Víctor Sangiorgio tiene 17 años, la misma edad que Maira Delgado. Ambos transitan el quinto año del secundario. Sus escuelas están separadas por pocas cuadras y ellos coinciden en la plaza Independencia, aunque el chico está por entrar a clases cerca del mediodía cuando ella ya completó la jornada escolar.

Él entiende que el cambio en el régimen disciplinario decidido por la Dirección General de Escuelas (DGE) –remplazaron el sistema de las amonestaciones por uno donde las transgresiones restan puntos de un total de 25, pero se pueden recuperar con acciones positivas– es bueno porque implica una oportunidad: “Recapacitar y aprender”, dice, lo cual, según comprende, sirve “para vos y para otros”.

Para Maira y sus amigas, la propuesta es inútil. “Podés hacer lo que vos quieras y no te van a echar. Sinceramente creo que se la van a mandar más, si total después te van a devolver los puntos”, declara sincera. La sigue en sus dichos Florencia Álvarez, quien tiene su misma edad y va a su misma institución, a cuarto año: “Hay una banda de pibes que llegaron al tope de las sanciones y no les pasó nada”.

Aún no se aplica en las escuelas la resolución Nº445, que establece una nueva política de convivencia escolar y fue publicada ayer en el Boletín Oficial. Sin embargo, la mayoría de quienes conforman la población educativa del Nivel Medio escuchó hablar de su enunciado y sabe que comenzará a regir en breve, cuando los directivos y docentes sepan bien de qué se trata.

A la par se anunció otro cambio, la resolución Nº446, que modifica el reglamento de asistencia, algo más flexible (ver aparte).

Las dos decisiones tienen que ver con la necesidad de que los estudiantes permanezcan en la escuela.

Una sanción constructiva

Es el régimen de disciplina el que más ruido hace en las escuelas, con voces como las de los dos estudiantes antes mencionados, a favor y en contra, ceñidas claro está a la experiencia que cada uno tuvo en su trayectoria escolar.

Livia Sandez, subsecretaria de Planeamiento y Evaluación de la Calidad Educativa, tradujo lo que postula la resolución que pretende dejar atrás la “visión exclusivamente sancionatoria para dar lugar a un concepto constructivo de reparación y responsabilidad en la recuperación de las transgresiones”.

El alumno contará a partir de ahora con un Índice de Convivencia Escolar (ICE) de 25 puntos que se renueva cada año. Cada vez que cometa una falta restará de ese total. Pero cada punto perdido por transgredir las normas de convivencia podrá recuperarse con acciones que tengan que ver con la reparación del hecho que se cometió. Por eso es que, como reitera la funcionaria, no se eliminan las sanciones sino que se le añade un carácter “constructivo”.

El tema es si se logrará un aprendizaje compartido. Así como a Florencia la convence al momento de decidir escaparse de la escuela saber que “otros lo hicieron y no les pasó nada”, Víctor entiende que “si cometés una falta grave y te dan la oportunidad de aprender de ello es positivo para vos y tus compañeros”.

Serán discutibles

Como la DGE entiende que la convivencia es una “construcción colectiva”, establece que cada escuela deberá convocar cada año a un consejo de convivencia escolar integrado por directivos, docentes, padres y alumnos, que será partícipe en las decisiones.

Tendrá un rol fundamental en hechos graves: “En el caso de que un alumno cometa una falta grave o gravísima, será el que decida sobre el futuro del alumno”, detalló Sandez. La decisión será válida si sesiona con la mitad más uno requerida de miembros y si la misma cuenta con la mitad más uno de sus votos.

Innegociable serán las sanciones cuando la transgresión implique un atentado contra la vida o el uso de armas.

Asistencia más flexibles

Otra de las decisiones que ayer se publicaron en el Boletín Oficial es la de modificar el régimen de asistencia.

Aunque la letra de la norma establece que “la asistencia anual de los alumnos a clase deberá alcanzar como mínimo el 85% de los días establecidos en el calendario escolar”, desde la Dirección General de Escuelas explicaron que ahora el alumno tendrá 28 faltas como tope y cuando supere ese límite si sus ausencias fueron justificadas le darán cinco faltas más, de lo contrario se evaluará su inasistencia por materia, pudiendo llevarse la asignatura cuando no llegue al 85% del presentismo en la misma. Será un “alumno condicional”, por lo que en ningún caso deberá dejar el cursado ni la escuela.

Índice de Convivencia Escolar

► 25 serán los puntos que tendrá el alumno cada año. Según la falta cometida serán los puntos que restará.

► Falta leve: perjuicio o daño leve para quien las comete; resta 1 punto.

►Falta moderada: perjuicio o daño leve para terceros pares del alumno; resta entre 2 y 3 puntos.

► Falta intermedia: perjuicio o daño leve a terceros adultos, como directivos, docentes, preceptores, celadores o al edificio escolar; resta entre 4 y 6 puntos.

► Falta grave: perjuicio o daño de mayor intensidad riesgoso para sí mismo y/o terceros; resta entre 7 y 9 puntos.

► Falta extremadamente grave: representa un claro peligro para la integridad física, moral o psicológica de los actores involucrados; resta entre 10 y 12 puntos.