Los Andes- Domingo, 08 de mayo 2011
Un informe de la Fundación Observatorio de la Maternidad indica que los hombres con mayor nivel de estudios tienen, en promedio, hijos a los 29 años y los de menos recursos son papás a los 24.
Los hombres que lograron seguir una carrera y además se situaron en un empleo estable, tienen a su primer hijo cinco años más tarde que aquellos que por diferentes motivos vieron más limitada su formación. Pero además de experimentar la paternidad rozando los treinta años, los primeros proyectan su familia con menos niños que los varones de menores recursos.
La conclusión que arrojó un estudio elaborado por la Fundación Observatorio de la Maternidad, habla de una tendencia que se repite en toda la Argentina e incluye al Gran Mendoza: la edad en que ellos son padres está ligada directamente a su nivel socio económico y educativo.
Así, las estadísticas indican que mientras los hombres en situación de indigencia (que provienen de hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos) tienen su primer bebé a los 24 años en promedio, los argentinos considerados no pobres son padres después de esa edad. Incluso, aquellos que alcanzaron un mayor nivel educativo -universitario o terciario- esperaron hasta los 29 años para ser padres primerizos.
Desde el enfoque de los especialistas, ésta también es una de las marcas de los tiempos que corren. Es que una vez más, las desigualdades sociales y económicas marcan una amplia brecha respecto del esquema de familia proyectado. Para el psicólogo Daniel Venturini, la relación planteada en el informe también es palpable en la realidad. "Quienes tienen más recursos no sólo manejan más información para prevenir una paternidad no deseada sino que buscan una mayor previsión a la hora de tener un hijo", explicó.
El profesional agregó que, en parte, esto se debe a que ellos proyectan para sus hijos un estándar de vida ajustado a sus exigencias individuales, como por ejemplo, garantizarles los estudios universitarios.
Miguel G. (35) representa a esos miles de hombres que esperaron cumplir su proyecto profesional y lograr estabilidad laboral antes de acunar a su primer hijo en brazos. Una vez con su título de ingeniero se lanzó a cumplir su sueño y especializarse en el extranjero. "Allí conocí a mi esposa y una vez que me recibí, me casé y logré estabilizarme económicamente, buscamos a Agustín", confió este mendocino.
Otro aspecto analizado por el equipo de especialistas de la Fundación Observatorio de la Maternidad, tiene que ver con la cantidad de hijos, ya que a mejores condiciones laborales y más años de educación formal, hay menos probabilidad de que los hombres sean padres de familias numerosas. De hecho, los varones considerados no pobres tienen (siempre en promedio) dos hijos; los que se encuentran en situación de pobreza tienen tres y aquellos que viven en condición de indigencia tienen cuatro.
Para efectuar este análisis focalizado por primera vez en las características socio-laborales de los hombres que conviven con hijos en la Argentina, la entidad recopiló los datos del segundo semestre de la Encuesta Permanente de Hogares (Indec) 2006. Las conclusiones de este trabajo fueron difundidas en el último cuadernillo estadístico de la fundación a fines de abril de 2011.
La población analizada incluyó a 6 millones 36 mil 788 varones de 14 a 49 años que viven en los centros urbanos más poblados del país, entre los que figura Mendoza. Del total de hombres encuestados, 37,1 por ciento (equivalente a dos millones 220 mil hombres) convive con hijos; 11,5 por ciento no vive con hijos y 51,4 por ciento no los tiene.
Uno de cada cuatro padres es pobre en Argentina
Tomando como referencia a los padres que tienen chicos a cargo, los datos muestran que uno de cada cuatro (24,4 por ciento) son pobres. Ocho de cada diez trabaja en relación de dependencia, pero sólo dos de cada diez padres de familia cuenta con un trabajo calificado. Ellos desempeñan funciones principalmente en el sector de comercio y servicios.
Un panorama preocupante se plantea al poner la mirada en la inestabilidad laboral existente, ya que uno de cada dos hombres que vive en la misma casa con sus hijos tiene un empleo informal, situación que va de la mano con el nivel de estudios alcanzado. En este grupo se incluye a los trabajadores por cuenta propia así como a quienes desempeñan tareas como patrones en pequeños establecimientos. Se suman aquí quienes reciben un sueldo sin aportes jubilatorios ni cobertura social. Por otra parte, el 53 por ciento de quienes reciben un salario tiene un trabajo precario.
Esta problemática, aclaró el equipo de profesionales que llevó adelante el informe, incide directamente en su bienestar, el de sus hijos y el de toda la familia. Pero si bien las posibilidades económicas pesan a la hora de garantizar mayores oportunidades a los hijos, lo cierto es que lo más importante para los niños y adolescentes es que los padres compartan tiempo con ellos: "Hay diferentes formas de no estar con los hijos, independientemente de la situación económica. Las dificultades en la crianza se dan en todos los estratos", aclaró el psicólogo clínico.
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