Página 12 - Martes 3 de junio de 2014
Tras la fuerte pérdida de producción por la caída en las exportaciones del primer cuatrimestre, la ministra de Industria logró reabrir ayer las negociaciones en Brasil para alcanzar un nuevo acuerdo. Hubo avances significativos.
La ministra de Industria, Débora Giorgi, viajó ayer a Brasilia, donde se reunió con su par brasileño, Mauro Borges, para tratar de acelerar un acuerdo automotor entre ambos países que permita recomponer las exportaciones argentinas en el tiempo más breve posible. Las discusiones se encontraban empantanadas en cuanto a la relación de intercambio bilateral que se fijaría sin arancel, que se denomina Flex. El encuentro de ayer destrabó la negociación, permitiendo avanzar en una serie de medidas que se rubricarían la semana próxima, en una nueva reunión que tendrá como sede Buenos Aires. El nuevo acuerdo, según se anticipó, contemplaría no sólo respuestas a los problemas inmediatos, sino también otras definiciones de largo plazo.
El indicador Flex se encuentra actualmente en 1,95, lo que implica que por cada dólar exportado a Brasil, este país puede venderle a la Argentina hasta 1,95 dólar sin arancel. La intención argentina fue reducir esa proporción a 1,30. Aunque la posición brasileña, en principio, era no moverse de la relación actual, según fuentes que participaron de la negociación, se combinó un porcentaje intermedio. En el encuentro también se avanzó en las líneas directrices del protocolo para un nuevo marco regulatorio bilateral para el sector y en el compromiso de sustituir importaciones extrazona (desde terceros países).
La negociación no es fácil. En las últimas semanas, las partes ya habían consensuado prolongar la vigencia de la actual Política Automotriz del Mercosur (PAM), marco que permite a las terminales delinear sus estrategias de producción regional a partir de los requisitos de integración de partes intrazona. Pero había dudas en el valor del Flex, relación entre exportaciones e importaciones para reducir los desequilibrios bilaterales. Los carriles de la negociación son tres. El primero es una apuesta estructural, de largo plazo, que implica definir los protocolos necesarios para un nuevo acuerdo bilateral para el sector. El objetivo de mediano plazo implica prorrogar la PAM hasta que entre en vigencia un acuerdo que lo reemplace hasta 2020; y el tercero, que responde a la inmediatez de la situación actual, consiste en un pacto público-privado provisorio que alivie la tensión bilateral y aumente el flujo comercial. En este último punto, las conversaciones bilaterales tienden a avanzar en la integración de autopartes intrazona, y hacia un aumento en la compra de vehículos y componentes por parte de las terminales ubicadas en ambos lados de la frontera.
“Se acercaron bastante las posiciones sobre cómo medir el Flex”, explicó una fuente oficial a este diario. La PAM establece un comercio de autos libre de aranceles, siempre que las terminales cumplan con el mínimo del 60 por ciento de integración de partes fabricadas a nivel regional. La importación de autos de extrazona tiene un arancel del 35 por ciento, mientras que la compra externa de autopartes paga 16 por ciento en promedio. En este esquema, el Flex limita el desbalance comercial. Si el comercio es deficitario para la Argentina, las importaciones no pueden ser más del doble de las exportaciones. Este acuerdo vence a fin de mes y se renovaría hasta tanto entre en vigencia el nuevo marco regulatorio, pero con una leve reducción respecto del 1,95 actual. Esa renovación no requeriría tratamiento parlamentario en ninguno de los dos países.
Más inmediata es la necesidad de resolver la caída del comercio automotor entre ambos países. Las terminales y autopartistas, bajo la supervisión de una comisión compuesta por los Estados y los privados de ambos países, analizarán la posibilidad de sustituir las importaciones extrazona. En ese caso, la Argentina busca captar la mayor cantidad de componentes que puedan producirse en la región y disminuir el déficit de ambos países con países extrazona. También habría un principio de acuerdo para mantener la participación de vehículos argentinos en el mercado brasileño en torno del 11 por ciento, que actualmente se retrajo a 7,5 por ciento. Por su parte, terminales argentinas prometen mantener en torno de un actual 44 por ciento el peso de las unidades importadas desde Brasil.
En el encuentro de ayer participaron, junto a Giorgi y representantes privados, el secretario de Planeamiento Estratégico, Horacio Cepeda; la subsecretaria de Coordinación Económica, Mariana González, y el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Carlos Bianco. La caída de ventas al país vecino durante el primer cuatrimestre del año impactó fuerte sobre la producción local. Según fuentes privadas, en ese período se exportaron a Brasil unos 30 mil autos menos de lo esperado, por un valor promedio de 17 mil dólares cada uno, que supuso la pérdida de 510 millones en la balanza del sector.
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