El programa de reinserción laboral de la Penitenciaria de San Rafael está dando sus primeros frutos con la venta de los artículos que producen los internos alojados allí y en la Colonia Penal.

Este año se han vendido más de 100 lechones, que han generado ingresos por $30.000, productos de herrería y carpintería por unos $11.100 y, a precios módicos, verduras que se cultivan y cosechan en la Colonia Penal, ubicada en Tirasso y Lassa.

Los ingresos por las ventas son reinvertidos para la compra de insumos. Pero si en el futuro la producción crece a una mayor escala, las autoridades de la Penitenciaria tienen pensado armar un esquema de comisiones para los presos.

Para colocarlos en el mercado hay tres bocas de expendio: una en la Penitenciaria, otra en la Colonia Penal y la última en un local en la Feria de Artesanos ubicada en el Museo Ferroviario, frente a la Rotonda de la Bandera.

En ese espacio, todos los viernes a partir de las 18.30 se venden parrillas, utensilios de hierro, mesones de madera y otros artículos similares, al igual que en la Colonia Penal, que funciona todos los días y que ofrece lechones y verduras.

El director de la cárcel, Ricardo Gatica, señaló que “la venta de lechones fue un éxito y ya tenemos encargados unos 60 para estas fiestas”.

En el caso de las verduras, todavía no hubo un volumen importante de ventas, aunque los precios son muy baratos –el kilo de lechuga a $5– y lo cosechado es utilizado en los comedores de la cárcel y otra parte se entrega a familiares de detenidos.

Este sistema de trabajo forma parte de un programa de reinserción laboral que le permite al interno, junto con el estudio, mejorar sus condiciones de confinamiento.

En este escenario, Gatica dijo que “sólo el 10% de la población carcelaria –unos 391 detenidos– no ingresa a este régimen”.

Estos talleres donde se fabrican los artículos están coordinados por maestros en el oficio que forman parte del Centro de Capacitación para el Trabajo que funciona en la cárcel.

Todo este proceso tiene algunas falencias, sobre todo por la falta de espacio que hay en el penal de avenida Mitre, que no permite ampliar la capacidad de los talleres.