Los diversos huesos fósiles hallados en noviembre de 2011 en Malargüe fueron trasladados al ex Eureka, donde funciona la Dirección de Patrimonio y Museos, en el parque General San Martín. Los materiales se depositaron en el Instituto de Ciencias Básicas (ICB) de la Universidad Nacional de Cuyo, donde pronto se inaugurará un laboratorio destinado a su investigación y conservación.

Tres camiones de gran tamaño fueron los encargados de transportar las piezas rescatadas en la región de Cañadón Amarillo. El operativo se realizó con extremo cuidado y fue supervisado por investigadores del Conicet, representantes de la Universidad Nacional de Cuyo, personal técnico de la Dirección de Patrimonio y Museos, y agentes de la empresa Potasio Río Colorado y de la Consultora Knighy Piésold.

Antes de ser trasladados, los huesos de dinosaurio fueron rigurosamente conservados a través de un procedimiento de evacuación, preservación, protección con cemento, yeso, metal y estructuras especiales de soporte que permiten trasladar en forma “intacta” los restos y la roca que los contiene.

Laboratorio de dinosaurios

El ICB es una unidad académica creada por la universidad para el estudio de las ciencias exactas y naturales. Esta área funciona en el Espacio de Ciencia y Tecnología, desde donde se conformó el sector dedicado a la exploración y el estudio de paleontología de vertebrados en Mendoza. Allí se habilitará un “laboratorio de dinosaurios”.

Este centro de investigación estará conformado por cuatro gabinetes específicos: uno de investigación científica, otro empeñado en la docencia y el laboratorio-escuela para estudiantes, una tercera administración se enfocará en la preservación patrimonial y la cuarta, en la extensión social del proyecto.

Desde el Conicet explicaron que en una próxima etapa está previsto habilitar un espacio para que el público pueda observar detalladamente las tareas científicas que se llevarán adelante antes de la exhibición de los fósiles en un museo. El futuro espacio podrá ser visitado por estudiantes e investigadores. La idea es que las instituciones educativas puedan participar a través de visitas guiadas.

Historia del hallazgo

El descubrimiento de 180 piezas fósiles, en octubre y noviembre de 2011, fue realizado por la Unidad de Gestión Ambiental (UGA), integrada por paleontólogos y técnicos contratados por la empresa Vale para supervisar las tareas de la minería, ya que el sitio donde aquélla desarrolla su proyecto es un yacimiento arqueológico de extrema importancia por su potencialidades fósiles, con relación a otras zonas paleontológicas de América (ver aparte).

El hallazgo y el rescate se concretaron mientras se hacían tareas de remoción de tierra para la construcción de la planta de la megaminera Vale
Dando cumplimiento a la Ley de Protección del Patrimonio Arqueológico, los restos fósiles quedaron en manos del Estado.

Las primeras observaciones sobre las piezas aisladas y algunas asociadas encontradas bajo tierra permitieron afirmar que se trataba de un titanosaurio hervíboro de cuello largo de 20 metros de longitud que vivió durante el período Cretásico, hace 86 millones de años.