El proyecto de reforma del Código Civil que elaboró una comisión de juristas deja en claro que no habría posibilidad de pesificar los depósitos en dólares registrados en el sistema financiero. No al menos invocando el futuro Código. El artículo 1390 del proyecto que ingresó al Senado quedó redactado así: “Depósito en dinero. Hay depósito de dinero cuando el depositante transfiere la propiedad al banco depositario, quien tiene la obligación de restituirlo en la moneda de la misma especie , a simple requerimiento del depositante, o al vencimiento del término o del preaviso convencionalmente previsto”.

Este artículo, en principio, despejaría las dudas que aparecieron a partir de la desprolija difusión que se hizo del contenido del proyecto, y que se mezcló con las dudas que generó la posibilidad de pesificar determinadas deudas entre acreedores y deudores privados. Los temores surgieron por los cambios que el Ejecutivo introdujo en el artículo 765 que dispone cómo deben saldarse las deudas en dólares entre privados.

Las inquietudes por el futuro de los depósitos se materializaron en las últimas semanas a través de la importante salida de dólares de los bancos.

Desde que en noviembre se establecieron los controles a la compra de dólares, que se endurecieron a partir de mayo, los ahorristas sacaron de los bancos cerca de 4.700 millones de dólares , equivalentes al 30% del stock que registraban al 31 de octubre.

El primero en salir ayer a aclarar (y acotar) los alcances que tendrá el nuevo Código Civil sobre los depósitos fue el ministro de Justicia, Julio Alak. “La iniciativa excluye a los bonos emitidos en dólares, títulos públicos y depósitos bancarios ” aseguró en diálogo con Canal 7.

Luego, en declaraciones a las radios Continental y La Red, el ministro Alak aseguró: “Quiero desmentir en forma categórica que el proyecto de Código Civil y Comercial unificado enviado al Congreso de la Nación prevea la pesificación de contratos, depósitos bancarios, títulos, bonos o lo que sea. Esa posibilidad no existe en el articulado del proyecto”.

Alak intentó así salir al cruce de las justificadas quejas que despertó la manera en que se conoció el anteproyecto, más por una filtración que por una comunicación institucional. Así, al divulgarse la norma, “nadie aclaró las implicancias para los depósitos en dólares y para los títulos públicos. Este tipo de necesidad de interpretar la norma, como mínimo, debe hacerse en simultáneo con la difusión de la norma”, afirmó el economista Miguel Bein.

La tensión por los depósitos en dólares se instaló, como se dijo, cuando empezaron las restricciones a la compra de dólares.

Los ahorristas interpretaron que se trataba del primer paso hacia nuevas trabas. Que de hecho llegaron. A nivel individuos, primero se restringió la extracción de moneda extranjera a través de los cajeros automáticos. Más tarde se cerró el grifo (en mayo) y finalmente se obligó a los turistas a pedir dólares antes de viajar.

Las desmentidas previas de los funcionarios a un plan de pesificación, seguidas por proyectos de legisladores oficialistas que impulsaban pesificar determinadas transacciones, crearon el caldo de cultivo que llevaron a muchos ahorristas a pensar cualquier cosa.

Los temores a la pesificación de los depósitos en dólares venían acompañados además por la pérdida que eso significaría para el dueño de ese depósito. Sin poder comprar dólares libremente, la pesificación se haría al precio de la cotización del mercado legal (al que nadie puede acceder), por lo que implícitamente significaba una pérdida del 25% para el dueño de los dólares, dada por la diferencia entre el dólar oficial y el paralelo.

Para el diputado de Coalición Cívica Alfonso Prat Gay, ex presidente del Banco Central, no tiene “ninguna justificación” la “obsesión del Gobierno con la pesificación” porque, según consideró en declaraciones radiales, se trata de medidas que “ahuyentan depósitos y hacen perder reservas”.

Al menos ahora empieza a aclararse que, más allá de la “batalla cultural” que quiere dar el Gobierno en favor del peso y contra la dolarización, buena parte de las operaciones en dólares podrán seguir haciéndose. Siempre que se puedan comprar esos dólares.