Optar por una carrera universitaria, seguir el ritmo de las materias, aprobar los exámenes y recibirse en el tiempo estipulado es una situación ideal que no ocurre en la mayoría de los casos.

Por motivos particulares un estudiante puede demorarse, tomarse un impasse, cambiar de carrera o abandonarla por un trabajo. Si bien es difícil determinar qué ocurre con cada uno de los alumnos, ya que se requiere información detallada sobre el comportamiento de cohortes, en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) se realiza un cálculo aproximado que muestra un mapa de esta situación. El dato se conoce como índice de egreso y revela que en los últimos 10 años -de 2002 a 2011- en promedio egresaron 38 de cada 100 ingresantes.

Esta cifra es alentadora si se compara con la media nacional relevada en un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA), que anuncia que se reciben 27 de cada 100 que entran.

Según recalcó Sandra Muscolini, directora de Estadísticas de la UNCuyo, esto no quiere decir que la población que queda fuera de estos números ha abandonado, sino que puede continuar en el sistema o no. "Todavía no se reciben, están pasivos, alguna parte abandonó o están atrasados. Nosotros no nos enteramos cuando abandonan, no tenemos forma de saberlo", aclaró. Para conocer más acerca de lo que sucede con la población estudiantil en la casa de altos estudios se contabiliza la tasa de retención, que en los últimos 10 años asciende al 87%.

"Se toman todos los alumnos que estaban en actividad el año anterior, se le restan los que egresaron y se saca el porcentaje de los que se reinscribieron", explicó la experta.

Para Claudia Paparini, secretaria académica de la universidad, los datos del índice de egreso son muy buenos pero siempre se pueden mejorar. "Como una universidad pública gratuita queremos incluir a todos los sectores, pero sabemos que hay una cierta inclusión que excluye, por lo que constantemente se trabaja para mejorar", manifestó.

Una de estas acciones concretas que realizan desde el año pasado es el programa Trayectorias Académicas Estudiantiles (Traces) que pretende que cada facultad tome conciencia de las dificultades de cada carrera.

"Lo que buscamos es que cada unidad repiense su trayectoria y se apliquen estrategias pedagógicas, normativas y administrativas para que sea más fluida y los alumnos puedan egresar en el menor tiempo posible", relató Paparini.

Según su perspectiva, el problema del rendimiento no es sólo de los estudiantes: "Queremos hacernos cargo institucionalmente por lo que aunque no podamos resolver todos los problemas en una primera etapa vamos a hacerlos visibles", destacó.

Rendimiento por carrera

Las cifras relevadas por la universidad resultan un promedio de lo que sucede en cada facultad e institución dependiente de la UNCuyo, en la que las realidades varían sustancialmente. La que mejor índice tuvo en 2011, último año estudiado, -sin contar el Instituto Balseiro- es la Facultad de Ciencias Médicas con 69 egresados de cada 100 ingresantes, le sigue la de Ingeniería con 54, y la de Odontología con 52.

"En el área de la salud el promedio es alto porque el ingreso es muy selectivo por el tema del cupo que tiene sus pro y sus contra, además es muy personalizada y los chicos tienen pocas posibilidades de trabajar por lo que se reciben rápido", expuso Muscolini a la vez que informó que en Ingeniería hubo recientemente un cambio de plan que les exige más a los estudiantes para no quedar fuera del sistema.

Por otro lado, las facultades que menos egresados tienen cada 100 ingresantes son Derecho con 21, la de Educación Elemental y Especial con 28 y el Instituto Universitario de Seguridad Pública con 30.

"Las realidades son diversas, en las carreras en las que son pocos estudiantes el seguimiento es bastante personal, donde hay muchos alumnos se tienden a atrasar más", apuntó la directora de Estadísticas.

Los que estudian y trabajan

Una queja recurrente entre los alumnos y que a varios los lleva a abandonar o a optar por otra universidad, es la dificultad que encuentran aquellos que tienen que trabajar.

"Los horarios de cursado son tan variables que cuando tuve que empezar a trabajar porque mi novia se quedó embarazada tuve que dejar la carrera con todo el dolor del alma", contó un tanto compungido Eduardo Vega de 42 años, ex estudiante de Ingeniería.

De todas maneras de acuerdo a los datos relevados por la universidad, un 35% de los alumnos matriculados en 2012 trabajan. De este total, un 32% lo hace más de 36 horas.

"Hay algunas carreras que ya están pensando en consolidar sus horarios para adaptarse a los que trabajan, igualmente no creo que la inclusión dependa únicamente de eso, sino que hay varios factores", señaló Paparini