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Quieren sustituir 4,5 millones de litros de gasoil por biodiésel

Uno - Lunes 3 de setiembre de 2012

La idea es abastecer a fin de año a Vialidad provincial con biocombustible propio. Varios proyectos del ámbito universitario analizan alternativas viables para los combustibles fósiles.

En el Gobierno y distintos ámbitos académicos buscan hacer posible el desarrollo productivo de biodiésel en la provincia. La mayoría de los proyectos arrancó en 2006 y luego de varios años de investigación muchos de ellos comienzan a mostrar resultados viables. Las pruebas pilotos y la experiencia de campo confirmaron algunas hipótesis y el sueño de remplazar combustibles fósiles por alternativas económicas y ecológicas.

Ambicioso, Alejandro Burlot, director de Energía, confirmó que el Gobierno quiere sustituir para fin de año 4,5 millones de litros de gasoil por biodiésel mendocino. “La idea es abastecer la repartición de Vialidad, que implica un gasto de 27 millones de pesos anuales. Vialidad es la segunda repartición del Estado con mayor consumo de gasoil. Seguridad es la más difícil de sostener: consume arriba de 6 millones de litros por año”, dijo el funcionario.

Los beneficios asociados

Remplazar el gasoil por biodiésel propio le da a la provincia beneficios en distintos sentidos: ganancia económica, compromiso con el medio ambiente e independencia en el abastecimiento. En definitiva permite la soberanía energética de la que tanto se habla. “Estamos avanzando pero para alcanzar nuestra meta es necesario hacer una gran inversión de rápida recuperación”, expresó Burlot. “Esperamos que este proyecto actúe como efecto multiplicador y que contagie a las empresas de transporte y al resto de la industria”, agregó.

El director de Energía resaltó que hay que lograr que Mendoza pueda contar estratégicamente con una fuente alternativa de combustible para hacer frente a los problemas de escasez. “Hicimos una primera experiencia en el Carrusel y luego se fijaron varios planes. Uno fue pensar en la posibilidad de que el propio Estado contara con una planta de biodiésel para alimentar a su flota de vehículos. Otro fue trabajar en el territorio con los productores para ver bajo una figura asociativa cómo destinar parte de la superficie, para sembrar colza y desarrollar pequeñas plantas de biodiésel”, dijo.

Actualmente desde la Secretaría apuestan a proyectos fácilmente aplicables y que se puedan poner en vigencia con rapidez. “No podemos estar estudiando 5 o 7 años, como han hecho diferentes equipos universitarios. Por eso intentamos basarnos en los proyectos que los centros de investigación ya desarrollaron con un alto nivel de profundización. Esto nos permitirá un nivel de transferencia y ejecución directo. Incluso, ya tenemos hasta un modelo de planta discutido con Dante Bragoni, titular del Instituto de Energía de la UNCuyo”

El funcionario confesó que dentro de los acuerdos y desarrollos en común con la universidad, en el presente están trabajando de modo experimental sobre seis vehículos de Vialidad y uno de la Dirección de Energía. Todos son de distintas dimensiones: autos, camiones y camionetas para empezar a probar distintos cortes de combustible y determinar el óptimo.

Las fases del proyecto

“En esta primera etapa no estamos evaluando la producción. Estamos concentrándonos en lo experimental para determinar parámetros de corte óptimo en los vehículos del Estado. Ni bien tengamos estos resultados avanzamos en la siguiente etapa, la construcción de una planta propia”, aseguró Burlot.

En el Gobierno aclararon que no saben aún de dónde obtendrán la colza necesaria para la producción, pero manifestaron que este problema es menor, ya que así se traiga colza desde la Pampa Húmeda, los números cierran y son beneficiosos. “Muchos se largaron años atrás a producir colza pero no teníamos ni siquiera una sola planta de producción de biodiésel, ni maquinaria para cosecharla, además de los problemas hídricos.”.

“Ahora estamos enfocados en lo industrial, en cómo resolvemos el abastecimiento y en paralelo analizamos cómo sería la producción, pero con recursos hídricos no convencionales como la utilización de aguas residuales urbanas y cloacales”, describió el director de Energía y planteó además que el deseo es llevar adelante una propuesta integral y original que remplace a los combustibles fósiles.

