Si en 2013 un alumno rompe un vidrio del colegio adonde asiste o comete alguna falta grave, muy probablemente no sea expulsado, pero su padre será corresponsable de lo que haga el chico, lo que implica que deberá sacar plata de su bolsillo o disponer de su tiempo para corregir lo que su hijo hizo en un momento de “travesura”.

Esto es parte del nuevo sistema de sanciones que la Dirección General de Escuelas (DGE) tiene previsto implementar en 2013 para las escuelas secundarias y que, dicen, tiene como objetivo evitar la deserción escolar.

Por eso, se decidió ir contra el actual sistema de sanciones y el régimen de inasistencias (ver aparte) para reducir los porcentajes de abandono.

Durante la explicación del presupuesto para la DGE que ayer dio la titular de la cartera, María Inés Abrile de Vollmer, ante diputados y senadores habló más de política escolar que del presupuesto en sí y sirvió para que ahondara un poco más en el régimen de sanciones que enterrará en el pasado a las tradicionales amonestaciones.

Según explicó la funcionaria, el sistema está basado en el que se usa para el carnet de conducir por puntos. Es decir, cada alumno comenzará el ciclo lectivo con una cantidad determinada de puntaje y, ante cada falta, éste irá bajando.

Para esto habrá una escala de cinco tipos de faltas diferentes: leve, moderada, intermedia, grave y muy grave. Cada vez que el chico cometa una falta recibirá una sanción. Pero, en el caso de las graves y muy graves, la sanción no será automática.

En estos casos, el director propondrá una sanción que será analizada por el Consejo de Convivencia Escolar, que además deberán citar al padre del alumno en falta ya que aquél será corresponsable de lo que haya hecho su hijo.

Allí, el consejo podrá decidir llevar adelante lo que se denomina “acción de reparación”, explicó Vollmer, quien agregó: “Si el alumno la hace bien, puede recuperar puntos. Nos basamos en el sistema de carnet de conducir porque en el caso de las amonestaciones, éstas suman y la idea en este caso es que el alumno no llegue nunca a cero”.

Una vez que el padre sea citado por el Consejo de Convivencia, se le hablará de lo que hizo su hijo y se exigirá una reparación, que incluso puede llegar a ser económica, dejó entrever Abrile de Vollmer.

En caso de que no tenga dinero, se exigirá la participación del padre mediante otro tipo de reparación. Por ejemplo, si lo que hizo el alumno fue manchar las paredes, la escuela comprará la pintura pero será el progenitor del chico el que deberá pintarlas, explicó Vollmer.

“Va a ser muy difícil hacer al padre corresponsable. El mandato lo tendrá el consejo; el padre tiene que sentarse ante ellos. Ya hay algunas escuelas que tienen el sistema y andan bastante bien”, manifestó la funcionaria, quien señaló que serán capacitados los docentes y los directivos, pero también los padres, porque “el proceso de reparación no puede ser una pavada porque si no, se hipoteca el sistema”, explicó.

La idea del Consejo de Convivencia y de la participación de los padres tiene también otro punto de importancia y es que los progenitores de los “chicos problema” no asisten al colegio, afirmó Abrile de Vollmer, quien agregó que tampoco firman las amonestaciones que actualmente se le aplican a los alumnos.

Al caerse las amonestaciones y pasarse al régimen por puntaje, también habría menos posibilidades de que los alumnos sean expulsados de la escuela y esto coincide con reducir la deserción escolar.