Los Andes - Viernes 23 de agosto de 2013
Un programa provincial entrega desde 2008 bolsones de comida para que los niños almuercen y cenen en sus hogares.
La reunión familiar alrededor de la mesa sirve para fortalecer los vínculos entre padres e hijos y su relación como grupo. Así lo evidencia Adriana Flores (22), de El Algarrobal (Las Heras), quien hace a poco más de un año logró que sus dos pequeños hijos dejaran de alimentarse en los comedores comunitarios para, en su lugar, almorzar y cenar en su casa con sus padres.
Lo hicieron con ayuda del programa provincial Comer Juntos, que pretende sacar a los niños de los comedores comunitarios para promover el almuerzo y la cena en familia.
“Una vecina me comentó que existía este programa y que lo entregaban aquí en el barrio”, asegura Adriana a Los Andes. Así fue como llegó a la Fundación Vínculos Estratégicos y comenzó a recibir el bolsón de comida que le provee alimentos quincenalmente para cada uno de los integrantes de su familia.
“También terminé octavo y noveno grado de la escuela -afirma la joven mamá-. En la Fundación no sólo nos dan alimentos sino que nos incentivan a realizar diferentes talleres de capacitación para desarrollarnos como madres y mujeres”.
Arte y cocina son los más concurridos, al igual que los cursos del Centro de Adultos Primarios (CEBA) que allí funcionan.
“Nos enseñan a cocinar, a preparar alimentos atractivos para nuestros hijos, hablamos sobre la familia y nuestros problemas. Comer Juntos me brindó mucho más que comida, me dio herramientas para defenderme en la vida”, sentencia Adriana.
Más de mil familias
Este programa es una iniciativa del Ministerio de Desarrollo Social de Mendoza junto a diferentes organizaciones no gubernamentales. Noemí Massolo, directora del programa, asegura: “Comenzamos con menos de 100 familias y unas cinco ONG. Hoy contamos con 45 organizaciones y fundaciones de la sociedad civil y más de 1.400 familias que representan unos 7 mil beneficiarios”.
Según Patricia Spoliansky, presidenta de la Federación de Entidades de Niñez y Adolescencia de Mendoza (Fedem), “lo que se intenta con Comer Juntos es reunir a la familia nuevamente. Antes los niños asistían a comedores pero los adultos y ancianos se quedaban sin acceso al alimento, sumado a que esa situación disgrega el núcleo familiar”.
Fedem trabaja con 600 familias y desarrollan actividades para fortalecer la nutrición y salud de los más pequeños. Además, realizan talleres de capacitación y emprendimiento para las madres de familia.
Por su parte, Graciela Bacarelli, presidenta de Vínculos Estratégicos, comenta: “Nosotras ayudamos a 71 familias. Pero además somos una organización administradora, es decir que repartimos bolsones de comida a 82 entidades que actualmente se encuentran en toda la provincia”.
En la Fundación se busca siempre una contraprestación por parte de las familias, fundamentalmente de las madres, y es así cómo muchas de ellas están terminando la escuela secundaria, toman clases de cocina, arte y nutrición.
Mariana Fadón (27), una de las beneficiarias, se alegra de haber ingresado al programa: “No sólo porque me ayuda a darle de comer a mis hijos sino porque estoy terminando la escuela. Además aprendí repostería y asisto regularmente a los talleres de arte”. Lo mismo ocurre con Vanesa Gómez (20), quien está feliz de poder poner comida en la mesa y reunirse con su hija y sus padres.
Tanto Massolo como las referentes de otras ONGs aseguraron que las familias que reciben el programa Comer Juntos y la Asignación Universal por Hijo han logrado superar la línea de indigencia. “No es una solución pero sí una asistencia inmediata”, señala la directora del programa.
Con tarjeta de crédito
La entrega de bolsones de comida no es la única vía de asistencia que prevé Comer Juntos. También otorga una tarjeta de débito para compra de alimentos. Sin embargo, dichas alternativas no se prestan simultáneamente.
Massolo explica que “las familias que recién ingresan al Comer Juntos obtienen un bolsón de comida cada quince días por grupo familiar”.
Luego, esa familia deberá realizar diferentes talleres y capacitaciones en el uso del recurso y en la administración del dinero.
“Si el Ministerio o las organizaciones deciden que la familia está preparada se le otorga una tarjeta de débito, que contiene mensualmente 300 pesos por integrante y que sólo puede ser utilizada para compra de alimentos en comercios adheridos”, completa la funcionaria.
Sin subsidios para los comunitarios
Con el surgimiento del programa Comer Juntos muchos comedores comunitarios fueron cerrados y algunos se transformaron en centros educativos, culturales, deportivos, etc.
Si bien algunos de ellos continúan funcionando debido a que el programa no cubre las necesidades de toda la población, la intención del Ministerio de Desarrollo Social es aumentar los beneficiarios del programa, del que puede conocerse más a través de la web www.social.mendoza.gov.ar.
Por su parte, la agrupación Barrios de Pie denunció la eliminación de subsidios para comedores comunitarios en todo el país, a partir de conflictos en Buenos Aires.
Alejandro Verón, referente de la organización en Mendoza, confirmó que “desde principios de 2012 los comedores debemos solventarlos con el aporte de la ciudadanía porque se recortaron todos los subsidios que venían desde el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Si bien en el caso específico de Mendoza, muchas de las familias pasaron al programa Comer Juntos, otras quedaron fuera de toda asistencia social”.
Además, Verón aseguró que “el programa es muy positivo pero nosotros nos quedamos sin plata para darle de comer a más de 30 mil chicos en todo el país, algunos de ellos mendocinos. Por eso pedimos que se recapacite y se continúe subsidiando a los comedores”.
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http://www.politicaspublicas.uncu.edu.ar/novedades/index/mas-de-7-mil-personas-dejaron-los-comedores-para-comer-en-familia
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