Luego de casi cuatro años, el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Juan Cornelio Moyano, que atesora un vasto material científico y de colección, será reinaugurado este jueves.

Allá por finales de mayo de 2011 cerró sus puertas y comenzaron las obras de remodelación, que duplicaron el plazo estimado de finalización.  En el medio, idas y venidas que se sumaron a décadas en donde sólo se emparcharon las grietas, para que el edificio con forma de barco ubicado en el extremo sur del lago del parque General San Martín pueda ahora abrir sus puertas a todos aquellos interesados en conocer un poco de las ciencias.

Cuando usted ingrese verá, abierto para todo público, un café que no es un café cualquiera. Allí se podrá sentar en sillas diseñadas  por el difunto arquitecto César Janello, en 1947, inspiradas en el ilustre modelo BKF, y tendrá al alcance de sus ojos la postal del pulmón verde más grande de la ciudad.

A pocos pasos, también en planta baja, observará vitrinas con piedras, recursos naturales, muestras geológicas, instrumentos de minería históricos, reactivos y drogas que usaban los científicos a principios del siglo pasado y materiales telúricos como espuelas, estribos elaborados por jesuitas y un mate italiano con forma de pipa, propiedad de familias de abolengo.

Pero tal vez lo que más atraerá su atención será el esqueleto de Lucerito, la jirafa que murió por ingerir una bolsa de nailon en el Zoo local, que demoró dos años en ser armado y esperan que sea fuente de inspiración tanto para estudiantes de veterinaria como de otras áreas.

Cuando suba al primer piso –por ascensor o escalera– se le presentarán dos salas con equipamiento de punta y obsesivo empeño laboral en el armado.

Una, que es la de la Tierra, con paneles didácticos sobre el origen del universo y restos fósiles de dinosaurios hallados en la provincia por mendocinos. La otra es de la Biodiversidad o de fauna y medio ambiente, que comparte vitrinas y grandes peceras sin agua en donde posan animales embalsamados de todas partes del mundo, donde cuelgan colecciones de mariposas y en donde se enseña, principalmente, el ecosistema propio. Hay hasta pichiciegos, un animal, digamos, mezcla de quirquincho y oveja.

Los animales tuvieron que ser reacondicionados uno por uno, lo que significó un largo proceso, en donde inclusive se perdieron algunos, fruto del descuido que habían sufrido durante muchos años, explicaron los responsables del museo.

Ya en el segundo piso verá que sólo reina una sala: la de Antropología. Si usted se entusiasma con las culturas nativas, inca, andina o mexicana, allí encontrará un extenso acervo de reliquias constituido por manualidades, piezas originales del Perú, una bandera wiphala tejida por pueblos originarios e infografías que relatan hechos históricos.

Hay equipamiento

Todas las ventanas tienen filtros UV en los vidrios y black out, y hay una gran cantidad de acondicionadores de aire que mantienen la temperatura a 20°C, porque es un edificio que está muy expuesto al sol por su ubicación.

Tiene también alarmas y cámaras de seguridad para proteger todo su patrimonio.

Amplios sanitarios en cada uno de los niveles ofrecen un servicio de confort para sus visitantes.  

Palabra autorizada

“La sala tiene una parte de ciencias de la Tierra, que comienza con el origen del universo y termina con la formación de la cordillera de los Andes. La segunda parte de la sala tiene la evolución de los organismos y todas las eras geológicas: Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica. Y tiene algunos restos fósiles de los dinosaurios como el Mendozasaurus, que es un dinosaurio saurópodo titanosauriano que vivió hace 88 millones de años y que yo lo descubrí”, contó el paleontólogo Bernardo González Riga, investigador del Conicet y asesor de Patrimonio de la provincia.