Pagina 12 - Martes 4 de diciembre de 2012
Hernán Bañez plantea la necesidad de incorporar la perspectiva de la comunicación popular en las prácticas escolares como modo de ampliar verdaderamente el derecho a la comunicación.
Por Por Hernán Bañez *
La total aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual desde el 10 de diciembre genera una configuración comunicacional diferente que dará lugar a otros espacios de producciones culturales y periodísticas para nuevos sectores de la población. El acceso a licencias por parte de entidades sin fines de lucro como universidades, organizaciones sociales y sobre todo escuelas acentúa la multiplicidad de voces y el crecimiento de un mapa de medios con una lógica de oferta hacia la audiencia, habitual en los medios públicos. Y es la escuela un lugar clave donde el cambio de época se debe empezar a trabajar.
Los medios masivos tradicionales forjan en la sociedad una construcción de la realidad que influye en lo social, subjetivo e identitario. Hoy se les endilga a los medios, en tanto productores de industria cultural, promover ideales consumistas, discriminatorios y banales, cuando en realidad deberían ser reflejo de la sociedad a la que pertenecen. En esta coyuntura la escuela necesita ser un espacio de construcción de conocimiento colectivo para poder discernir cuál es la influencia de los medios masivos en nuestra sociedad contemporánea, a través de la enseñanza de los derechos humanos y la comunicación.
Hoy la construcción de conocimientos de prácticas de la comunicación en la escuela se hace relevante para la comprensión de la vida en sociedad. El docente cumple un rol fundamental en ese sentido para resignificar, a través de prácticas escolares, la percepción del mundo construida por los medios. Y la comunicación en su vertiente popular puede ser la respuesta.
La comunicación popular es naturalmente contrahegemónica y propone que emisor y receptor mantengan una relación entre pares, algo que no está aprehendido en nuestra sociedad. Que los alumnos se encuentren con la oportunidad de crear sus propios diarios escolares, portales, documentales (por medio de sus cámaras personales y no una profesional) o programas de radios, con sus propias herramientas y lenguajes, lejos de los formalismos impuestos hegemónicamente, será la primera experiencia hacia la vivencia plena del derecho a la libertad de expresión y las responsabilidades que eso conlleva.
Los chicos deben acceder a la educación en comunicación, ya sea de medios o no, a través de nuevos modos de producción en diferentes lenguajes y soportes, permitiéndoles cambiar su percepción del mundo y de sí mismos. Acceder a una comunicación no profesional que puede ser realizada por cualquier persona de una comunidad es lo que la hace definitivamente popular. Liberarlos de la agenda y formatos imperantes les permite ser ellos mismos frente a un micrófono, una pantalla o una cámara, aunque sea difícil (y lleve su tiempo) entender que el tema que aqueja a su comunidad inmediata es tanto o más importante que el escándalo de la vedette de turno.
Pero tal vez hoy el mayor conflicto sea la realidad áulica, debido a que los docentes encargados de trabajar estos contenidos no estarían suficientemente concientizados de la importancia de la comunicación popular en los tiempos que se avecinan. De hecho, en los diseños curriculares de todas las materias del área de comunicación de la provincia de Buenos Aires no aparece siquiera el término “comunicación popular”, toda una cuenta pendiente para una sociedad en conflicto, ya que la comunicación popular es una práctica sociopolítica y cultural que es expresión del conflicto entre saberes. En este contexto, es la escuela a través de sus docentes la que debe facilitar los caminos para producir nuevos sentidos.
La comunicación popular es la forma de producir relatos nuevos, enfrentados históricamente a los relatos de los discursos dominantes, como el del miedo, el individualismo y el odio. Permite un desarrollo endógeno de la comunidad y lleva con ella la voluntad de romper silencios impuestos. Es en la escuela donde se debe recuperar la palabra. A través de la producción de mensajes propios que generen nuevos relatos, los chicos pueden cambiar la percepción de la realidad y promover una visión más crítica del mundo. Así, la comunicación popular se convierte en un espacio de constitución de nuevos actores y nuevas subjetividades que descubrirán la posibilidad de poner en la agenda pública un bagaje cultural propio, que al mismo tiempo les permita abrir un nuevo horizonte laboral y profesional.
Tal vez sea ésta la real importancia de que los chicos se expresen dándoles nuevas herramientas, porque escucharlos a ellos es escuchar al futuro, y dar paso a un nuevo mundo sin olvidar las enseñanzas que nos deja el pasado.
* Licenciado en Publicidad y
Especialista en Comunicación UNLZ.
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