El Sol - Lunes 27 de mayo de 2013
Funcionó por primera vez en 1934 y estuvo cerrado en las últimas tres décadas. Ahora reabre sus puertas. Los hijos de sus creadores y vecinos reavivan su identidad.
Norma Gladys Pilar Lucero –o Porota, como la bautizaron de pequeña– nació en el cine teatro Imperial, de Maipú. Fue en la sala de proyección durante una función de matiné a las 17.15 de un 12 de octubre de 1949. Su papá, Oscar Saturnino Lucero, fue uno de sus dueños y el encargado general de ese espacio, que marcó un antes y un después en la vida cultural del departamento, a partir de 1934.
"En ese momento, vivíamos arriba del teatro mientras mis padres construían una casa cerca. Se ve que mi mamá no podía esperar y había una función. Enseguida llamaron a la partera y nací. Después me dijeron que Luis Sandrini me tuvo a upa. Desde entonces, mi niñez estuvo marcada por este cine. Todo esto es un vagón de recuerdos para mí", confiesa Porota, quien aguarda "con muchísima alegría" que el Imperial vuelva a abrir las puertas después de permanecer cerrado por más de 30 años.
La esperada reapertura ya tiene fecha: será el jueves 6 de junio, después de tres años de iniciar el proyecto de remodelación patrimonial. Las obras se habían planeado por 941 mil pesos, pero, entre la inflación, las dos adjudicaciones de obras e imprevistos "de último momento", la Municipalidad de Maipú terminó desembolsando unos 7 millones de pesos.
Según Cristian García, director de Cultura municipal, se conservó la misma fisonomía de los años 30, aunque se incorporó tecnología nueva, como un sistema de frío/ calor y otro contra incendios, que garantizarán más seguridad y confort en la gran sala, ubicada desde siempre entre calles Perón y Pescara. "En vez de que se convierta en una fábrica de pastas o en una playa de estacionamiento, decidimos poner en valor nuestro patrimonio", contó ayer el funcionario.
Entre la nostalgia y la expectativa
No hay casi vecinos en Maipú que no guarden alguna anécdota vinculada al cine teatro Imperial. Es que, desde julio de 1934 –cuando se inauguró–, hasta mediados de los 80 pasaron por allí cuatro generaciones. Consultados por El Sol, muchos que conocieron el teatro, y otros que no lo vieron por dentro pero escucharon de sus padres o abuelos alguna historia, tienen algo para recordar sobre el mítico lugar, donde se proyectaron películas nacionales y hasta extranjeras, sobre todo, de origen italiano.
Humberto Disparti tenía 13 años cuando cerró el teatro para convertirse en una entidad bancaria. "No me voy a olvidar las películas de Porcel y Olmedo, o de Palito Ortega. Yo viví al frente del teatro y veníamos siempre con mi papá, porque no había tele y era la única distracción. Creo que todos estamos expectantes con esta reapertura. A mi hijo seguro lo traigo a la inauguración", se entusiasma Humberto.
Sin embargo, ni él ni Porota, hijos de dos fanáticos del cine, mantuvieron la misma pasión por la industria del celuloide. "No somos cinéfilos. Yo no pisé nunca más un cine, desde hace 35 años. No es porque me quedé pegada a una época pero creo que lo disfruté cuando era chica. Ahora pienso que me aburriría", cuenta Porota y en lo mismo coincide Humberto, quien dice: "Yo no voy al cine casi nunca, pese a que disfruté mucho de chico".
Estela Miranda, vecina del distrito de Gutiérrez, aún se acuerda de cuando iba al cine en un taxi con su marido para ver los estrenos del mes. "Era el único lugar que teníamos para ver cine. Nos llevaba un amigo de la familia, porque auto no teníamos y era muy lejos para caminar", señala, y agrega: "Vamos a ver qué traen ahora. Me gustaría volver a ese lugar. Tengo lindos recuerdos".
Porota Lucero es otra de las memoriosas. "Cambiaron mucho las épocas. Nada que ver el cine de antes. Antes, la gente del campo llegaba al cine en bicicleta, la guardaba en el pasillo. Después se iba con la misma. Nadie le había robado o se la había cambiado por una más vieja. Mi papá salía cada noche con un portafolio con toda la recaudación y nunca le robaron nada", cuenta la mujer que aún conserva en su casa una suerte de museo histórico heredado de su padre: un cortinado de terciopelo rojo que tenía la función del telón; un proyector, viejos celuloides; cintas llenas de polvo y hasta una pantalla de más de cuatro décadas.
Bruna y Guido Fraccaro viven hace 55 años en la misma cuadra del cine teatro. "Era tarde y escuchábamos los gritos de las chicas cuando pasaban las películas de Sandro. Lo mismo con Palito Ortega. Eran largas las colas en la boletería", cuenta Bruna, a quien una vez le desapareció la bijouterie de oro que sólo usaban para las noches de cine.
"Ahora es todo muy informal, pero en ese momento, ir al cine era un gran evento. Me ponía lo mejor que tenía", agrega la vecina, y promete volver esta vez con menos oro y sólo con las ganas de "revivir buenos momentos del cine argentino". Aunque ya no estén sus ídolos Libertad Lamarque, Tita Merello o Niní Marshall.
Un negocio que pasó de mano en mano
El cine Imperial se inauguró el 28 de julio de 1934, después de dos años de obras. La construcción comenzó luego de que el viejo cine teatro Splendid –ubicado en el mismo lugar– se incendiara y quedaran sólo ruinas. Fue la familia Schiavonne la dueña de ese emprendimiento inmobiliario. Mantuvieron el negocio los descendientes pero, en pocos años, lo vendieron a cuatro familias de la zona: los Lucero, los Paoletti, los Nahman y los Malagh, que compraron el cine teatro y lo explotaron como sociedad hasta los años 80, cuando el Banco Credicoop adquirió el lugar. En una sala pequeña del edificio funcionó un centro cultural del Municipio hasta que este decidió comprar el edificio entero en el 2009 con la idea de convertirlo en patrimonio mendocino.
Mucha variedad y entradas populares
El cine teatro Imperial ya tiene prevista su propuesta cultural: abrirá el 6 de junio con la idea de ofrecer un ciclo de cine nacional todos los miércoles y jueves con material cinematográfico del INCAA (el Gobierno nacional financió parte del equipo nuevo de proyección); los viernes y sábados habrá teatro local y nacional, y los domingos, tres funciones de cine: en la tarde películas infantiles y luego estrenos de cine comercial.
La entrada para el cine costará 10 pesos en todos los casos y habrá descuentos para estudiantes y jubilados. Desde el 31 de este mes habrá una semana con visitas guiadas para dar a conocer la historia del lugar. La invitación es para ex trabajadores, vecinos, prensa y artistas.
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