Página 12 - Martes 25 de junio de 2013
El economista afirmó que no se puede hablar de deserción escolar ni de calidad educativa sin hablar del contexto social, y cuestionó las pruebas PISA. Lo dijo en el XV Congreso Mundial de Educación Comparada que se realiza en Buenos Aires.
En un mundo donde hay 1700 millones de personas con hambre, 1100 millones sin agua potable y un 20 por ciento de los jóvenes fuera del mercado laboral, “la única estrategia posible es la educación”, afirmó ayer el experto en pobreza y desigualdad Bernardo Kliksberg, en la jornada inaugural del XV Congreso Mundial de Educación Comparada, que se realiza en Buenos Aires. En el encuentro se analiza cómo lograr una educación que incorpore a los sectores marginados y que contemple las necesidades específicas de cada reunión, entre otras cuestiones. “Queremos debatir el concepto de calidad, porque no hay calidad educativa si la educación no llega a todos”, sostuvo el ministro de Educación, Alberto Sileoni, al hablar en la apertura del congreso, que continuará hasta el viernes en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.
Por qué y para qué se educa, la calidad educativa, las pruebas estandarizadas y la necesidad de analizar la realidad, teniendo en cuenta los contextos de cada país, son los ejes del encuentro del que participan más de mil especialistas de 80 países. “La educación es una estrategia ganadora para la región y para el planeta siempre que superemos los errores, dilemas y mitos con los que nos movemos con frecuencia. Es la gran lucha que tiene que dar el mundo en democracia”, dijo Kliksberg.
Advirtió que no se puede hablar de educación sin tener en consideración el contexto de cada país, a la vez que caracterizó el escenario mundial actual como “el más grave desde la crisis de 1930”. Recordó que la actual crisis “nació en Wall Street en 2008, 2009 y está consumiendo al continente europeo”, dado que como consecuencia de ella “alguien está pagando el costo de la especulación financiera”.
“El problema de los alimentos es el acceso. Según datos de la FAO, 1200 millones de personas tienen hambre en el mundo; sin embargo, el planeta tiene capacidad técnica para producir alimentos para 11 mil millones. El problema del hambre está mediado por los ingresos de las personas y los precios de los alimentos”, señaló el experto. El otro pie del problema es que “el 20 por ciento de los jóvenes de todo el planeta, unos 300 millones, no han accedido al mercado del trabajo”.
En lo que atañe a la educación, consideró que “una de las falacias que hay que tratar de quebrar es cuando hablamos de deserción escolar sin hablar del contexto. Los pobres en el mundo caminan seis horas para tener agua. Y hay 11 millones de chicos menores de 14 años en América latina que trabajan. A ellos es muy difícil pedirles que no dejen la escuela”.
Sobre la calidad educativa, Kliksberg dijo que es falso creer “que la calidad es un bien reservado sólo para una parte de la población, para una elite. Chile, con el dictador Augusto Pinochet, fue un ejemplo de esto. El creó un Plan Estratégico de la Educación, por el cual el Estado financió la educación privada”. Por eso, “hoy un estudiante chileno para estudiar en la universidad debe endeudarse veinte años. El alumnado protesta y en las marchas llevan carteles: ‘UBA para todos’, en alusión a la Universidad de Buenos Aires y ‘Un pueblo educado jamás será explotado’”. Para Kliksberg, lo importante es lograr “un promedio de calidad para todos los alumnos”. En ese sentido mencionó al Plan Ceibal de Uruguay y a Conectar Igualdad de Argentina como dos estrategias que achican la brecha tecnológica con inclusión.
En ese sentido, Kliksberg cuestionó la prueba PISA porque “mide matemática y comprensión de textos, pero no ética ni solidaridad. ¿Qué pasa cuando un niño sufre una inundación? Eso no lo mide PISA”.
Sileoni, por su parte, destacó que en el congreso se analizarán temas comunes con países de América latina, entre ellos el problema de “los ciudadanos que quedan fuera de la educación o que no podemos retener, algo que preocupa y tenemos que intercambiar ideas, conocer experiencias, saber qué caminos son posibles y cuáles no”. Alertó que “hay quienes piensan la educación comparada en términos de ranking, para ver los que están mejor o peor”, pero “nosotros pensamos que es un camino mucho más amplio y generoso. Muchas veces se compara lo que no es comparable”.
Durante las deliberaciones, que se extenderán hasta el viernes, se discutirán las distintas evaluaciones internacionales en materia de educación, en especial el Informe Delors, una herramienta diseñada por la Unesco. “Estamos ante un mundo de cambios vertiginosos, no sólo por las nuevas tecnologías, necesitamos generar nuevos modelos pedagógicos”, resaltó Norberto Fernández Lamarra, titular de la Sociedad Argentina de Educación Comparada, entidad que organiza el Congreso.
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