Página 12 - Martes 20 de mayo de 2014
En una discusión con académicos y funcionarios, la representante argentina Marita Perceval acuñó esa categoría. También pidió “democracias intensas”. Gentili sobre desigualdades. El ángulo brasileño. La postura del PNUD.
Por Martín Granovsky
Desde Nueva York
La embajadora argentina en la ONU sonrió cuando un colega le dijo: “Gracias a Marita Perceval por este debate fuera de la caja”. La “caja” pareció una alusión a cierta grisura burocrática que impregna el intercambio público en Naciones Unidas y que cada tanto rompen o los cinco del Consejo de Seguridad cuando aprueban una intervención militar o los países periféricos cuando logran cambiar el sentido común de las discusiones.
Perceval abrió un seminario auspiciado en la ONU por la misión argentina y por la embajada sueca y organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y el OLA, el Observatorio Latinoamericano de la New School. Fue la conclusión de otro encuentro de OLA y Clacso en la propia New School. En ambos casos el tema fue planteado así: “Treinta años de democracia en América latina: logros, procesos y desafíos”.
Fundada en 1919 por un grupo de intelectuales que buscaban un sitio de debate libre, la New School llegó a contar con John Maynard Keynes de profesor. En 2003 y 2004, el presidente Néstor Kirchner convirtió al lugar en uno de sus espacios de contacto internacional. El periodista y profesor universitario Ernesto Semán le acercó al economista Paul Krugman, con quien Kirchner mantuvo un diálogo público. Krugman, como Joseph Stiglitz, desplegaba una visión heterodoxa sobre la deuda externa argentina. Ambos estaban a favor de su reestructuración con quita después del default decretado por el entonces presidente Adolfo Rodríguez Saá a fines de 2001.
“Un hombre de acción y un hombre de pensamiento”, resumió entonces la senadora Cristina Fernández de Kirchner, mirando primero a Kirchner y después a Krugman. “Yo pienso también”, ironizó Kirchner ante su esposa y principal asesora.
También la New School, donde el economista Michael Cohen dirige la Maestría de Relaciones Internacionales, fue la sede donde el consejero exterior de Luiz Inácio Lula da Silva, Marco Aurélio García, dijo en 2006 una frase muy utilizada luego por dirigentes y presidentes de la región: “Por primera vez Sudamérica tiene presidentes que se parecen a sus pueblos”. Se refería sobre todo a Evo Morales, un aymara, y a Lula, un tornero. En la mesa redonda en la que habló participaron el flamante canciller de Bolivia, David Choquehuanca, y Cristina Kirchner, muy activa en jornadas de diplomacia pública.
El debate de 2006 se desarrolló en un salón histórico del centro universitario, el Orozco. José Clemente Orozco, uno de los tres grandes muralistas mexicanos, junto con David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera, en menos de dos meses de 1931 dedicó una sala a la “hermandad universal”. Hay escenas de la Revolución Mexicana y varias figuras reconocibles. Una de ellas, Gandhi. Otra, Lenin. En un costado, Stalin. Más allá de juicios históricos, la sala es una joya del muralismo y sólo alguien con criterio stalinista borraría a Stalin, pero por si acaso, en 2006, los participantes del panel eligieron poner la mesa en la pared de Gandhi.
El análisis
Sin necesidad de decidir murales de fondo, en el tramo de la ONU de las actividades de Clacso y Ola, la embajadora argentina, una profesora universitaria de Filosofía que antes de llegar a la ONU fue senadora nacional oficialista, recomendó pensar en “democracias posibles”, aunque de inmediato dijo que las posibles “son las democracias necesarias, donde las organizaciones civiles hicieron experiencias para defender los derechos humanos y los recursos naturales”. “Miremos lo que nuestras propias sociedades han ido generando y comparemos con otras geografías”, recomendó. Alertó contra etapas basadas “en una corporación política que sólo mira sus propios intereses” y pidió “incluir a todos en el debate público, para democratizar la palabra”.
Para la representante en la ONU, “la clave es construir Estados de derecho que respeten y promuevan los derechos, y democracias intensas”.
Marten Grunditz, el embajador sueco, participó del encuentro como representante de un país que sigue manteniendo la cooperación con la investigación en ciencias sociales a través de la Agencia Sueca para el Desarrollo Internacional. La entidad tiene una característica: sólo firma acuerdos si ve que hay garantías de que la investigación tenga un nexo concreto con políticas públicas de reducción de pobreza y desigualdad. Grundiz destacó la vigencia de la cooperación entre la ASDI y Clacso y la inscribió dentro de lo que describió como una tradición de apoyo a la democracia y los derechos humanos en América latina.
Pablo Gentili, el secretario ejecutivo de Clacso, recomendó “más de democracias que de democracia en América latina”. Y al meterse con la historia recordó una frase de su abuelo, a quien describió como un inmigrante italiano pobre y cocinero. “Cuando yo le preguntaba el porqué de algo, él antes de responder quería saber en relación con qué se lo preguntaba.”
