“Nos hemos ido aflojando, acostumbrando a hablar de ciertas cosas”, dijo María Inés Abrile de Vollmer, titular de la DGE, en una capacitación sobre educación sexual que desde ayer convoca a 700 docentes de todos los niveles de la zona Este –un directivo y un educador por escuela–, en el auditorio Ángel Bustelo.

La funcionaria interpretó que quienes integran el sistema educativo superaron la negación de una visión integradora de diversas realidades, como fija la ley 26.150.

Tras 4 años de resistencia a incluir los contenidos que proponía la Nación y de que la DGE los adoptara definitivamente a fines de 2012, se habla de la obligatoriedad de este enfoque de la enseñanza, ya que constituye un derecho de niños y adolescentes. Diversidad sexual, embarazo adolescente, trata de personas y respeto al otro empezaron a aceptarse como asuntos a abordar en los establecimientos.

Muchos se preguntan si en la práctica la educación sexual llegó a los chicos.

En secundaria conforma un espacio específico con tres talleres de dos horas al año, de primero a quinto; en Nivel Inicial, primaria, Jóvenes y Adultos e incluso en Educación Especial no se aplicará en horas cátedras puntuales y la decisión es incluir los cuadernillos en distintas materias o como herramientas para resolver conflictos.

UNO dialogó con docentes que hablan de una mayor apertura con chicos que plantean en clases, por ejemplo, dudas sobre su elección sexual. Los padres son quienes mayores inquietudes manifiestan, ya que los niños son el sector más difícil de encarar.

“Los padres ya no desconfían de que la escuela enseñe educación sexual y los docentes han tenido la obligación de capacitarse. La escuela debe ser un ámbito que convoque a las familias”, dijo Abrile de Vollmer. Para la coordinadora del Programa Provincial de Educación Sexual Integral, Débora Robledo, “la implementación es paulatina, aunque en las escuelas mendocinas ya se comprende que no es posible la discriminación por una elección, como también se entiende que debe existir igualdad de trato entre hombres y mujeres y que las chicas embarazadas o los padres adolescentes tienen el derecho a seguir estudiando”.

Robledo explicó que los cuadernillos tienen contenidos diferenciados por edades (desde niños de jardín y primaria hasta adolescentes y adultos, incluso chicos discapacitados), y sumó que “es algo que atañe a toda la  institución y por eso se propone generar proyectos institucionales. Si doy una obra literaria para leer y eso me permite reflexionar sobre género, estoy hablando de educación sexual. Si trabajo lo físico y hablo del cuidado del cuerpo y respeto del otro, también”.

“Los padres son los que tienen más inquietudes”

En el Nivel Inicial la dinámica es más difícil para Patricia Parulla, maestra del jardín nucleado de la escuela Pascual Pringles, en Santa Rosa: “Con los alumnos pequeños sólo hablábamos de la diferencia entre nenes y nenas, pero ahora expresan una conducta o algo que tiene que ver con su entorno familiar y podemos ayudarlos. Los padres son los que tienen más inquietudes y quienes primero van a cuestionar al docente”.

“Lo bueno de esta capacitación es que las familias van a tomar conciencia de que es obligatorio y entonces no tenemos que pedir permiso para hablar de educación sexual, tendremos más fundamentos para encarar el tema”, opinó María Angélica Lucero, de la escuela primaria Santiago Luis Mayorga, de Las Catitas.

Nora Césare, quien en la misma institución cumple funciones como directora, contó que en sexto y séptimo grado establecieron un sistema de urnas para volcar inquietudes que los chicos no se animaban a revelar: “Esta nueva perspectiva es parte de la realidad que los estudiantes tienen todos los días en su ambiente social. Antes se apuntaba a lo biológico, ahora se habla de una integralidad de contenidos”.

“Hablar de género permite generar respeto”

Las santarrosinas Rosina Raed (docente de la secundaria María Luisa Degni, de La Dormida), Ivana Ivanusich (directora del CENS de Ñacuñán) y Verónica Chaves (docente del CENS de Las Catitas) hablaron de su experiencia con adolescentes y adultos.

Rosina tiene a su cargo los tres talleres anuales que le corresponden a todos los años de la secundaria en la que presta funciones.

Dijo que si bien la DGE imparte materiales y un cronograma de temas según las edades de los estudiantes, cada educador capacitado en educación sexual hace su propia planificación. Esta educadora contó: “Hablar de género permite generar respeto. Me pasó en un curso que los chicos tenían un compañero homosexual, que hasta ese momento estaba en un grupo de mujeres. Lo integraron todos a partir de la reflexión sobre sus propias experiencias”.

Para Chaves, al no analizar la situación los chicos marginaban al otro sin darse cuenta. “La escuela no está aislada de la sociedad y debe adaptarse a los cambios”, interpretó, mientras que Ivanusich contó que en los CENS se está abriendo el panorama y generando debate: “No tenemos talleres ni horas cátedras, porque eso es de la secundaria, pero incluimos la educación sexual”.

►700 docentes de la zona este de todos los niveles participan en la capacitación sobre educación sexual en el auditorio Ángel Bustelo. La participación es a razón de un directivo y un educador por cada establecimiento educativo. La Dirección General de Escuelas adoptó en 2012 los contenidos que la Nación fijó en 2008.