Los Andes - Martes 22 de octubre de 2013
Son 54 las personas integradas en la entidad La Rañatela. Comenzaron hace 4 años haciendo artesanías y hoy producen 30.000 bolsas ecológicas por mes.
La Rañatela es un taller de jóvenes con discapacidad de Maipú, que hace 4 años empezó modestamente haciendo artesanías y ahora se apresta a inaugurar su edificio fabril propio, con una elaboración actual de 30.000 bolsas ecológicas mensuales.
El grupo nació en 2009 como una modesta empresa social, impulsada por un proyecto que recibió apoyo económico del programa Participación Activa y Responsable (PAR), del municipio de Maipú.
El otro fundamento de la iniciativa es un taller protegido de producción, creado a través del Ministerio de Trabajo de la Nación, que permite que entren en el proceso laboral los jóvenes discapacitados, mayores de 18 años, y que de esa forma reciben una recompensa económica.
Tanto los actores del emprendimiento, como sus familiares y otras operadores, se refirieron a sus expectativas actuales, tras un lustro de labor (ver aparte) .
Los inicios
La idea la trajo de Italia la trabajadora social Lorena Coria (37), al participar de una actividad solidaria en el pueblo de Recanati, región de Le Marche (Las Marcas). Con el tiempo trasladó la experiencia europea a los pagos maipucinos.
La base de la organización es brindar una oportunidad de vida y empleo a jóvenes con discapacidad, que de otra forma estarían en sus casas, sin mayores opciones.
Empezaron con un reducido grupo de discapacitados, que en los inicios realizaban artesanías en madera, en pequeña escala.
Como no se advertía un progreso, la entidad decidió invertir y compró un taller de serigrafía (estampados textil), y la demanda de artículos no se hizo esperar.
Marcela Segovia (27) y Paola Ortiz (32), encargadas de producción, contaron que la primera locación fue un local modesto en calle Ozamis 1040, donde desarrollaban tareas 20 jóvenes y 5 operadores.
Ese momento la producción era todavía reducida, pero a poco de adquirirse el nuevo equipamiento, con aplicación al estampado textil, el colectivo de trabajo se trasladó a un ex salón de fiestas que adaptó como planta fabril, en calle Independencia 93, del barrio Ruiz y al lado de Fecovita, en General Gutiérrez.
Para entonces la planta de personal no era la modesta nómina del inicio, sino que había crecido a 19 operarios, 54 jóvenes con diferentes discapacidades y 80 costureras.
El espacio laboral se volvió a acotar y el galpón, aunque grande, resultaba incómodo para el conjunto de asociados. Estos días de octubre son los últimos en esa dirección, ya que mañana la entidad inaugurará su nuevo local y a principios de noviembre iniciará definitivamente las labores en la flamante infraestructura.
El municipio de Maipú construyó la nueva base fabril de los emprendedores, en la esquina de J.B. Martínez y Mercedes Tomasa de San Martín, de la ciudad de Maipú.
Es un punto interesante, porque constituye un polo educativo, ya que enfrente están la escuela primaria Juan Cornelio Moyano, la secundaria Paula Albarracín de Sarmiento y el jardín nucleado Sara Barrera de Pellicer.
Las instalaciones se armaron adaptándolas a los equipos de trabajo y actividades, ya instaladas en la organización. El monto inicial destinado a la obra ha sido de casi $ 1.000.000.
En la disposición de los espacios se incluye una cocina totalmente equipada, un grupo de sanitarios. La parte central se compone de 3 amplias salas de trabajo más un depósito. El edificio se inaugurará mañana, a las 20, durante un acto que será compartido con la comunidad departamental.
La Rañatela tiene actualmente 153 personas involucradas, de las cuales 54 son personas con discapacidad. Ha experimentado un gran crecimiento. Quedó atrás la sencilla producción de objetos artesanales. Ahora se hace papelería (tarjetas personas, papel membretado), cartelería de seguridad industrial y publicitaria, estampados en diversos materiales y bolsas reutilizables para supermercados. También se realiza la reimpresión de etiquetas para bodegas. La producción en la actualidad es de 30.000 bolsas mensuales.
"Hemos logrado -definió la fundadora, Lorena Coria- concretar un taller que supera la contención, para armar un lugar de trabajo". Los clientes de la asociación son variados e importantes, y figuran, entre otros, YPF, el banco Itaú, Villavicencio, Fecovita y el Ente Provincial de Energía (EPRE).
Una empresa transportista -Expreso Maipú- es también apoyo inestimable, al trasladar a Buenos Aires sin cargo la producción que elabora el grupo.
"Los chicos han crecido mucho con la experiencia"
Dora Aguirre (64) es vecina de Luzuriaga y tiene un hijo con síndrome de Down, de 38 años, en el taller. "Él -dijo la mujer- ha crecido mucho gracias a esta posibilidad y lo mismo le ha ocurrido a los demás protagonistas. Ahora mi muchacho está ocupado, de otra forma estaría metido en la casa, escuchando música".
En tanto, René Antonio Alfaro (48), discapacitado motriz, afincado en el barrio Canales Mendocinos, dijo haber tenido un cambio rotundo en su vida. "Antes permanecía enclaustrado en el hogar, con mi mamá; ahora hago algo útil que me hace sentir muy bien".
Por su parte, Miriam Segura (52), costurera de oficio, contó que se enteró del operativo y pidió sumarse. "Lo más importante es trabajar con este grupo, uno aprende mucho de ellos, que nos dan el mensaje de que siempre se puede".
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http://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/novedades/index/jovenes-con-discapacidad-se-mudan-a-su-propio-taller
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