Puede haber muchas necesidades básicas en el postergado barrio La Favorita, Ciudad, pero los propios vecinos admiten que una de las deudas históricas que, hasta ahora, no fue saldada es el desconocimiento de los ciudadanos sobre sus derechos ciudadanos y sobre cómo aplicarlos en proyectos que motoricen un cambio.

El reclamo fue absorbido en el 2010 por estudiantes de las carreras de Derecho e Historia de la UNCuyo, quienes se empaparon del problema y se animaron a formular un proyecto que acaba de ser aprobado y financiado (con 30 mil pesos) por la universidad pública, a través del Programa Gustavo Kent, de Inclusión Social e Igualdad de Oportunidades.

El proyecto comienza formalmente en agosto y consiste en brindar talleres intensivos sobre tres ejes: formación de contenido municipal, comunicación efectiva y resolución de conflictos. El fin último es cortar con el círculo vicioso del clientelismo político y el asistencialismo y, si hay derechos, que se hagan oír con más propuestas que provengan de los propios habitantes, según sostienen los autores de la iniciativa.

Serán, en principio, tres talleres intensivos al mes, aunque los estudiantes de la UNCuyo aseguran que "lo peor es imponer" y prometen flexibilizar la frecuencia de los cursos, el lugar, los contenidos, y adecuar la oferta según las necesidades que surjan en cada encuentro. Sin dudas, que haya dos escuelas en el barrio del oeste, que aún sus habitantes no puedan votar allí y que tengan que ser traslados por un partido político, es una forma de violentar los derechos ciudadanos, explican los ideólogos del proyecto, en coincidencia con los vecinos.

"La idea es sumar un granito de arena y que los vecinos conozcan sus derechos, que sepan canalizarlos a través de la presentación de proyectos formales", explicó Diego Nievas, profesor de Historia y coordinador de la escuela. La última instancia será que entre los "alumnos" se elabore una propuesta que se destine a las autoridades municipales o provinciales, según el problema en cuestión.

AGENTES MULTIPLICADORES. La escuela está destinada a los habitantes más activos del barrio y referentes de las 18 uniones vecinales que alberga La Favorita. Según las estimaciones del proyecto, son 55 vecinos los beneficiarios directos de la capacitación y otros 2.000 los que aprenderán los conocimientos principales de forma indirecta. "No podemos imponer que vengan todos, pero sí pretendemos que los vecinos más activos sean agentes multiplicadores con sus pares", agregó Nievas.

La Favorita se encuentra 10 kilómetros alejado del centro urbano y el transporte público es insuficiente. Sólo una línea sube allí desde hace treinta años y los vecinos aún esperan que se cumplan las promesas de fortalecer el servicio. Entre los formadores confirmados está el concejal de Capital Alberto Montbrun, que además es el director técnico del proyecto de la Escuela de Ciudadanía, ya que es el titular de una cátedra en la facultad de Derecho de la UNCuyo. "Estoy enamorado de esta iniciativa. Es un gran avance en materia de construcción ciudadana", planteó ayer.

SOSTENIBILIDAD EN EL TIEMPO. La intención no es extender los cursos de capacitación a largo plazo, sino que concluyan los talleres en noviembre y dejar el espacio lo suficientemente fortalecido como para que los vecinos sostengan la autogestión a través del tiempo. De hecho, uno de los puntos del programa de la UNCuyo lo tiene previsto: "La última etapa es una instrucción para capacitadores, para lograr una continuidad en el tiempo y que no desaparezca la instancia formativa una vez terminado el programa, como así también que exista un traspaso de los conocimientos con los agentes que remplazarán en el futuro a los actuales miembros participantes", señala el escrito.

Ángel, un vecino de La Favorita que participa en diferentes tareas comunitarias del barrio, asegura que la tarea de la UNCuyo y sus hacedores "es fundamental para fortalecernos entre los vecinos". Si la escuela cumple con las expectativas, sus autores prometen replicar la idea en otros barrios, donde también abundan las necesidades y falta participación ciudadana.

“Nos falta de todo”

Ángel, un joven de 32 años que vive desde los 5 en el barrio capitalino del oeste, se entusiasma con la escuela y explica a este diario: "Nos falta de todo, y la preparación académica o el hecho de aprender a gestionar es lo que más falta, porque acá siempre prometen y nunca hacen nada, y no tenemos cómo reclamar nuestros derechos".

Ángel lo ejemplifica con el problema crónico del transporte: "Hace 30 años que llega al barrio sólo una línea de colectivos y somos casi 20 mil habitantes. Las calles son un desastre, no hay bomberos cerca y no existe la farmacia", dice el joven, y se esperanza con que los talleres sirvan para desterrar falencias culturales. "Algunos vecinos se quedaron en la comodidad de ser pobres y sólo recibir cosas sin trabajar. Es un gran problema", concluye.