La Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) dará el primer paso para producir biocombustible de algas y cosméticos a gran escala en pocas semanas más.

El proyecto de investigación, que comenzó en 2009, implementará en setiembre dos piletas de un cuarto de hectárea cada una, lo que le permitirá criar esta microplanta 100 veces más rendidora que la soja.

El primer objetivo fue comprobar la factibilidad de criar algas en Mendoza. Logrado esto, los científicos de la UNCuyo se propusieron producir biomasa para obtener biodiésel a partir de ellas.

Superada esta etapa, el desafío ahora es lograr el desarrollo técnico y económico previsto desde el principio: la producción a gran escala.

A lo largo de la investigación aparecieron además otras propiedades y aplicaciones de las algas unicelulares. “Descubrimos antioxidantes y xantinas que hacen aptas a las plantas para la alimentación o la elaboración de productos cosméticos (ver aparte)”, detalló Jorge Barón, ingeniero nuclear responsable del proyecto.

Barón subrayó que desde el comienzo se propusieron superar la investigación científica para adentrarse en el desarrollo técnico y económico. “Éste es un enfoque novedoso que nos diferencia de otras iniciativas nacionales. Queremos vincular el trabajo de la universidad con la sociedad, superar la investigación científica para que se intenten establecer procesos técnicamente viables y económicamente rentables. Es decir, el factor económico está muy presente en todos los experimentos que se realizan”, indicó.

La producción de biocombustible es importante desde dos puntos de vista.

El primero es que la ley de promoción de biocombustible obliga a incrementar el porcentaje de éste en la composición naftas y gasoil (actualmente es del 5%), por lo que su demanda crecerá con los años.

El segundo es la posibilidad de que el biodiésel aporte soluciones a la crisis que afecta al país por la escasez de combustibles. Además se trata de una alternativa energética más limpia que las tradicionales.

Por eso son tan importantes las piletas que se sumarán al proyecto el mes próximo. Miden 2.500 metros cuadrados cada una y permitirán comenzar a pensar en una producción de algas a gran escala antes de que termine 2013.

Sobre el rendimiento que tienen las algas, Barón fue muy gráfico: “De la soja se pueden sacar 500 kilos de aceite por hectárea cultivada, de una superficie igual con algas se pueden lograr hasta 20 toneladas de aceite”.

Es decir que con las piletas será posible que el proyecto produzca 10.000 kilos de aceite, con la ventaja de que las algas permiten muchas más cosechas al año que la soja.

Una de las razones de la productividad de las algas es que no tienen estructura. “No tienen la raíz ni el tronco de la planta terrestre, que no participan en la fotosíntesis. En cambio, todo el cuerpo del alga sí realiza fotosíntesis. En segundo término, las algas se reproducen muy rápido: de uno a cinco días se duplica su población y permiten realizar una cosecha diaria, alcanzando, en una misma hectárea de cultivo, 100 o 200 cosechas al año. Lo opuesto al cultivo de la soja, por ejemplo, que tiene solamente una o dos recolecciones en el mismo lapso temporal”.

Otra ventaja ambiental de las algas es que consumen dióxido de carbono como alimento, lo que permite reducir los gases del efecto invernadero. Además, no utilizan tierra fértil, lo cual las hace aptas para cultivarlas en los suelos desérticos mendocinos. Tampoco consumen agua, porque viven en el medio acuático sin absorberlo. “Pero sí necesitan buen sol, porque son organismos fotosintéticos”, acotó Barón.

Actualmente trabajan más de 12 investigadores en el equipo, que obtuvo financiamiento privado de la empresa Energy Traders SA, la cual se sumó a los subsidios que entrega la Secretaría de Ciencia, Técnica y Posgrado de la UNCuyo.

También hay empresas privadas interesadas en financiar el proyecto a tal punto que permitirán la instalación de las piletas.