El Sol - Jueves 31 de octubre de 2013
Una bodega lo implementó primero y, luego, en el 2010, el Estado extendió la idea para eliminar el trabajo infantil. De 20 iniciales hoy hay 106. El eje: la integración.
Las políticas vinculadas a la erradicación del trabajo infantil continúan marcando la realidad de miles de familias que habitan en zonas rurales o que solamente se trasladan hasta allí para trabajar temporariamente en época de vendimia.
En Mendoza, el proyecto se llama Buena Cosecha y consiste en brindar centros educativos para contener a los menores de edad mientras sus padres trabajan en la viña y en otro tipo de cosechas.
En la provincia funciona formalmente desde el 2010 y, a sólo cuatro años de su implementación, es notable la aceptación de esta propuesta y cómo se tradujo en un aumento. Es que, según datos del Ministerio de Gobierno y de la Dirección General de Escuelas (DGE), el plan provincial comenzó con sólo veinte centros temporarios distribuidos en toda la provincia y actualmente hay en todo el territorio nada menos que 106, que están articulados con 22 organizaciones no gubernamentales.
Asimismo, el desarrollo de este plan se observa en la cantidad de docentes que trabajan en la propuesta: comenzaron 68 maestros y hoy son 319.
Sergio Ink, director de Educación en Gestión Social, manifestó que la tendencia “sigue creciendo” y todo indica que, en los próximos años, el trabajo infantil, al menos en el campo, podría convertirse sólo en un mal recuerdo. Esto, si el Estado provincial, junto con los municipios y el Ministerio de Trabajo de la Nación –los tres actores involucrados en esta iniciativa– siguen garantizando la partida presupuestaria para continuar con la actividad educativa durante todo el verano.
Colonias de verano pedagógicas. “Ya son 16 los municipios que han implementado el concepto de colonias de verano pedagógicas”, señala Ink y aseguró que para este año ya se está trabajando articuladamente con los municipios, ONG y hasta con los sindicatos para generar la mayor cantidad de matrícula durante el verano.
Sólo Capital, por ser zona urbana, y Malargüe, donde se espera abrir algún centro educativo para el 2015, son los que no tienen un centro de contención de estas características. En el departamento del Sur, la cosecha de la papa es importante y no sólo se desarrolla durante febrero y marzo, por lo que el Ejecutivo analiza la posible apertura en otros momentos del año.
Guardería todo el año. Los centros educativos que están inmersos en el plan Buena Cosecha surgieron en el 2010 con un funcionamiento de no más de dos meses al año (febrero y marzo, justamente porque es la época pico de cosecha de uva). Sin embargo, en los últimos dos años, esta modalidad se extendió durante los demás meses debido a las diferentes producciones rurales.
“En el verano, la matrícula se acrecienta. En el resto del año, estos centros son jardines y escuelas tradicionales y también muchos tienen actividades propias de una guardería del plan Buena Cosecha. La necesidad ha surgido de la propia comunidad”, indicó Ink.
Algo diferente sucede con los centros educativos especiales que contienen a niños de 5 a 15 años, pues sólo funcionan como centro recreativo en el verano, ya que durante el ciclo lectivo tienen la obligatoriedad de cursar el contenido que exige la DGE.
Cuáles son los contenidos. Según el titular de Educación de Gestión Social, son muchos los contenidos no tradicionales que preservan al niño o al adolescente de trabajar en el campo junto con sus padres. Durante las cinco–y hasta ocho– horas en que funcionan estos centros se ofrece estimulación temprana, desarrollo infantil, prevención de la salud, educación nutricional, recreación con juegos en equipo, trabajo físico y, sobre todo, mucho deporte. “Esto, sin dejar la perspectiva pedagógica e inclusiva de respeto por la diferencia. Incluso, se fortalece el aprendizaje de los pibes con apoyo escolar si venían flojos en el año”, explicó Ink. Además de la atención pedagógica, también se garantizan la alimentación, el transporte y el traslado de los hijos de los obreros rurales.
Un nuevo protocolo. Si bien ya hay un centenar de centros educativos en época de cosecha, recién a mediados de este año, la DGE comenzó a trabajar en la creación de un protocolo especialmente basado en la consulta a todo el personal docente y actores de la comunidad rural.
De esta forma se sistematizó la información para encarar el abordaje de niños y adolescentes que provienen de diferentes culturas (en el Este, por ejemplo, hay una fuerte presencia de comunidad boliviana). “Se trabajó de forma interministerial para conocer más de cerca la realidad rural y así trabajar mejor en lo pedagógico”, contó el funcionario.
Convenio en San Martín. El Municipio de San Martín cuenta con ocho jardines temporarios desde que se inició el proyecto Buena Cosecha y es uno donde mejor funcionan los centros de gestión social y educativa. El gobernador ya firmó un decreto avalando la apertura de los jardines con apoyo monetario. De hecho, se destinaron para este año 35 mil pesos para cada una de las guarderías durante el verano.
Nelly Negri, directora de Niñez y Adolescencia de la Comuna aseguró: “La demanda ha sido cada vez más fuerte y siempre hay lugar para todos. Sólo tenemos jardines maternales que, en vez de cerrar, siguen abiertos todo el año pero siempre cumpliendo una gran función social”.
Crotta, la pionera
En el 2008, la empresa Bodega y Viñedos Crotta, de San Martín, fue la primera en implementar una guardería para contener a los niños de los cosechadores durante el verano. Esa modalidad, dentro del concepto de Responsabilidad Social Empresaria (RSE), tuvo tanto éxito que el Estado provincial levantó el guante y comenzó a extender estas iniciativas socioeducativas por toda la provincia.
La empresa montó un jardín maternal en una de sus fincas y un sistema integral destinado a atender la educación y la salud de los niños de 0 a 12 años, que habitualmente acuden con sus padres a las viñas, en el período de cosecha. El establecimiento cuenta con asistencia médica, orientación psicológica para el niño y la familia, desayuno y merienda.
La propuesta, denominada Guardería en Vendimia, incluye diversas acciones. Con los más pequeños (de 0 a 5 años), un equipo de profesionales realiza tareas de estimulación temprana, cuidado maternal y promoción de hábitos de higiene; mientras, con los chicos que están en edad de ir a la escuela, las actividades varían de acuerdo con el calendario escolar.
La iniciativa fue premiada en varias ocasiones y hasta fue evaluada como “altamente positiva” por los actores que participaron en ella.
Cambio de paradigma
El flagelo del trabajo infantil dista de haber encontrado una solución en nuestra provincia pero se ha dado un paso importante en su lucha para erradicarlo. Se trata de acciones sostenidas en el tiempo, con planes que se vienen profundizando y ampliando, que están dando resultados alentadores: se abren cada vez más guarderías para hijos de cosechadores y trabajadores del campo local. Sin dudas, se trata sólo de un sector de la población, por lo que Mendoza debe trabajar duro en el corto, mediano y largo plazo para salir de esta encrucijada y cambiar el paradigma en toda la provincia. El camino realizado hasta aquí da buenas señales y merece ser destacado. Así, que los jefes de familia que deben trabajar en el sector rural, de manera permanente o temporaria –aun con irregularidades laborales– tengan la posibilidad de dejar a sus hijos en buenas manos, es un alivio inconmensurable para sus crudas realidades. Y a esto, si se le suma que reciben educación y un empujón efectivo hacia la escolarización futura, el esfuerzo hecho vale el doble. Sólo resta esperar que el apoyo a esta política inclusiva no se detenga y que se incorporen otros actores y sectores para abarcar todas las áreas laborales y productivas donde pueda haber un niño trabajando.
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