En enero de 2010, la Agencia Espacial Europea, denominada ESA por su sigla en inglés (European Space Agency), comenzó a construir en Malargüe una poderosa antena que le permitirá a esta institución estudiar el espacio profundo, es decir, todos los objetos celestes que no son del Sistema Solar (como cometas y planetas). De esta manera, Mendoza se integró a una de las agencias espaciales más importante del mundo, dentro de la que ocupará un rol preponderante.

Según explicaron las autoridades de la ESA, que estuvieron presentes en la puesta en funcionamiento de este aparato de 35 metros de diámetro y 45 de alto, incluso en la NASA "están envidiosos de la calidad de las antenas que está aplicando Europa". Así lo expresó el director de Ciencia y Exploración Robótica de la ESA, el español Álvaro Giménez Cañete.

"La NASA tiene un equipo parecido a éste pero mucho más antiguo. Por ese motivo están deseosos de que tengamos un sistema tan moderno, porque es más eficiente", explicó.

Sucede que ambas agencias espaciales colaboran mutuamente en muchas de sus misiones. "Por ejemplo, tenemos una misión de la ESA que, en conjunto con la NASA, logró aterrizar en Titán, a 1.500 millones de kilómetros de la Tierra", destacó.

La antena que fue construida en el árido suelo malargüino fue denominada DSA 3 y forma parte de un trío conformado por sus hermanas DSA 1, ubicada en Australia, y la DSA 2, que se encuentra en España.

"Esta antena (la de la Malargüe) puede hacer cosas que las otras no. Porque puede usar bandas de frecuencia que no están disponibles en las otras. Además, cuenta con mejor tecnología de recepción que permite que pueda tomar un 15 o 20% más de información del satélite. Esto me da más precisión", informó el gerente del proyecto DSA3, el italiano Roberto Maddé.

"Necesitábamos tres antenas porque no son satélites que den vueltas alrededor de la Tierra. Están lejos y cuando la Tierra rota los perdemos de vista. Con tres antenas cumplimos cualquier punto del universo en cualquier momento", agregó Giménez Cañete.

"Con esta antena estamos abriendo una ventana al Universo. Vamos a obtener los datos de los satélites que tenemos lejos de la tierra, de esos que no están orbita. Para eso necesitamos una antena potente y muy eficiente", adhirió.

Para estudiar planetas

Uno de los tantos usos que pretende darle la ESA a la enorme parabólica instalada a 35 kilómetros de la ciudad de Malargüe es el de estudiar al vecino planeta rojo. "Marte es uno de los destinos más interesantes para nosotros. Nosotros intentamos estudiar sus propiedades y características geológicas y mineralógicas. Sobre todo, conseguir la evidencia de la existencia de agua en el pasado, de lo que existen algunas pruebas", refirió el director de Ciencia y Exploración Robótica de la ESA.

Sin embargo, las aspiraciones de la ESA van mucho más allá. "En el futuro estudiaremos Júpiter, que se encuentra a 900 millones de kilómetros de la Tierra. Y en 2014 vamos a observar una cometa a cinco o seis unidades astronómicas de nuestro planeta. Éstas están hechas de hielo y se dice que el agua de nuestro planeta viene de ahí", informó el gerente del proyecto DSA3, Roberto Maddé.

Además, también estuvo presente en la puesta en funcionamiento de este aparato el director de Vuelos Tripulados y Operaciones de la ESA, el alemán Thomas Reiter. El mismo, además de ocupar un elevado cargo en la institución europea, ha viajado al espacio en dos oportunidades como astronauta.

Toda la información que procese la base DSA 3 de Malargüe será recibida en la base de la European Space Operations Centre (ESOC), con base en la ciudad de Darmstadt, Alemania. Además, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales de nuestro país contará con un 10% del tiempo de uso de esta antena para realizar sus propias investigaciones.