Uno - Lunes 17 de diciembre de 2012
Desde hace más de medio siglo se hablaba del tema, que parecía nada más que una pretensión de un grupo de locos. Ahora es realidad el segundo paso fronterizo de Mendoza hacia el país vecino.
Hace más de 50 años un puñado de “locos” empezó a hablar de que se podía llegar a Chile a través del Paso Pehuenche. La habilitación que desde el martes rige en este cruce que une Malargüe con la provincia trasandina de Talca es el primer diagnóstico concreto de que esa gente no estaba loca. En marzo del 2014, nueva fecha estimada de inauguración, todos los que soñaron y trabajaron por este paso pasarán a ser pioneros.
Con la histórica primera habilitación definitiva –está abierto hasta que el clima diga lo contrario– Pehuenche se convierte en el segundo paso fronterizo de Mendoza y aportará su granito de arena a descomprimir el saturado Los Libertadores.
Es que de Malargüe a Talca hay 291 kilómetros. Desde San Rafael, 481 y desde Mendoza, 671. Duplicando esas distancias se obtiene el total que insume la ida y vuelta por este cruce.
Diario UNO fue el primer medio que recorrió el paso desde su habilitación definitiva. Por ahora implica el permiso de tránsito para vehículos livianos y minibases tipo trafics. No está habilitado aún para camiones ni para transporte de pasajeros, ya que el gobierno chileno aún no lo autoriza.
Lo que hay que saber
El horario en que está habilitado el flujo vehicular es de 8 a 21 yendo hacia Chile y de 8 a 18 de regreso. Del lado argentino, desde el encuentro entre la ruta 40 (en Bardas Blancas, al sur de Malargüe) con la 145 (por la que se tiene que ir) hay 81 kilómetros hasta el límite con Chile.
Los primeros 19,8 kilómetros están asfaltados desde la época de Julio Cobos como gobernador. El resto es de ripio. Al terminar ese primer tramo pavimentado, de poco menos de 20 kilómetros (hasta el 37,8 para ser exactos) el ripio está algo suelto.
Allí se llega a la localidad de Las Loicas, donde está el control unificado entre Gendarmería,la Aduana y AFIP. Hoy son cuatro gendarmes los designados allí, que tienen a cargo el control migratorio. Están en un edificio que pertenece a Vialidad donde hay 7 horas de luz por día.
Desde allí y durante el resto de los 43 kilómetros hasta el límite fronterizo el ripio se vuelve más firme, compactado. De todos modos hay que transitar con mucha precaución por el tipo de terreno y por la presencia de máquinas y obreros trabajando. Del lado chileno, si bien apenas restan 4 kilómetros de pavimento (entre diversos tramos), todavía falta lo que técnicamente se llaman obras a nivel de subrasante, es decir puentes, alcantarillas, murallas de contención, etcétera.
Es que la estrategia fue diferente. Mientras en Argentina se han hecho antes del asfalto todas las obras básicas (complejas por la topografía cordillerana) en Chile se empezó por el pavimento.
“El concepto de ejecución de obras básicas es para ver el comportamiento geológico de la cordillera. La sección 3B (desde el arroyo Guanaco hasta el límite) es una variante que va por la parte soleada del paso. Históricamente iba por la parte sombreada y la acumulación de hielo y nieve era de 4 a 6 metros. Ahora va por la parte soleada, por lo cual el viento y el sol ayudan en el despeje, ayudan mucho; es crucial, es una mejora del proyecto, que no existía”, informó José Cortizo, delegado de Vialidad nacional en el Sur provincial.
La licitación para hacer el asfalto de los 60 kilómetros aproximadamente que restan del lado argentino se haría en las próximas semanas. Se harán todos los tramos al mismo tiempo.
La ruta 145 de este paso (115 del lado chileno) ofrece muchos contrastes a nivel de paisaje. Las montañas presentan un verde no habitual en otras formaciones rocosas de la región. La zona tiene pocos habitantes más allá de puesteros y la pequeña población de Las Loicas.
Uno de los que la transitan siempre es Anselmo, un puestero que suele arrear sus chivos y para ello usa la ruta. El tiempo para él y su hijo, que lo acompaña en la tarea, parece no pasar. Hasta sus orejas (tapadas al igual que toda su cara como forma de evitar el obstinado viento que corre en la zona) no ha llegado la noticia de la apertura.
“Nos faltan 4 kilómetros de asfalto”, dice un ingeniero chileno al borde de la espectacular laguna del Maule, el paisaje más impactante de todo el camino y que durante 30 kilómetros acompaña del lado chileno el paso de los vehículos. “Estamos haciendo un puente para pasar por sobre la represa de la laguna”, añadió el profesional trasandino mientras a su lado un auto con patente argentina pasaba con precaución.
Fue uno de los pocos vehículos que se vieron en la ruta durante el recorrido de este diario, más allá de las innumerables camionetas 4x4, máquinas y algún camión perteneciente a las empresas que trabajan en la zona.
Son las primeras huellas que dejan los vehículos en esta habilitación definitiva, más allá de que debajo de ellas están las de quienes soñaron con este proyecto, que se resisten a borrarse y acompañarán las miles de huellas que se formarán en el futuro.
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