“Siempre hay que tener en cuenta el contexto de lo realmente existente en el mundo o de lo que realmente existió en América latina”, dijo Gentili. “En relación con nuestro pasado, América latina está mucho mejor por el esfuerzo de consolidación democrática realizado desde el Estado y desde la sociedad. La democracia quedó erigida como un valor, y esto es evidente cuando la democracia es sometida a prueba: se genera una reacción de defensa muy fuerte. La mayoría cree ya que la democracia y su mantenimiento son necesarios. Lo que se discute es cómo ampliarla.”
Para Gentili, uno de los activos de los últimos años es la “estabilidad económica lograda mientras se desarrollaba la crisis” iniciada en 2008, porque América latina “resultó mucho menos afectada que por otras crisis”. Agregó el secretario de Clacso, una entidad académica regional que desde 1967 coordina centros de investigación y hoy articula a 370 sitios donde se produce nuevo conocimiento en ciencias sociales: “El futuro de la democracia está indisolublemente unido al futuro de la igualdad y la justicia social. En muchos de nuestros países disminuyó significativamente la pobreza. Es un buen resultado de las políticas públicas y de la movilización y la lucha social. Pero persisten procesos de acumulación de riqueza que tornan muy desigual al continente. Es un gran problema para la democracia. La producción de riqueza crea pobreza. El Estado empuja a los pueblos hacia arriba y el mercado los repele y produce pobreza. El mercado de trabajo continúa relacionado con el racismo y la discriminación de género. En Brasil, muchas mujeres negras consiguen entrar en las facultades de Medicina. Es un hecho revolucionario si tenemos en cuenta que todavía una mujer negra médica gana un 40 por ciento menos que un colega blanco y hombre”.
Gentili, que fue director de Flacso Brasil, vive en Río de Janeiro desde hace 21 años y tiene una fluida relación personal con Lula, se mostró preocupado por “la violencia que afecta en lo más crudo y duro a los jóvenes pobres”, que arroja como resultado la muerte de un joven negro cada 30 minutos. A su criterio, ese tipo de violencia tiene tres fuentes originarias: “violencia policial, violencia de los entornos familiares y violencia de pandillas”.
Región única
Como parte de ese encuentro con un tono fuera de caja, el representante alterno de Brasil en la ONU no pareció sentirse violentado con las palabras de Gentili. Guilherme de Aguiar Patriota, quien antes de llegar a ese puesto fue asesor de Marco Aurélio García, dijo que “nuestra región es única por la forma de consolidación de la democracia, después de los períodos de terror del siglo XX y luego de la historia sangrienta de varios siglos de colonización europea, con su contenido antihumano y los terrores del período colonial, de los que se habla muy poco”. Afirmó que “los países en desarrollo antes fueron colonias, y no sólo sufrieron por serlo sino que muchas veces sus riquezas fueron el pago de acuerdos entre las potencias coloniales”.
“Durante demasiado tiempo la región no gozó de la libertad necesaria para expresar su conciencia de igualdad social, una conciencia que incluyera por supuesto la igualdad de los indígenas y los afrodescendientes.”
Al ceñirse a la cronología que daba título al encuentro en la ONU dijo Guilherme Patriota que “los avances de los últimos 30 años fueron significativos, aunque tengamos pendientes siglos de déficit sociales”.
El representante alterno brasileño también calificó de “inaceptables” los índices de homicidio y buscó poner un marco internacional. No habló de correlación de fuerzas, aunque su explicación sonó a resultado de un crudo análisis de poder. “Los avances son frágiles. En la ONU la lucha es diaria. No hay una visión común a todos de que éste, el de la búsqueda de mayor igualdad, sea el camino a seguir. Y es el camino, junto con darle el lugar merecido a la política como instrumento de valorización democrática sin caer en la tendencia de los medios a tratar la política como una cosa de segunda clase.”
El representante alterno de Brasil volvió a referirse a los grandes medios en otro tramo, en relación con articulaciones poderosas. Un concepto suyo: “Discutamos la concentración de medios, a veces en varias familias o incluso en una sola”. Un mensaje para los Marinho, de la Red Globo. Otro concepto: “La violencia es un instrumento del conservadorismo, para difundir una cultura del miedo contra segmentos más pobres, los negros, los que no tienen condiciones de expresión suficientes”.
El encuentro en la ONU fue la ocasión para que estrenara su cargo la nueva directora regional para América latina del PNUD, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Jessica Faieta, ecuatoriana, con un paso por Buenos Aires durante la crisis de 2001, pidió manejarse “con una concepción más amplia de la democracia, que implica una dimensión integral de la ciudadanía civil, política y social”.
Dijo que en los últimos años “los Estados introdujeron importantes reformas, inclusive modernizando sus constituciones para ampliar derechos, y los países incrementaron los niveles de desarrollo humano e inclusión social”.
Un ejemplo de esas políticas es que “América latina mejoró los niveles de gasto social por persona en momentos en que otros países del mundo realizan lo contrario”. En el continente, según Faieta, “los ciudadanos se manifiestan en las calles y en los medios electrónicos”. Los protagonistas de estos movimientos son “sectores jóvenes y de capas medias, y pueblos originarios”. Avanzó el reconocimiento de derechos a las mujeres, “pero el 30 por ciento de participación de mujeres en los parlamentos sólo se alcanzó en 8 países de la región, y solo un 11 por ciento de mujeres son jefas de gobiernos locales”.
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