Página 12 - Lunes 9 de diciembre de 2013
Casos como el de Luz Milagros o el bebé quemado en una incubadora revelan los riesgos de los nacimientos pretérmino. Unicef y el Ministerio de Salud nacional buscan cambiar los criterios habituales en médicos y pacientes: impulsan que haya menos maternidades, pero mejores.
Por Pedro Lipcovich
Más de la mitad de las maternidades públicas argentinas no reúnen las “condiciones esenciales” que la OMS exige para la atención de bebés prematuros. Los datos, procedentes del Ministerio de Salud de la Nación, se dieron a conocer en el marco de la campaña que Unicef desarrolla para disminuir la mortalidad y las discapacidades en los nacidos pretérmino. Según la entidad, no es que en la Argentina falten recursos, al contrario: hay demasiadas maternidades –más que en Canadá y que en Inglaterra–. En distintos países la mortalidad neonatal cayó después de que se cerraron maternidades, en el marco de la “regionalización”, la atención en redes con distintos niveles de complejidad, de modo que los partos más riesgosos sean ágilmente derivados a los centros de más especialización. Si todas las provincias argentinas tuvieran la organización sanitaria que tiene Neuquén –donde la regionalización ya se aplica–, más de 900 bebés, que cada año mueren, vivirían. La regionalización es impulsada por el Ministerio de Salud de la Nación. Según Unicef, su implementación efectiva requiere “una eficaz regulación estatal de las maternidades”, pero también una concientización de los profesionales, de las comunidades, de los intendentes, para que entiendan que, mejor que tener una maternidad cerca, es trasladarse a la que garantice la atención debida. Unicef también propone que las mujeres embarazadas y sus parejas se pongan las pilas, averigüen si la maternidad prevista cumple las condiciones esenciales y, si no, busquen otra.
El informe “Nacer con iguales oportunidades”, de Unicef, reconoce que “la mortalidad infantil se redujo un 54 por ciento entre 1990 y 2011” y admite que “la sobrevida de quienes pesaron menos de 1500 gramos al nacer mejoró en la última década”, pero “estamos lejos de los estándares internacionales. Mientras en los países industrializados, y en muy pocas instituciones de nuestro país, la sobrevida alcanza o supera el 90 por ciento, la estimación de sobrevida para menores de 1500 gramos en 2011 alcanzó el 64 por ciento; había sido del 61 por ciento en 2010”. La tasa más alta de sobrevida en este grupo la presenta Neuquén, con 79,7 por ciento, “mientras que Formosa, Corrientes, La Rioja y Tucumán presentaron valores hasta 2,5 veces más altos”. “Si todas las provincias hubiesen tenido la tasa de mortalidad de Neuquén, se hubieran prevenido 906 muertes neonatales”. El informe de Unicef destaca que “frente a esta situación, el Ministerio de Salud de la Nación tomó, desde 2009, la decisión política de avanzar en la regionalización de los servicios de salud”: se trata de “organizar los servicios perinatales en niveles crecientes de complejidad, de modo que los recién nacidos pretérmino sean atendidos en el nivel III”. El informe recuerda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió las Condiciones Obstétricas y Neonatales Esenciales (CONE), “que indispensablemente deben estar presentes”. Incluyen “que el lugar tenga anestesista; que haya sangre disponible, por si se produce una hemorragia; que haya antibióticos; que tenga ambulancia para eventuales traslados y, muy importante, que tenga profesionales calificados”, explicó Zulma Ortiz, vocera de la Campaña Prematuros de Unicef. La OMS requiere estas condiciones para todas las maternidades. En la Argentina –según datos del Ministerio de Salud de la Nación–, en 2011 sólo el 44 por ciento de las maternidades públicas cumplía las CONE. De los 756.176 nacimientos registrados en 2010, 73.403 bebés, casi el diez por ciento, nacieron en maternidades públicas que no reunían las CONE.
