Los Andes - Lunes 25 de agosto de 2014
Un estudio realizado por investigadores locales determinó que, a pesar de lo que se cree, hay un gran recambio de nombres en la dirigencia mendocina. Además, el título de grado es cada vez más frecuente.
Una fotografía tomada desde arriba y enfocada en un tiempo acotado, mostró características particulares de la clase política mendocina que llaman la atención: aquellos que tienen un título universitario son cada vez más, en una tendencia que se acentúa, mientras que los que no son graduados de grado, en su mayoría son comerciantes.
A su vez, la renovación entre los políticos es más común de lo que se cree, tirando por tierra la concepción generalizada de que “son siempre los mismos” los que están en el mundo de la política. La edad promedio en la democracia para participar en la política es de 41 a 50 años. Por otro lado, las mujeres todavía tienen participación en un escaso porcentaje dentro de la actividad.
Las conclusiones surgen de un estudio realizado por la socióloga Virginia Mellado, quien participó de un grupo de investigación de la UNCuyo y el Conicet, liderado por la historiadora Beatriz Bragoni. Allí se puso la lupa sobre 544 cargos ocupados entre 1983 y 1999, en donde se contempló a los legisladores provinciales y nacionales por Mendoza, así como a los ministros que transitaron por esa época.
Los resultados permitieron elaborar una especie de radiografía de la clase política mendocina que, tal como asegura la autora, se proyecta hasta nuestros días: “Son fenómenos de largo plazo”, dice y se ampara en que sus estudios posteriores hacia estas fechas todavía responde a los patrones mostrados en aquel entonces. En el análisis, uno de los objetivos fue saber “cuáles son los canales de reclutamiento a la política”.
Entre ellos se menciona a las instituciones como la familia y los apellidos que tienen tradición, aunque en Mendoza se contabilizan pocos (algunos ejemplos son los Aguinaga -PD-, o Gabrielli, Lafalla -PJ-). También otros canales, tendientes a desaparecer en nuestros días, fueron la Iglesia católica (la excepción hoy es el ministro de Desarrollo Social, Cristian Basín, aunque muchos otros, especialmente del PJ, se iniciaron en la Acción Católica), las Fuerzas Armadas, los sindicatos y las universidades. Con el transcurso de los años, esta última institución educativa tendió a crecer y quedarse casi como el único canal.
Y dentro del espacio universitario, la militancia es una de las iniciadoras en la actividad a partir de crear sensibilidad política. “El título se va acentuando cada vez más a la vez que se achica la brecha con los que no lo tienen, a partir de la masificación de la universidad”, explicó la autora del trabajo.
La profesionalización de la política y la movilidad
Junto con el crecimiento de aquellos que tienen título, también se dio otro fenómeno: la alta movilidad del personal político atentó a la especialización de la clase política. Según el estudio, el 74 % no permanece con distintos cargos en el transcurso del tiempo. Esto apunta contra el mito de que “son siempre los mismos” en la casta política.
“Mucha gente está en la base de datos una sola vez, lo que significa que no hay una carrera política. La democracia en algún punto no favoreció una profesionalización, hay una importante movilidad. La idea de que la clase política es un grupo cerrado, compacto y sin fisuras, un grupo que se reproduce en la base de datos no se ve”, dice Mellado.
Con y sin estudios
“Los universitarios alcanzan el 85%, 4% entre los ministros de gobierno provinciales, el 53,2% en los diputados provinciales y el 77,8% en los nacionales. Los senadores provinciales llegan al 62,6% mientras que los nacionales al 100%”, explicó Mellado y señaló que el porcentaje en la Cámara baja del Congreso Nacional tiene que ver con la presencia de sindicalistas, otro de los canales de reclutamiento.
Esto se puede comprobar en el caso del diputado nacional Dante González (PJ) , un sindicalista petrolero que alcanzó su banca en el 2007.
“La diferencia con el pasado, después de 1987 (cuando el sindicato desaparece como vía de acceso al Congreso), es que ahora provienen de sectores fuertes como son, por ejemplo, los camioneros o el campo. Pero no se ve representación de los sindicatos chicos”, observó Mellado.
A su vez, mirando hacia dentro de los que alcanzaron un título universitario, en su mayoría son abogados, sobre todos en los cargos legislativos, seguido por los ingenieros, predominantes dentro de los gabinetes Ejecutivos y luego los médicos.
“El predominio de los abogados (dentro de la categoría con títulos) tiene que ver con el saber técnico y con que mantienen un vínculo y contacto con mucha gente a través de sus estudios jurídicos. Lo mismo sucede con los médicos. En el caso del comerciante ambulante (categoría sin título), estos casos se vieron más en 1983 y tienen que ver con su clientela y al conocimiento del territorio. Estas actividades son reconvertibles en capital político fácilmente”, explicó Mellado.
Hoy en día se puede ver la segunda generación de aquellos empresarios vinculados a la política: Eduardo Bauzá (PJ) pertenece a la fábrica de fideos, Jorge Palero (UCR) a la imprenta, Pablo Narváez (UCR) es hijo del dueño de una gomería reconocida.
Por otro lado, la tendencia hacia este tiempo fue poner a cargo de cada ministerio a un especialista en esa cartera, caminos bien conocidos por los ingenieros radicales Roberto Iglesias y Julio Cobos. “La profesionalización de los ministerios no siempre ha sido así”, señala la investigadora y apunta a que el saber técnico desplazó, en el tiempo, a los abogados que antes se ocupaban de las tareas ejecutivas.
Pero, sin embargo, aquellos que no tienen estudios universitarios son varios y un vistazo en el tiempo los coloca, en su mayoría, dentro del peronismo.
“En 1960 los universitarios se concentraban en la UCR y el PD, mientras que el PJ y socialismo era en su mayoría no graduados. Esto tiene que ver con la politización y ‘peronización’ de la clase media. Sin embargo, dentro del peronismo esto cambió en el gobierno de José Octavio Bordón en 1987, quien introduce un perfil más profesional”, rememora la investigadora.
Para esta situación se pueden citar a tres precandidatos a gobernador que tiene hoy el peronismo, quienes no tienen títulos de grado: Adolfo Bermejo, Rubén Miranda y Omar Félix.
Mujeres y su participación
Un párrafo aparte es la participación femenina en un espacio que todavía pisa como ajeno. Y es que los datos en la investigación realizada aportan en los números datos que son más que elocuentes. Desde 1983 hasta 1993, cuando entra en vigencia la Ley de cupo femenino, impulsada por la radical Margarita Malharro de Torres y que posibilitó que la mujer esté en la lista en “lugares entrables”, el panorama fue desolador.
Las mujeres sólo participaron durante ese período en el PJ, “como una reminiscencia de la figura de Eva de Perón” pero con una tendencia a decrecer en cantidad. En el radicalismo, la cantidad fue nula durante esos años. Pero con la sanción del cupo, las mujeres ingresaron a la actividad, aunque en la base de datos no superaron el 30% en los cargos analizados. Un vistazo a la Legislatura de hoy, comprueba la tendencia: en el ×Senado el 28,2% son mujeres, mientras que en Diputados lo son el 29,16.
“Las profesiones que tienen las mujeres que entran a la política están más vinculadas con la docencia y el desarrollo social”, finaliza.
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