por el productor es genuino. Es decir, sabemos que en el momento de la fermentación todavía podemos encontrar ADN, pero probablemente luego de un período de guarda ya no se pueda identificar. Esto es así, porque en los diferentes procesos de vinificación se va degradando el ADN de la uva utilizada”