El gobernador cenará en Santiago con el futuro canciller de ese país, Heraldo Muñoz, a quien le llevará una agenda cargada de temas estratégicos para la provincia y que no fueron centro de las políticas de la administración de Sebastián Piñera, que está a punto de terminar.

Paco hablará en el país vecino de los inconvenientes que todavía subsisten en el paso Los Libertadores, del futuro del paso El Pehuenche y también de un asunto clave desde el punto de vista estratégico: la licitación del tren Trasandino, que está congelada desde hace meses.

El paso Pehuenche está habilitado desde hace un tiempo de ambos lados, pero con complicaciones del lado chileno y sobre todo en invierno. Está en proceso de licitación en Argentina el tendido de los últimos 50 kilómetros de asfalto y está en la cabeza de Pérez invitar a Cristina Kirchner para que visite la zona en el corto plazo.

Muñoz será el ministro de Relaciones Exteriores chileno a partir del 11 de marzo, cuando asuma la presidencia de ese país Michelle Bachelet, y hasta hace pocos días se desempeñó como subsecretario general del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para América Latina y el Caribe. Amigo del ex mandatario trasandino Ricardo Lagos, fue elegido por la futura presidenta “considerando que el 2014, sobre todo, será un intenso año en materia limítrofe, relaciones vecinales y regionales”, según relataron medios chilenos el día del anuncio de su designación.

El impulso al Trasandino

Para Pérez, la reunión es fundamental para comenzar a aceitar una relación en la que confía, y mucho: el mendocino está convencido de que muchos de los temas que trabaron la relación entre la Provincia y Chile, como la demorada licitación del Trasandino, cobrarán ahora un impulso distinto al que les dio Piñera.

Es más: tan convencido está de eso, que a la cena de hoy llevará a Hugo Eurnekián, representante de la Corporación América, encargada del desarrollo del Trasandino.

Esta obra contempla el recorrido entre Luján de Cuyo y Los Andes (Chile), con un túnel de baja altura de 52 kilómetros de longitud, que permitirá transportar 72 millones de toneladas por año. Para hacerlo, Corporación América presentó hace tres años un cronograma de financiamiento que incluyó a empresas navieras de Chile, Mitsubishi Corporation, de Japón; Geodata, de Italia, y Contreras Hermanos, de Argentina.

La obra tenía un presupuesto inicial de U$S3.000 millones, pero luego de los vaivenes económicos de la Argentina en los últimos años nadie sabe calcular en la actualidad cuánto costaría.

Hace casi dos años, a principios de marzo del 2012, el tren recibió un impulso fenomenal: Cristina Kirchner y Sebastián Piñera, presidentes de Argentina y Chile respectivamente, firmaron un acuerdo por el cual se autoimpusieron un plazo de seis meses para realizar los estudios de factibilidad del proyecto.

Esa fecha límite se venció y se agrega a las postergaciones anteriores, que también involucraron a presidentes de ambos países. En octubre del 2006, en Mendoza, los entonces mandatarios Néstor Kirchner y Michelle Bachelet también habían firmado el arranque de la licitación de la obra. Meses después, todo el proceso se venía abajo.

Desde Mendoza siempre se argumentaron razones de índole técnica para explicar las postergaciones sucesivas, pero también existieron problemas políticos.

Uno de ellos es que el gobierno chileno se resiste a otorgar los avales al endeudamiento del grupo privado, algo que tiene que pasar por el Congreso trasandino para su aprobación. Además, del otro lado de la cordillera están reacios a firmar lo que para ellos sería una cesión de soberanía a un ente binacional, es decir, a la Argentina.