Uno - Martes 2 de octubre de 2012
Según el estudio, 34% de los mendocinos de entre 5 y 18 años tiene sobrepeso. El muestreo fue realizado por 21 estudiantes de Nutrición y provocó la activación de un programa del Gobierno.
Una investigación llevada adelante por profesionales y estudiantes de la Universidad Juan Agustín Maza reveló números alarmantes sobre el sobrepeso y la obesidad infantil y, a partir de eso, el Gobierno impulsó un programa para ayudar a los chicos a comer mejor.
La investigación tomó bastante tiempo: para obtener las muestras que necesitaban midieron, pesaron y calcularon la masa corporal de cientos de chicos de toda la provincia, visitaron escuelas y pasaron mañanas y tardes completas conversando con los chicos y averiguando todo sobre sus hábitos alimenticios.
Las muestras se tomaron en escuelas estatales de varias provincias mendocinas y con chicos de diferentes niveles socioeconómicos para asegurarse de obtener un muestreo amplio y valedero.
Cuando estuvieron los resultados, el número sorprendió: 34% de los chicos mendocinos de entre 5 y 18 años sufre de sobrepeso u obesidad. “Diez años atrás, el porcentaje era 10 puntos más bajo”, contó Cecilia Llaver, decana de la Facultad de Nutrición de la Maza.
La Universidad Juan Agustín Maza mantiene desde 2009 un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social a través del cual la casa de altos estudios colabora con el Gobierno en algunas políticas públicas. En este caso y a raíz de esta investigación, el Ministerio lanzó el programa Mendoza elige comer sano.
“Ya comenzamos a trabajar con pequeñas medidas, como quitar un panificado de las meriendas que se otorgan en algunas escuelas, dictando charlas y talleres con chicos y sus padres para promover hábitos alimentarios saludables y capacitando a docentes en este mismo sentido”, contó Susana Armiñano, titular de las cátedras de Epidemiología y Políticas Alimentarias de la Umaza, quien también trabaja en la Dirección de Promoción del Derecho a la Alimentación del Ministerio de Desarrollo Social.
Participación activa
No es este el primer trabajo (ni el último) que la Universidad Maza realiza junto con alumnos de los años superiores de sus carreras. “Yo participé en otras oportunidades de investigaciones, por ejemplo una sobre el consumo de hierro en las mujeres”, cuenta Mariquena Pomilio (24), una de los 21 estudiantes de nutrición que colaboraron con este proyecto.
Con ella están también Lourdes Rizzo (24) y María Yolanda Carbajal (26). Las tres coinciden en que la experiencia del trabajo de campo fue lo que más las atrajo a colaborar en esta investigación. “Queríamos tener experiencia laboral, desarrollarnos en ámbitos nuevos, diferentes a los que ya conocíamos por las prácticas profesionales”, dice Lourdes.
Y es que las chicas, y sus compañeros también, realizan las prácticas de su carrera en ámbitos como hospitales, centros de salud, el Banco de Alimentos y el centro para la nutrición infantil CONIN. “En esos lugares hacemos diagnósticos de los chicos y colaboramos con toda la parte educativa de la nutrición”, cuenta María Yolanda, quien eligió colaborar con esta investigación porque podía hacerlo desde su lugar de origen, Malargüe, trabajando con los chicos de la zona.
Un problema real
Las chicas saben, y no sólo por estudiar nutrición, que la obesidad ataca cada vez a más mendocinos, especialmente a los más chicos. “Nos damos cuenta cuando salimos a la calle, no hace falta hacer muchos estudios para notar que el problema cada vez es más grave”, dice Lourdes.
La discusión sobre las causas de este flagelo no se hace esperar entre las estudiantes. “Hay un exceso de malos hábitos”, concluyen. Entre esas malas costumbres de los chicos modernos está la creciente cantidad de lo que ellas denominan “horas pantalla”, el tiempo que se pasa delante de la computadora, la televisión o los juegos de video, todas actividades que colaboran con el sedentarismo y, a la vez, el aumento de peso.
Obviamente, la alimentación tiene una gran incidencia también en estos factores. Al realizar el relevamiento de los chicos, las estudiantes notaron que en las escuelas falta educación nutricional. “Las promociones de los quioscos de las escuelas son casi siempre de frituras o panificados, se come muy poca fruta o cosas saludables”, concluyen.
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