La puja legislativa tuvo una tregua de 15 días, pero el pronóstico del duelo es reservado. El oficialismo ofreció un gesto político al radicalismo y al PD para darle  sanción en la Cámara Baja al paquete de proyectos de la reforma política y poder incluirlos en el debate de la enmienda constitucional en el Senado. UCR y PD dicen que valoran el gesto del PJ, pero ellos se mantienen en la postura de negarse a discutir eso que tanto quiere el gobernador Francisco Pérez.

El problema es que en el Senado ni oficialismo ni oposición tienen los votos para aprobar nada. Entonces, será necesario abrir un espacio de negociación para que nada quede en vía muerta. Hay condicionamientos y voluntades que no parecen dispuestas a flexibilizarse. Parece, a priori, que todos se encuentran en un callejón sin salida en el que las dos reformas chocarán.

El miércoles arrancaba con la promesa de una sesión caliente en Diputados. La semana pasada UCR y PD le habían planteado el ultimátum al oficialismo para forzar el tratamiento de tres leyes conocidas como “Reforma Política”: desdoblamiento de fechas electorales y boleta única, financiamiento de campañas y ética pública.

El ultimátum era producto de la inactividad de los expedientes en la comisión de Legislación y Asuntos Constitucionales (LAC) de Diputados, donde el PJ tiene mayoría. Así es que los proyectos no tenían despacho y no podían subir al recinto para votarlos. Pero los números que no daban en la comisión si los tenían los dos partidos de la oposición en el recinto: así es que habían amenazado con votar ayer la preferencia con o sin despacho de comisión. Esto significaba que la semana que viene sí o sí los tres proyectos serían votados y como entre UCR y PD suman 25 de 48 miembros, eran suficientes para darles sanción.

El viernes el Poder Ejecutivo mandó lo que el oficialismo llama la “Reforma institucional”, que incluye dos de los tres proyectos que empuja la oposición y ayer patearon el tablero, cambiando de actitud y creando las condiciones para barajar y dar de nuevo.

Casi a mediodía, el vicegobernador Carlos Ciurca, las autoridades de cámara y bloque del PJ y los referentes de sus aliados salieron a mostrar un frente en favor de las iniciativas de la UCR y el PD y, por vía de ese gesto, dar las garantías para debatir la “Reforma institucional”.

Pero más aún, hasta el propio Ciurca dijo algo que supuestamente bajaría la ansiedad opositora: “Queremos que esto sea un gesto. Con nadie se ha hablado de reelección. Cualquier punto se puede sacar si es para poder avanzar en algo mucho más importante que es la reforma constitucional. Es factible y es probable la renuncia de Pérez y la renuncia de Ciurca. No hay ningún punto que sea condición para el debate”.

La movida de piezas que alteró las condiciones del tablero se trata de allanar el debate en Diputados, dónde la oposición tiene mayoría. Entonces esas tres leyes deberán llegar a la Comisión de LAC del Senado, donde también está la reforma de Pérez. La apuesta del PJ es clara: en la Cámara Alta, con sus aliados que lo acompañaron ayer suman 23 votos, más que los 16 del UCR, PD y el Pro. Es decir, para que prosperen las tres leyes, deberían sumarse votos del bando oficialista y el peronismo quiere la Reforma Institucional.

En este escenario parece que todas las reformas morirán en el Senado. A no ser que la frase que Ciurca sea la salida: “No hay ningún punto condicionante para que se debate la reforma parcial”. Y la palabra parcial la dijo dos veces.