A diez meses de su puesta en funcionamiento, la planta ubicada en la zona cementera de Capdeville (Las Heras) se encarga de procesar prácticamente la totalidad de los residuos patogénicos y farmacéuticos generados en Mendoza. Esa cobertura se traduce en el procesamiento de 4,5 toneladas por día de esa basura tóxica, sólo un tercio de la capacidad total de la nave industrial, que puede trabajar con 16.400 kilos por día si los equipos operan al máximo.

La planta de tratamiento de residuos es una de las pocas de su tipo en el país, ya que gestiona integralmente los desechos producidos en centros sanitarios y farmacias, públicos y privados, de Mendoza, desde la recolección hasta la disposición final en una celda de seguridad del predio de relleno sanitario en El Borbollón.

El tratamiento para convertir este material tóxico en residuo urbano se hace a través de un sistema de dos corrientes: el de autoclave, para la esterilización de los residuos patogénicos (elementos usados en el ámbito sanitario que son infecciosos o cuya actividad biológica puede contaminar la salud o el suelo), y el horno pirolítico, para los productos químicos farmacéuticos, donde también se incineran las partes humanas y animales desechadas en centros sanitarios.

Quienes están detrás del manejo del establecimiento, que presta un servicio público –los usuarios abonan una tarifa plana de $17,35 por kilo–, y cuya concesión está en manos de Sustenta –unión de las empresas Tysa-Lamcef (del holding Pescarmona)–, informaron que en estos diez meses creció la demanda de 1.300 centros generadores (centros de salud públicos y privados, hospitales y farmacias) anotados al comienzo para que se les gestionaran sus residuos, se pasó a 2.300 en la actualidad. “En lo que está considerado como residuo patogénico y farmacéutico cubrimos la totalidad”, dijo Martín Isolio Knorre, gerente de operaciones de Sustenta.

La planta tiene una capacidad superior a la utilizada actualmente y la misma está contemplada para “absorber potenciales picos de demanda, por ejemplo, si abre un nuevo hospital o si se dan contingencias como un sismo”.

Los profesionales aclararon que no se pueden traer residuos de este tipo desde otras provincias, ya que tal como lo establece la Ley Provincial 7.168 del año 2003 y su decreto reglamentario del año 2005, esa acción está prohibida.

Una planta de avanzada

“En la provincia de Mendoza se dan dos hechos destacables: que es la única que tiene una ley específica para el tratamiento de los residuos tóxicos y que además gestiona todo el problema a través de una cadena ordenada”, dijo la ingeniera María Esther Villalba, representante técnica de la empresa concesionaria, acompañada de miembros de la comisión de seguimiento de la Secretaría de Ambiente que, junto con el Ministerio de Salud, son los encargados de controlar la aplicación de la normativa vigente.

Villalba contó que la planta comenzó a recibir residuos el 15 de diciembre del año pasado, aunque el proyecto nació en 2006 por un reclamo de vecinos de Capital. “El horno del cementerio capitalino era para quemar cadáveres, pero luego ese uso se empezó a desvirtuar gestionándose allí la quema de residuos patogénicos nocivos para la salud”, recordó la ingeniera.

“Si uno compara los trabajos que aquí se realizan con las plantas industriales de otras provincias, la diferencia es notoria”, explicó Knorre, quien para dar cuenta de la modernidad de las instalaciones, contó que el horno pirolítico tiene un sistema de tratamiento de gases de teconología inglesa, que aumenta la eficiencia del proceso al 90%.

La nave industrial “está rodeada de canaletas que van a una planta depuradora de fluidos, que se acopia en una cisterna enterrada y se recupera el agua que se utilizó”, ejemplificó el gerente de operaciones. Pero no es sólo el líquido vital el que se recupera, ya que las cajas de residuos patogénicos son esterilizadas y vendidas para su reciclaje, dinero que se destina a la Fundación CONIN.