Página 12 - Martes 30 de abril de 2013
Marcos Muñoz resalta la importancia de los nodos audiovisuales tecnológicos como parte de la política comunicacional generada en democracia y la relevancia de la participación de las universidades nacionales en esas iniciativas.
Por Marcos Muñoz *
* Desde Neuquén
La creación del Nodo Audiovisual Tecnológico Comahue en la Universidad Nacional del Comahue es una realidad; el primero en la provincia de Neuquén, el cuarto en el Polo Tecnológico Patagonia Norte y el último nodo inaugurado a nivel nacional, alcanzando un total de 42 nodos en todo el país.
Lo escrito en la Ley Nacional de Servicios de Comunicación Audiovisual se comprueba a diario. El cumplimiento de la palabra está respaldado por un fuerte compromiso del gobierno nacional en seguir democratizando el acceso de las diversas regiones de nuestro país a la producción de contenidos audiovisuales, el acceso a las universidades nacionales como coordinadoras de nodos y las organizaciones vinculadas de este sector en un rol activo de participación y de decisión.
En este sentido, y por primera vez en la historia de la democracia de Argentina como en la de América del Sur, las universidades nacionales adquieren un protagonismo que vale la pena resaltar como coordinadoras de un espacio diverso y heterogéneo en el que participan organizaciones vinculadas con la producción de audiovisuales.
La presencia de la universidad pública como un actor político clave de destacada credibilidad ante la ciudadanía en el tiempo democrático vigente proporciona suficientes elementos para reflexionar sobre la importancia de esta presencia en la construcción de un nuevo paradigma de la democracia comunicativa y de la vinculación entre universidad, sociedad y democracia. Que la universidad pública se sienta y quiera ser protagonista de su tiempo nos permite inferir de un crecimiento sustantivo de quienes trabajan en ella entendiendo al compromiso con la sociedad en términos de acción colectiva y de acción discursiva, y viceversa.
Durante la infame década del ’90, la impronta que impulsó el gobierno privatizador al sector audiovisual tuvo una estructura marcadamente comercial, con predominio de prestadores privados. Tras la sanción de la ley de medios en octubre de 2009, este sector que supo tener un desarrollo desigual comenzó a transitar una nueva etapa. Podría decirse: el renacimiento tras décadas de claros actos de destrucción arrancando con las políticas autoritarias y destructoras del último gobierno dictatorial hasta la irrupción en la escena política del Néstor Kirchner. Décadas sin que el Estado nacional generara las condiciones para que este valioso sector pudiera mostrar todo su potencial y, por si fuera poco, con la clara intención de perjudicarlo, favoreciendo la apertura del mercado interno o pantallas locales a todos aquellos productos enlatados provenientes, principalmente de Hollywood, encareciendo los costos de los insumos, generando desempleo y concentrando en Capital Federal las pocas posibilidades de producir para llegar a fin de mes.
La presencia de las universidades nacionales suma nuevas miradas a un debate ya de por sí complejo, como es el de pensar una nueva televisión rica con contenidos, una televisión que trabaje a favor de los derechos humanos, de la democracia, de la inclusión social, por un desarrollo más equitativo en la elaboración de contenidos entre las regiones de un país extenso, que genere nuevas respuestas y nuevos interrogantes a un presente que permanentemente nos interpela como colectivos de ciudadanos y como latinoamericanos y que, al mismo tiempo, capte la atención de una audiencia difícil de poder predecir en términos de necesidades. Allí, en ese escenario que desafía, las universidades públicas se presentan a querer rescatar lo mejor de sí y ponerlo a disposición de una sociedad que valora las propuestas de Encuentro, Pakapaka, TV Pública, Incaa TV, pero sin querer restringir otros proyectos porque seguramente grandes ideas audiovisuales también podrán surgir de los 42 Nodos Audiovisuales Tecnológicos.
En estos últimos años, y en particular desde el funcionamiento del Programa Polos Tecnológicos, los productores audiovisuales de las diversas regiones de Argentina están apostando a no emigrar a los grandes centros urbanos para poder concretar sus sueños quedándose en sus lugares de residencia. En ese contexto, la inauguración del Nodo Comahue, el número 42 a nivel nacional, es una realidad que producirá en alta calidad por el enorme potencial del recurso humano en la región y, además, generará más empleo, espacios de capacitación y desarrollos en investigación en el mercado audiovisual de la zona del Alto Valle y en el interior de la provincia de Neuquén.
* Licenciado en Comunicación Social. Coordinador del Nodo Audiovisual Tecnológico Comahue, UNComahue. Polo Audiovisual Tecnológico Patagonia Norte.
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