Corre lenta, silenciosa y casi sin ser vista; ayuda a mantener las áreas cultivadas y parece ser vital en los años de emergencia hídrica. Se trata del agua subterránea que en Mendoza se configura como un recurso clave para hacer frente al clima desértico.

De la necesidad de conocerla, cuidarla y evitar que se siga contaminando surge la propuesta de un investigador del Centro Regional Andino, organismo local dependiente del Instituto Nacional del Agua (INA), para crear un mapa determinando el nivel de vulnerabilidad de los acuíferos de la provincia. Esta información podría colaborar con el planteamiento del ordenamiento territorial de Mendoza.

"Lo que se busca es conocer las características intrínsecas de un acuífero que hacen que tenga más posibilidades de ser impactado por un agente contaminante", explicó el ingeniero Amílcar Álvarez, investigador en el área de Hidroquímica.

Según aseguró el experto, actualmente la zona más vulnerable del oasis norte se encuentra en las márgenes del río Mendoza (10 kilómetros a cada lado) desde Cacheuta hasta Lunlunta.

"Se trata de un sector de acuífero libre en el que cualquier vuelco puede percolar y en el que se concentra la mayor actividad industrial", expuso.

Otro factor que también determina la vulnerabilidad es la altura de las napas. "Si el agua está a 50, 30 ó 20 metros bajo tierra se considera alta porque el riesgo de contaminación es mayor", informó Amílcar Álvarez.

Distribución de actividades

Una vez realizado este mapa, se debería trabajar para que las actividades potencialmente más contaminantes del agua subterránea se alejen lo máximo posible de las zonas más endebles.

"No hablamos de prohibir sino de que se ejerzan mayores controles y requisitos para el tratamiento de los efluentes según donde estén ubicadas las industrias", especificó y habló también de direccionar lentamente la actividad industrial hacia sitios de menor vulnerabilidad donde el tratamiento de sus desechos líquidos sean menos costosos.

Uno de los puntos que el ingeniero propuso para que se establezcan las industrias en un futuro es Santa Rosa, cerca de Las Catitas.

"Es un lugar ideal porque está cerca de una ruta internacional, hay energía eléctrica y combustible. Lo que habría que favorecer es el desarrollo urbanístico y realizar un nuevo acueducto", se explayó el hombre que también habló de la zona norte del departamento de Lavalle.

Diagnóstico actual

Nicolás Martinis, responsable del sector de agua subterránea del Instituto, ofreció un pantallazo general sobre el estado actual de los acuíferos de la provincia.

En primer lugar, recalcó que si bien son el primer recurso que se explota en los años de emergencia hídrica, estos también tienen menos agua. "Si hay menos agua en los ríos, la recarga de los acuíferos también es menor", aseveró y deslizó que en Mendoza se puede considerar ?normal' hasta cinco años secos seguidos.

"Luego, cuando viene un año rico, las reservas en los acuíferos se compensan y los embalses subterráneos se rellenan", aclaró a la vez que confirmó que en la parte norte de Mendoza hay 16.000 pozos de los que solamente funciona la mitad.

En cuanto al estado de los acuíferos señaló que únicamente se puede considerar "sano" el tercer nivel que se encuentra 180 metros bajo tierra. El primero y el segundo están salinizados y contienen concentraciones de nitrato en el agua que la hacen que no sea apta para el consumo humano.

"El problema es que una vez que se contamina un acuífero no es fácil recuperarlo porque el movimiento es de cinco centímetros por día y se requiere una gran cantidad de años para lograrlo", remarcó.

Para él, las causas más frecuentes de la contaminación del recurso subterráneo son la explotación excesiva, la mala disposición de los efluentes industriales, los pozos sépticos, las cloacas mal construidas, hasta la actitud de particulares que arrojan desechos a los cauces o tiran la basura en lugares no habilitados.