Laura Salinas y Gustavo Martínez conservan la esperanza de ser padres desde hace 12 años. Sin embargo, durante todo ese tiempo no han podido concretar el sueño porque los tratamientos de fertilización asistida que ellos necesitan están fuera de su alcance económico.

Por eso, la sanción en Diputados de la Nación de una ley que reconoce la infertilidad como una enfermedad les llenó el pecho de alegría. Esta norma obliga a que todos los tratamientos, desde el diagnóstico hasta las técnicas de creación de un embrión en laboratorio, sean cubiertos por las obras sociales, las prepagas y el mismo Estado.

Aunque saben que es un pequeño paso, que falta la aprobación de Senadores y una reglamentación acorde, lo importante es que ese paso fue dado en nuestro país.

Esa alegría se nota en la voz de Laura, quien cuenta rápidamente los días de incertidumbre, cuando aún no sabían por qué no quedaba embarazada.

El testimonio de Laura

“A mi esposo, que ahora tiene 42 años, a los 20 le diagnosticaron un cáncer de testículo y nadie en ese momento le aconsejó preservar sus espermatozoides antes de la quimioterapia. Un poco después, nos conocimos. Yo tengo ahora 30 años y nos casamos hace 14 años, muy enamorados. A los dos años empezamos a buscar un bebé y, como no lo lográbamos, fui como cualquier mujer normal al ginecólogo. Me hicieron todos los estudios de rutina: análisis de sangre, ecografía, Papanicolau y al él un espermograma. Al final nos informaron que estaba todo bien, que podía ser la ansiedad. Pero nadie nos decía que podíamos tener un problema de infertilidad y nosotros seguimos intentado. En un momento, hasta nos dijeron que mi marido no tenía esperma y que buscáramos donante. Ahora, otros estudios comprobaron que sí tiene esperma, pocos, pero tiene”.

Un sueño posible

Para esta pareja, la sanción definitiva de la ley de fertilización asistida le daría la posibilidad de intentar otra vez, si el tratamiento actual que llevan adelante no diera resultado, la fertilización in vitro mediante la inyección intracitoplasmática de un espermatozoide (ICSI).

“Estamos por pedir un préstamos por $15.000 y lo tendríamos que devolver en 5 años, de acuerdo a lo que ganamos ambos con nuestro empleo. Si no logramos quedar embarazados ahora, tendríamos que esperar ese tiempo para reunir otra vez ese dinero. Pero sería mucho más difícil ya que la reserva ovárica disminuye luego de los 35 años. Además, no es solamente el tratamiento, son los medicamentos para poder estar en condiciones de hacerlo”, razona Laura.

Estos medicamentos para estimular el desarrollo de una buena cantidad de óvulos cuestan alrededor de $6.000.

El texto de la ley es tan amplia, pensada de este modo en el Congreso para facilitar su aprobación, que no especifica cuestiones prácticas, como si las obras sociales cubrirán todos los intentos, a cualquier edad y teniendo o no pareja.

El diputado nacional Jorge Albarracín (UCR) dijo al respecto: “Sólo quedó aclarado el caso del acceso a los procedimientos de fertilización asistida a los menores o personas que por alguna enfermedad deben preservar su fertilidad antes del tratamiento para salvar su vida. Todos los otros aspectos pensamos que es mejor que queden en la reglamentación”.

En este mismo sentido, Antonio Martínez, director del Instituto de Medicina Reproductiva, opinó que “será necesario aclarar estos temas porque tienen implicancias éticas importantes. Se cruzan los derechos del paciente, del bebé y del médico, porque un profesional puede negarse a realizar un tratamiento si así lo considera. De todos modos, es muy bueno que el Congreso discuta estos temas”.