La Nación- Lunes, 14 de marzo 2011
Son las personas con VIH, inmunosuprimidas, con discapacidades y con enfermedades crónicas, como la diabetes
Ser diabético o portador del VIH, tener una cardiopatía o cáncer en la sangre o haber nacido con un desorden genético causante de discapacidad motriz o neurológica tienen algo en común: la necesidad de cuidar adecuadamente la salud bucal para evitar otras complicaciones.
Y son tantas las precauciones que hay que tomar con estos pacientes al planificar un tratamiento o la atención de una emergencia en la boca que en el Hospital Odontológico Universitario, que funciona en la Facultad de Odontología de la UBA, se crearon dos clínicas para atender a pacientes de alto riesgo (Clapar).
En una, la Clapar 1, los especialistas reciben a chicos y adultos portadores del VIH, con sida u otras condiciones que alteran el funcionamiento del sistema inmunológico, como puede ser un trasplante. En la Clapar 2, en cambio, se atiende generalmente a adultos con enfermedades cardiovasculares y respiratorias, diabetes, cáncer, insuficiencia renal, síndromes de origen genético, como el de Down, enfermedades raras y discapacidad motriz y de los sentidos.
Desde la creación de la primera clínica, en 1993, por el cuarto y el quinto pisos del sector A de la facultad, que es donde funcionan por separado las Clapar 1 y 2, ya pasaron unos 6055 pacientes. En la Clapar 1, cada año se atienden unas 2000 personas y se realizan unas 10.000 prestaciones de servicios. En tanto, en la Clapar 2 se realizan unos 1800 tratamientos por año. La consulta cuesta 3 pesos, los aranceles son bajos y, si la asistente social lo determina, la atención de los adultos es gratuita.
Los pacientes llegan por dos caminos: con una orden del médico de cabecera o de un servicio especializado de un hospital público o privado o la derivación desde la Guardia Odontológica, ubicada junto a la entrada de la facultad, sobre la calle Marcelo T. de Alvear (informes: (011) 4964-1200, interno 1151).
"En ambas clínicas, la actividad es multidisciplinaria y hay mucha demanda... Tanta que ya no nos alcanzan la infraestructura, el equipamiento ni el personal", comentó la profesora doctora María Beatriz Guglielmotti, decana de la Facultad de Odontología de la UBA.
Además de los odontólogos entrenados en manejo de estos problemas, los grupos de trabajo se completan con asistentes sociales, psicólogos y especialistas en infectología, cardiología, metabolismo, etcétera, que siguen un protocolo de atención.
"La odontología y los 35.000 metros cuadrados que ocupa el edificio de la facultad y el hospital universitario tienen un antes y un después del VIH y los cuidados para evitar su transmisión", dijo el profesor doctor Héctor Alvarez Cantoni, vicedecano de la facultad, que destacó la importancia de que los pacientes informen a su odontólogo sobre toda infección o enfermedad crónica antes de iniciar un tratamiento.
"Aquí, por ejemplo, a un paciente inmunosuprimido no le haríamos jamás un injerto con biomateriales porque se infectará -dijo-. Sí se lo podríamos hacer a un diabético o a una persona con leucemia, pero con muchos controles antes y después. Y estas decisiones en la atención no son para discriminar, sino para evitar más complicaciones."
Es que, según los ejemplos que mencionaron los expertos, la simple extracción de un diente a un paciente de alto riesgo puede causarle una infección grave o, si tiene problemas cardíacos, complicarle aún más el estado de salud general.
Secuencia ordenada
Tanto el director de la Clapar 1 como la directora de la Clapar 2 coincidieron en la importancia que tiene la decisión terapéutica a tomar con el estado en que se encuentra la enfermedad con la que llegan estos pacientes de alto riesgo.
"Hay momentos en la evolución de una enfermedad sistémica que obligan a que la atención odontológica siga una determinada secuencia (...) Y esto es, justamente, lo que justifica la existencia de centros como éste -indicó el profesor doctor Aldo Squassi, director de la Clapar 1-. En nuestros pacientes, que tienen las defensas debilitadas, la agresión que no le causaría ninguna respuesta a una persona sana les provoca una respuesta mayor."
Por su parte, la profesora médica Liliana Nicolosi, directora de la Clapar 2, comentó: "Si bien nuestra obligación es preservar la salud de los pacientes con riesgo médico y discapacidad, obviamente podemos postergar la atención odontológica si la enfermedad está inestable o en un estado agudo. Nuestros pacientes suelen estar en una situación de emergencia que exige un tratamiento odontológico particular. Por esto es tan importante el conocimiento de los protocolos de atención de estas condiciones". Es que muchas enfermedades crónicas causan también problemas en la boca que, sin la atención indicada, se complican. Algunas son la diabetes, el sida, la leucemia o el tabaquismo, entre otras.
En tanto, en las personas con discapacidad motriz, ceguera, sordera, síndromes neurológicos o desórdenes de origen genético, la principal complicación suele estar en la posibilidad que tienen los pacientes de comprender la indicación que da el odontólogo para poder trabajar.
"Es una de las áreas que cubre la Clapar 2 y que más derivaciones reciben, porque los pacientes con una enfermedad genética que les provoca discapacidad o con enfermedades raras no pueden ser bien atendidos en otros lugares -explicó Nicolosi-. Y siempre la dificultad depende del tipo de discapacidad: si el paciente llega con algún grado de deterioro cognitivo, por ejemplo, pedirle que abra la boca y colocar los instrumentos puede ser una gran problema."
En esos casos, a diferencia de otros países, la herramienta para lograrlo no es la anestesia general, sino la motivación y la sedación consciente para realizar el tratamiento.
"El equipo está formado por especialistas en discapacidad con reconocimiento nacional e internacional y una psicóloga que monitorea todo lo que sucede durante la atención, en la que participa la familia -precisó la especialista-. Ayudan a los odontólogos a hacer mejor su trabajo."
Boca a boca
Además de la derivación que realizan otros médicos, fundaciones y asociaciones de pacientes, muchísimos personas llegan por la recomendación de otros pacientes, a los que se les trataron caries, se les hicieron extracciones o se les controlaron infecciones o la enfermedad periodontal, además de tratar de incorporarlos a un programa de atención que permita mejorar el cuidado habitual de la salud bucal.
Eso incluye la enseñanza de las medidas básicas de higiene, como el cepillado y el cambio de hábitos. "No importa cuál sea el tratamiento o la complejidad del paciente. Aquí, la prioridad es la prevención a través de la higiene bucal", dijo Guglielmotti. Para Alvarez Cantoni, en tanto, "las medidas de higiene deben ser lo más enseñado, pero lo menos difundido (...) La población sabe que debe limpiarse la boca, pero no lo hace bien ni se controla adecuadamente."
Y en los pacientes de alto riesgo odontológico, como en la población general, "el control de la placa bacteriana es la primera medida de cualquier plan de tratamiento", indicó Squassi.
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