Los Andes - Miércoles 26 de junio de 2013
Estudiantes de otros países de la UNCuyo prepararon platos típicos de sus tierras y los compartieron en el encuentro “Comida Fusión Internacional” que se realizó ayer.
Un locro humeante, un trozo de asado o unas empanadas tienen mucha más carga que la de ser un simple plato de comida: son una marca propia de la identidad argentina, tienen historia y se sirven como parte de la cultura local. Lo mismo ocurre con recetas típicas de otros países, que permiten sumergirse en otras realidades además de sorprender al paladar.
Justamente esto es lo que motiva la organización de “Comida Fusión Internacional”, un evento que se realizó ayer al mediodía y por segundo año consecutivo entre los estudiantes de intercambio de la Universidad Nacional de Cuyo. Así, pusieron manos a la obra para elaborar y compartir aquellas recetas que tienen reminiscencias de su tierra.
Gabriel López (22) de Sonora, México sorprendió con una “machaca con papas”, y dijo que “todos me han preguntado cómo se hace”. El asunto es que el ingrediente fundamental no es común por estos lares.
“La machaca es una carne seca y desmenuzada que se produce en el Norte de México y ya la venden elaborada”, explica, pudo usarla para la receta porque la trajo desde allá. Con ella se hace una especie de guiso con chile, tomate, cebollas y papas.
Para el joven que estudia Artes y Diseño es una buena idea que se conozca la cultura de otros países a través de la comida mientras que aseguró que guarda como unos de los mejores recuerdos el asado y el mate argentinos. “Ahora siempre tomo y ya me compré uno para llevarme”, confiesa, aunque reconoce que en su país seguramente no conseguirá yerba.
Sonia Ramírez (20) de Paraguay y Ana Padilla (23) de Uruguay se hicieron muy amigas luego de llegar a Mendoza, pese a que no estudian juntas. Presentaron platos típicos de su país en una presentación que llamaron “Paraguay”, ya que descubrieron que son recetas muy similares, una especie de buñuelo llamado tortilla de carne en el caso de la primera y de verdura en el caso de la segunda.
“Se comen calentitos así que nos levantamos temprano para hacerlos antes de venir”, cuenta Ana. “En mi casa los hacen mi abuela o mi tía”, recuerda.
Sonia consideró que a partir del intercambio y de estas actividades “es muy interesante el enriquecimiento no sólo académico, sino también cultural”.
Argentina, por supuesto, no estuvo ausente. Micaela Martielli (20), alumna mendocina de la carrera de Derecho junto a otros compañeros llenaron de aroma el ambiente con una gran olla de locro, empanadas y tortas fritas. Aseguró que estaba sorprendida porque “unos chicos franceses estaban muy interesados en saber qué son las tortas fritas y cómo se hacen”.
Un poco más allá, el mexicano Israel López (23) prueba por primera vez el locro y descubre que “es similar a un plato mexicano, el pozole, que no tiene porotos, sólo el maíz y la carne pero eso sí, es mucho más picante”.
Éste es el segundo año que se organiza, a razón de dos por año ya que sirve como despedida de cada grupo de intercambio que al terminar los meses de estadía, correspondientes a un cuatrimestre del ciclo lectivo, vuelven a sus hogares luego de rendir los exámenes.
Aprender otra cultura
Los alumnos que participan de este programa en la UNCuyo vienen de países latinoamericanos, Estados Unidos, Francia o Alemania para cursar como cualquier alumno regular local en estas casas de estudios. Se trata de elegir materias que tengan currículas similares a algunas contenidas en sus carreras u optar por otras que sean a elección y les permitan enriquecer su perfil.
El secretario de Relaciones Internacionales de la casa de estudios, Carlos Abihaggle, explicó que “esto es parte del proceso de internacionalización de la universidad que implica no sólo aspectos docentes o de investigación, sino también algo a lo que se le da cada vez más importancia: los estudiantes adquieren habilidades que no lograrían quedándose en sus hogares de origen, lo que se llama capacidades blandas. Esto es por ejemplo un nuevo idioma, inerculturalidad, trabajo en equipo, otro modo de ver las cosas, que será muy valorado en su posterior vida laboral”.
Se estima que unos 300 jóvenes llegan anualmente a la universidad en el marco de este programa.
Indudablemente la experiencia les dejará mucho más que nuevos conocimientos académicos y varios consultados aseguraron no querer dejar Mendoza.
“Es algo increíble. Lo más lindo son los amigos que son casi hermanos”, sostiene Ana que con Sonia creó una amistad tan fuerte que ya están pensado viajar para visitarse. “No queremos volver a nuestras casas, nos vamos a extrañar”, afirma.
En tanto, Israel destacó que se llevará como algo notorio “la manera tan directa que tienen de comunicarse, en México damos muchas vueltas para decir algo. Además me llevo parte del acento, mi familia dice que ya lo tengo. Y ya estoy pensando en que quiero volver”.
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