La situación afecta especialmente a los bebés que nacen con menos de 1500 gramos, los más vulnerables, que “requieren atención de mayor complejidad”. Unicef advierte sobre una “cantidad desmedida y desigualmente distribuida de maternidades en nuestro país”, y observa que “las limitaciones de política regulatoria tuvieron como resultado una proliferación, en el sector público y en el privado, de pequeñas unidades de cuidados intensivos neonatales: Argentina tiene 472: tres veces más que las que tiene Reino Unido para atender un número similar de partos, y 16 veces más que las que tienen Canadá o Chile, ambos con tasas de mortalidad maternas e infantiles menores que las de la Argentina”.
Zulma Ortiz comentó que “hace poco se difundieron casos de bebés prematuros que fallecieron o sufrieron daños graves por no haber sido bien atendidos: suele reducirse la culpabilidad al profesional que intervino, sin advertir que esos casos son emergentes de un sistema que falla”. La representante de Unicef observó también que, estadísticamente, “en las maternidades que atienden menos partos hay más probabilidad de que no se cumplan las CONE: donde se atienden menos de mil partos al año, suele suceder que los profesionales no lleguen a lograr el entrenamiento requerido”.
Ortiz reconoció que “en la Argentina la regionalización de los servicios se complica porque el sistema de salud mantiene una organización federal; además, suma un sector público, otro privado y otro de obras sociales, donde falta integración. No se puede tomar decisiones centralizadas con la misma facilidad que en países como Chile”. De todos modos, “falta todavía por parte del gobierno nacional una política regulatoria que detenga la proliferación anárquica de unidades de cuidados intensivos neonatales, en los sectores público y privado: hay que definir y monitorear el cumplimiento de los criterios sobre lo que es un personal calificado”.
Cegueras
Mientras tanto, no sólo hay más muertes de bebés sino más discapacidad: “Una complicación muy seria en los bebitos de menos de 1500 gramos es la retinopatía del prematuro”, observó Gabriela Bauer, pediatra en el Hospital Garrahan especializada en prematuros de alto riesgo. Esa enfermedad se origina en dos malas prácticas profesionales sucesivas. “La mayoría de esos prematuros requiere atención con oxígeno: si no se lo dosifica bien, el oxígeno lesiona los vasos de la retina del bebé. Esto todavía puede resolverse si un oftalmólogo le revisa los ojitos: si tiene retinopatía grave, debe hacer un tratamiento con láser para prevenir la ceguera; si no, la enorme mayoría de estos bebés quedarán ciegos. Y sigue habiendo casos de ceguera por estas causas. No es por falta de aparatos; lo que menos falta son aparatos. Cuando, después, hablamos con los padres, nos dicen que, si en la maternidad les hubieran dicho que no contaban con oftalmólogo, hubieran buscado otro lugar; si les hubieran dado mayor información, hubieran podido buscar recursos que no tuvieron porque nadie les dijo que no era lo mismo que su hijo prematuro naciera en un lugar o en otro.”
Zulma Ortiz destacó la importancia de que cada mujer o pareja sepa bien en qué lugar nacerá su bebé: “Es muy importante que conozcan de antemano el servicio y que hayan tomado la decisión antes del momento del parto. Claro que esto supone acceso a la información, por parte de los servicios, y la actitud de querer informarse por parte de las familias. En los controles prenatales, si hay buena comunicación entre los equipos y la familia, debería poder obtenerse la información”. Para la vocera de Unicef, el conocimiento sobre la regionalización de la atención de prematuros dista de ser cosa de especialistas: “Cuando un taxista lleva de urgencia a una parturienta, es bueno que entienda que lo mejor es ir a un servicio de alta especialización y que sepa a cuál puede dirigirse”.
Es que, apuntó Bauer, “cuanto más sepa la sociedad del tema, mejor podrá defenderse. Cada embarazada debe saber que tiene ocho por ciento de probabilidad de que su hijo sea prematuro y, entonces, anticiparse e informarse sobre dónde tiene que nacer su bebé si eso se produce”.
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