Evaluación de impactos

Según informó Bárbara Civit, investigadora de la Universidad Tecnológica Nacional, en el grupo CLIOPE dirigido por Pablo Arena se estudian aspectos relacionados con la energía renovable y no renovable, el medio ambiente y el desarrollo sustentable. Específicamente sobre biocombustibles, Roxana Piastrellini está desarrollando una metodología para evaluar con indicadores regionales el impacto del biodiésel producido en Argentina.

Se pretende analizar las cadenas productivas de biocombustibles durante su ciclo de vida y evaluar los impactos ambientales asociados con su expansión. Esta investigación se desarrolla junto con la regional Santa Fe y con financiamiento de la UTN. El objetivo es poder evaluar los biocombustibles producidos en el país y en particular los que presentan mayores posibilidades de incidir sobre la matriz energética. Los resultados obtenidos hasta el momento, se han presentado en diversos foros y espacios de discusión.

Se trabajó con biodiésel de soja de primera y de segunda calidad, en siembra directa y en labranza convencional, irrigada y en secano. También con biodiésel de colza en Mendoza con datos aportados por INTA Junín, de la mano de Jorge Silva Colomer, y con datos del INTA proporcionados por Manfredi y Castelar. También se desarrolla una investigación paralela con cosechas de topinambur, con datos agrícolas otorgados por Cecilia Rébora de la Facultad de Ciencias Agrarias.

La UNCuyo: semillero de ideas

En la facultad de Ciencias Agrarias , Cecilia Rébora, está al frente de un proyecto de experimentación sobre cultivos para biodiesel. “En años previos estuvimos pensando en distintos cultivos que pudieran ser usados como materias primas para producir biocombustibles. Experimentamos con cultivos oleaginosos proveedores de aceite - la principal materia prima para fabricar biodiesel- como también, con cultivos proveedores de hidratos de carbono, que constituyen la materia prima para elaborar bioetanol”, especificó la ingeniera.

“Mientras desarrollábamos estos estudios, uno de los miembros del equipo, Horacio Lelio, manifestó su preocupación de destinar agua a producir energía y no alimentos. En este contexto y pensando en la posibilidad de usar las aguas residuales urbanas que genera el municipio de Tunuyán trabajamos en una nueva investigación. Con ésta, evaluamos el comportamiento de dos cultivos energéticos: colza y topinambur regados con aguas residuales y agua subterránea. En ambos casos obtuvimos rendimientos mayores en cultivos regados con agua residual”, dijo la investigadora.

Héctor Rubio, secretario de Infraestructura de Tunuyán, festejó la próxima etapa de trabajo de los investigadores. “Para esta nueva fase, entre la Facultad de Agrarias y la Municipalidad, tenemos previsto probar el comportamiento del cultivo de soja regado con agua residual urbana. La experiencia de campo se realizará en tierras de AySAM, contiguas a la planta de tratamiento de aguas residuales urbanas”, informó. Para Cecilia Rébora “poder generar información para un proyecto de producción de biocombustibles es valioso para la sociedad".

Dante Bragoni, titular del instituto de Energía de la UNCuyo, declaró que la Facultad de Ingeniería viene desde hace años esforzándose en investigaciones y puestas semi comerciales en torno a biocombustibles. Esta Universidad es la única que cuenta con una planta de producción propia y la que más lazos estrechó con el gobierno para ejecutar algunos de sus proyectos. “Estamos analizando distintos aceites naturales y frituras a los efectos de poder producir industrialmente biodiesel. También buscamos biodiesel a partir de grasas cerdas y vacunas”, expresó.

Otro proyecto similar es el de Jorge Barón sobre producción de biocombustibles con el uso de algas. Según el equipo de investigación, esta alternativa resulta 60 o 70 veces más rendidora que la producción de combustible limpio a partir de la soja. “Mientras que una hectárea de soja genera 500 kilos de aceite al año, una hectárea de algas produce aproximadamente unas 20 o 30 toneladas por mes”, destacó el promotor del proyecto.

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