La ciencia argentina seguiría siendo la niña mimada del Gobierno durante los próximos años. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner prometió ayer que llevará a cabo un plan de acciones que llega hasta el año 2020 (aunque su mandato dura hasta 2015). Lo anunció ayer junto con su ministro del sector, Lino Barañao, que también tuvo su momento previo para contar en la Casa Rosada los cambios que se hicieron en el área desde 2003.

Más inversión en investigación y ciencia por parte del Estado, más investigación en las empresas, más participación de las provincias, y más articulación entre los organismos públicos serán algunos de las estrategias del plan para el futuro. La idea es que todo redunde en que “ la educación, la ciencia y la tecnología sean el motor de la prosperidad. Pero no es cuestión de vivir mejor, sino de vivir bien”, dijo Barañao, que desde su creación, en 2007, está a cargo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCYT).

En el plan, se promete que la inversión pública en ciencia y tecnología pasará del 0,65% del Producto Bruto interno argentino al 1,65% en 2020. En 2002, la inversión llegaba al 0,44% del PBI. También se espera promover que las empresas privadas argentinas pongan más interés en investigación y desarrollo: hoy sólo colaboran con el 26% del total de inversiones, y el plan busca que lleguen al menos al 50%. Además se intenta que más provincias se sumen a la movida por la ciencia: que alcancen el 37% de la inversión total, con la excepción de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Capital Federal.

Argentina tiene hoy 2,9 investigadores, tecnólogos y becarios por cada 1.000 personas de la población económicamente activa. Con el nuevo plan, se espera aumentar la cantidad a 3,6 cada 1.000 en 2015 y a 4,6 en 2020, según el escenario menos optimista. Es decir, planean duplicar la cantidad de científicos en 7 años.

Uno de los ejes principales del plan es la “focalización” en sectores que se consideran estratégicos, según Barañao: la agroindustria, el ambiente y el desarrollo sustentable, el desarrollo social, las energías, la industria, y la salud. Todo se dispersará en 34 núcleos socioproductivos.

En el acto, la Presidenta mostró “productos” que hablan del pasado y su visión para el futuro. Presentó una planta de yacón, que es similar a la batata, y recordó que era cultivada por los Incas. El consumo del yacón previene las caries, se puede usar como endulzante, mejora la asimilación de calcio, y disminuyen el nivel de triglicéridos y colesterol, entre otros beneficios. Y Cristina lo mostró como un caso de éxito de lo que puede aportar la innovación productiva: recuperaron la producción de yacón en comunidades de Jujuy.

Casi al final de su discurso, y con muchos científicos presentes en la sala, la Presidenta exhibió una capa de vicuña que le habían regalado en Bolivia. “Que nadie piense que voy en contra de las ovejas”, aclaró, y prometió 50 millones de pesos para la producción sustentable de camélidos, que dañan menos los suelos. “Quería mostrar lo que podemos hacer los argentinos para ayudar a otros argentinos y a otros de otras regiones”, dijo.