Página 12 - Martes 17 de junio de 2014
El organismo de la ONU para la Alimentación y la Agricultura nominó al país y a otras quince naciones por haber conseguido que la malnutrición descendiera al 5 por ciento.
Por Elena Llorente
Desde Roma
La Argentina fue nominada ayer por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) como uno de los países que ha logrado mantener por debajo del 5 por ciento el nivel de malnutrición en la población, en comparación con los datos de 1990. En una ceremonia realizada en la sede mundial de la FAO, en Roma, el director general de esa organización internacional, el brasileño José Graziano da Silva, premió a tres países por sus esfuerzos en materia de lucha contra el hambre (Chile, Marruecos y China), y nominó a otros 16 por haber conseguido que la malnutrición descendiera al 5 por ciento. Entre ellos, además de la Argentina, figuran México, Dominica, Egipto y Líbano, entre otros.
Disminuir la proporción de personas que sufren hambre a la mitad, en comparación con los datos de 1990, propósito que tiene como término el año 2015, es uno de los ocho Objetivos del Milenio que se propusieron los países miembros de esta organización internacional en el año 2000. Entre los otros objetivos figuran lograr la enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil y mejorar la salud materna. Hace un año habían sido reconocidos los esfuerzos de otros 38 países. Los galardones se basan en las estadísticas elaboradas por la FAO, utilizando los datos proporcionados por los países miembros y por otros organismos internacionales.
José Graziano da Silva destacó ayer en su discurso que el objetivo general mundial sigue siendo la erradicación total del hambre y la desnutrición. “Incluso hoy en día –recordó–, en un mundo de abundancia de alimentos, más de 840 millones de personas están todavía subalimentadas. Garantizar la seguridad alimentaria y ayudar a las personas a salir de la pobreza extrema son los primeros pasos para construir el futuro inclusivo que queremos”, subrayó, destacando asimismo la importancia del “compromiso político de los gobiernos”, que está “transformando en acciones eficaces y resultados concretos la lucha contra el hambre”. Da Silva recordó en este sentido algunos acuerdos regionales para apoyar en esta lucha, como la Iniciativa Latinoamericana y del Caribe sin Hambre 2025.
En declaraciones a Página/12, Da Silva dijo además que América latina “es el continente que ha mostrado mayores progresos en lo que se refiere a combatir el hambre, pero desafortunadamente no ha sido lo mismo en cuanto a la malnutrición”. “Sigue existiendo una alta proporción de subnutrición, sobre todo infantil; de obesidad –una preocupación importante en algunos países como México y otros de Centroamérica– y una pérdida de las dietas tradicionales, por ejemplo en la región andina. Estamos tratando de recuperar productos indígenas –como la quinua–, porque en la población indígena está el mayor problema nutricional en América latina”, indicó.
Después de la Segunda Guerra se creyó que, terminado el conflicto, se podría aumentar la producción de alimentos y resolver así los problemas del hambre. En estos sesenta años de existencia de la FAO, explicó, se ha logrado producir alimentos como para alimentar a todo el mundo. “El problema es que mucha gente no tiene acceso a ellos”, dijo. Contó además que existe un problema creciente de hambre en las zonas urbanas. Lo que es una novedad. “Antes, la gente escapaba del hambre en el campo y se iba a las ciudades porque encontraba trabajo y qué comer. Hoy ya no es así”, subrayó.
Y sobre la confirmada presencia del papa Francisco en la segunda Conferencia Mundial sobre Nutrición, que en coordinación con la Organización Mundial de la Salud realizará la FAO en noviembre en Roma, Da Silva destacó que “desde el principio nosotros hemos tenido una relación muy buena con la Santa Sede, una relación no sólo cordial, sino programática, porque compartimos los mismos ideales: la inclusión social y combatir la miseria y el hambre”.
Al hablar ayer en un simposio de Justicia y Paz dentro del Vaticano, el papa Francisco precisamente destacó que “la especulación sobre los precios en los alimentos es un escándalo que tiene graves consecuencias para el acceso al alimento de los más pobres”. Según el Papa, “es urgente que los gobiernos de todo el mundo se comprometan a desarrollar un cuadro internacional en condiciones de promover el mercado de la inversión de alto impacto social, de modo de contrastar la economía de la exclusión y del descarte”.
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